Las razones del papa Francisco para visitar América Latina

Francisco necesita el respaldo de América Latina para llevar adelante su reforma (EFE/José Jácome)
Francisco necesita el respaldo de América Latina para llevar adelante su reforma (EFE/José Jácome)

El periplo del Sumo Pontífice por tres países latinoamericanos a partir de la semana próxima pasaría como un viaje apacible, casi un regreso al hogar. Porque en ninguna región admiran tanto a Francisco, argentino de nacimiento pero adoptado con entusiasmo por millones de fieles católicos del Río Bravo a la Patagonia. Sin embargo, la Iglesia Católica atraviesa momentos difíciles. El éxito de las reformas del Papa depende, en gran medida, del apoyo de los católicos en este hemisferio.

La elección de Ecuador, Bolivia y Paraguay, tres naciones relativamente pequeñas y de influencia discreta en los asuntos latinoamericanos, intriga. Ciertamente ya Francisco visitó el continente en julio de 2013, cuando asistió a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Pero aquella visita era parte de la herencia de su antecesor, Benedicto XVI. ¿Por qué comenzar entonces su peregrinaje latinoamericano con esos tres países?

El entorno del viaje

Francisco encontrará en América Latina una tierra fértil para sus prédicas. En el continente viven más de 425 millones de católicos, alrededor de 40 por ciento de los seguidores de esa religión en el planeta. No obstante, esa comunidad se ha reducido notablemente en las últimas cuatro décadas.

A pesar del declive, la Iglesia Católica aún atrae a millones de fieles en América Latina (EFE/Sáshenka Gutiérrez)
A pesar del declive, la Iglesia Católica aún atrae a millones de fieles en América Latina (EFE/Sáshenka Gutiérrez)

Según un informe del Centro de Investigaciones Pew, la proporción de católicos pasó de más del 90 por ciento hasta la década de 1960 a 69 por ciento en la actualidad. La caída ha sido particularmente vertiginosa en Centroamérica y el Caribe: en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua apenas la mitad de la población se identifica como católica. En República Dominicana, Costa Rica y Puerto Rico esa cifra ronda el 60 por ciento. Muchos se han convertido al protestantismo o han dejado de practicar algún culto organizado.

El Papa cruzará el Atlántico con sus maletas cargadas de desafíos y algunos logros recientes que han elevado su prestigio dentro y fuera de la comunidad católica. La visita ocurrirá dos semanas después de la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. El tema ha calado también entre los católicos latinoamericanos.

De acuerdo con la citada investigación del centro Pew, el respaldo al matrimonio homosexual entre los fieles católicos ronda o supera el 50 por ciento en Uruguay, Argentina, México, Chile y Brasil. La victoria del sí en Irlanda, en mayo pasado, demostró que las fuertes raíces católicas no impiden un cambio profundo en la mentalidad de un país con respecto a los derechos de gays y lesbianas. Observadores consideran que las relaciones entre la Iglesia y la comunidad LGBT será uno de los puntos de la agenda del Sínodo de la Familia, que reunirá a obispos de todo el mundo en Roma en octubre próximo.

La visita de Francisco sucede a su mediación en el acuerdo histórico entre Cuba y Estados Unidos. El Sumo Pontífice podría multiplicar sus éxitos diplomáticos en el continente, interviniendo en añejos conflictos como el diferendo entre Bolivia y Chile por la salida al mar, o la confrontación entre las guerrillas y el gobierno en Colombia.

Por otra parte, las declaraciones del Papa sobre el cambio climático, la lucha contra la pobreza y sus críticas al sistema capitalista lo colocan en sintonía con el discurso de varios presidentes de izquierda en América Latina. Francisco hallará oídos receptivos no solo en la multitud de fieles, sino también en las casas de gobierno. De hecho, en los últimos dos meses se ha reunido con los mandatarios de Cuba, Ecuador, Chile, Argentina y Colombia. Para 2016 la agenda de viajes del Pontífice incluye el paso por tierras chilenas, argentinas y uruguayas.

Francisco ha multiplicado sus encuentros con líderes latinoamericanos en los últimos meses (Osservatore Romano/AFP/Archivos)
Francisco ha multiplicado sus encuentros con líderes latinoamericanos en los últimos meses (Osservatore Romano/AFP/Archivos)

¿Por qué Ecuador, Bolivia y Paraguay?

Esos tres países suramericanos carecen del peso económico y la influencia política de los grandes del continente: Argentina, Brasil y México. Sin embargo, para el Vaticano se trata de tres pilares de su presencia en el hemisferio occidental.

Paraguay, Ecuador y Bolivia forman parte del top 5 de naciones latinoamericanas con mayor proporción de fieles católicos: 89, 79 y 77 por ciento, respectivamente. El declive en las filas del catolicismo ha afectado en menor medida a este trío. Mientras la Iglesia en Brasil perdía un tercio de sus creyentes, uno de cada cinco en Argentina y cerca de la mitad en Centroamérica desde 1970, en Paraguay solo el cinco por ciento abandonó su filiación. En Bolivia y Ecuador ese número no rebasó el 16 por ciento.

Por otra parte, en el candente asunto del matrimonio igualitario los católicos de Paraguay, Ecuador y Bolivia ocupan lugares entre los más reacios al cambio. Asimismo, aparecen entre los menos inclinados a aceptar que la Iglesia Católica modifique sus preceptos en relación al divorcio y el uso de métodos anticonceptivos. En resumen, Francisco aterrizará en tierras que han demostrado su lealtad a la Santa Sede y su adhesión a los cánones más conservadores del catolicismo.

El mejor ejemplo de la mezcla entre conservadurismo moral e ideas progresistas es el presidente de Ecuador, Rafael Correa. El gobernante, católico practicante, se ha opuesto abiertamente al aborto y al matrimonio igualitario, a pesar del disenso en el seno de su partido. En Quito resonarán las palabras de Francisco contra el cambio climático y los desequilibrios causados por el sistema capitalista. En cambio,  Correa recibirá con menos beneplácito posibles críticas a sus exabruptos autoritarios y señalamientos por su política hacia la educación católica.

La solicitud de Francisco de mascar hoja de coca en Bolivia ha encantado sin dudas a Evo Morales. El mandatario se ha empeñado desde el inicio de su administración en desligar ese cultivo tradicional de la cocaína. El Sumo Pontífice debe de asistir a una Cumbre Internacional de Movimientos Sociales y Populares en Santa Cruz, un público también en sintonía con sus prédicas. Y aunque La Paz ha rechazado las especulaciones de la prensa, no se puede descartar que Morales mencione el diferendo con Chile en sus pláticas con el Obispo de Roma.

El final de la gira de Francisco tendrá matices de retorno a los orígenes. Cuando era aún cardenal en Buenos Aires, Jorge Bergoglio frecuentaba la villa 21 de Barracas, un barrio pobre habitado mayormente por paraguayos. Ahora recorrerá el caserío Bañado Norte, una de las zonas más humildes de Asunción. También se reunirá con miles de enfermos y personas discapacitadas durante la misa en el campo de Ña Gauzú, el 12 de julio. Allí convergerán cientos de miles de sus compatriotas argentinos, que protagonizarán el cruce de la frontera más numeroso de la historia.

La agenda del Papa incluye un encuentro con representantes de la sociedad civil paraguaya, entre ellos Simón Cazal, presidente de la organización Somosgay. La inclusión de un miembro de la comunidad LGBT añade otro gesto a declaraciones anteriores de Francisco sobre los homosexuales. En tierras de ferviente catolicismo, ¿será esta una señal de la apertura del Vaticano en el peliagudo tema de la diversidad sexual?


Francisco, el papa amado

Ninguna personalidad internacional despierta tanto entusiasmo en América Latina como Francisco. En la encuesta realizada por el Centro Pew, el Pontífice recibió notas favorables de la abrumadora mayoría de los católicos (por encima de 75 por ciento en todos los casos). Entre quienes abandonaron el catolicismo, predominaron los criterios positivos en siete de los 18 países estudiados.

Ese respaldo a su desempeño será determinante en su misión de reformar la Iglesia. Si el “efecto Francisco” se hace sentir finalmente en la región, la tendencia al decrecimiento podría detenerse. Un renacimiento del fervor católico en América Latina sería, si no el triunfo más brillante, sin dudas un hecho crucial cuando la historia evalúe el papel del primer papa latinoamericano.