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Las paredes con más ADN del mundo

Existen atracciones infestadas de bacterias que encabezan la lista de destinos inusuales preferidos por algunos turistas; pero independientemente del hecho de que están llenos de gérmenes, es poco probable que te enfermes por visitarlos. Como mismo las palomas han invadido la Plaza de San Marcos en Venecia (donde más de un visitante ha salido con su ropa "premiada") o más de 400,000 personas llegan hasta el Blarney Castle en Irlanda cada año para besar la legendaria Piedra de la Elocuencia (este se considera el punto turístico con más gérmenes en el mundo), otros miles de viajeros tampoco han dejado de escupir y pegar su chicle en dos paredes ya saturada con millones de gomas pegajosas.

Si algún día visitas Pike Place Market, un mercado público con vista a la bahía de Elliott en Seattle, la mayor ciudad del estado de Washington, y dejas que tu olfato te guíe mientras sigue un aroma de frutas, no irás a dar a un puesto de manzanas o naranjas, sino frente a un graffiti de 15 pies de alto y 50 de ancho, hecho con chicles amarillos, verdes, rojos, azules y cualquier color imaginable. Este muro de ladrillos que hace dos décadas ha estado recolectando ADN de todas partes del mundo, se ha vuelto una de las atracciones más fotografiadas en el mismo mercado que desde los 70 conserva activo el primer Starbucks Coffee de la historia.

La pared rodea la taquilla del Market Theater (teatro del mercado) y su historia se remonta a principios de los 90, cuando los clientes de Unexpected Productions (una compañía de comedia de improvisación), en su mayoría estudiantes universitarios, comenzaron a pegarle monedas con goma de mascar mientras hacían la fila antes de entrar al espectáculo. Los trabajadores de la compañía teatral intentaron en dos ocasiones raspar los chicles de la pared, pero finalmente se dieron por vencidos después de que los funcionarios del mercado consideraron que la extraña tradición en sí era una manifestación artística tan espontánea como el propio teatro… y ya se había convertido en una de las atracciones más inusuales del lugar.

En The Gum Wall, como también se conoce, no hay reglas y las posibilidades creativas son infinitas; los visitantes pegan unos sobre otros los chicles, formando un collage multicolor de mensajes, símbolos y nombres de moda con goma de mascar.

La misma tradición existe en el callejón de San Luis Obispo, en California, aunque su historia es más incierta y antigua. Algunas teorías afirman que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial como una fiesta de graduados de la secundaria, mientras otros historiadores creen que fue a finales de 1950 como una manifestación de rivalidad entre los estudiantes de San Luis Obispo High School y los de Cal Poly. En cualquiera de los dos casos, en la década de los 70 Bubblegum Alley ya era un dolor de cabeza para los propietarios de las tiendas del área que se quejaban de este sitio "insalubre y desagradable"… los mismos propietarios que años después decidieron aprovechar la popularidad del callejón e instalaron máquinas de chicles en sus negocios.

Curiosamente, la Cámara de Comercio la ha listado entre las "atracciones especiales" que deben seguir siendo parte del pintoresco centro de San Luis Obispo, sin embargo, algunos funcionarios y políticos locales la consideran un "adefesio" que debe desaparecer. Lo cierto es que después de varios intentos de limpieza (usando desde vapor hasta mangueras a presión de los bomberos), los ladrillos del callejón, debajo de esta colorida máscara de polímero gomoso, siguen ocultos desde hace más de seis décadas.

Fotografías: Andrew Huff, a_sorense y waltarrrrr.