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Las modas que han torturado a las mujeres

El uso frecuente de tacones altos puede causar deformaciones en el pie.
El uso frecuente de tacones altos puede causar deformaciones en el pie.

La moda y la belleza engendran dolor. Esta frase, anclada en el sentido común, ha ceñido la vida de millones de mujeres durante siglos. Aunque algunos artefactos y costumbres han desaparecido del armario femenino, todavía sobrevive la idea de que ellas deben ajustarse a cierto canon de perfección física, sin importar las consecuencias sobre la salud.

La lista de hábitos perjudiciales es extensa. Las mujeres europeas del Renacimiento, por ejemplo, trataban de blanquear su piel con maquillaje que contenía plomo. La palidez de las clases altas, en contraste con la piel bronceada de los campesinos, se pagaba con malestares físicos y, en casos extremos, con la muerte.

La necesidad de ajustarse a un estatus social creado por los hombres ponía en peligro la vida de nobles y cortesanas del viejo continente, como siglos después ocurrió con accesorios tan célebres como los corsés y los tacones altos. La moda, detrás de su apariencia superficial, encierra claves sobre las relaciones entre los sexos que atraviesan las temporadas, los colores, los cortes…

Luis XIV de Francia con sus zapatos de tacón. (Wikimedia Commons)
Luis XIV de Francia con sus zapatos de tacón. (Wikimedia Commons)

Dolor sobre tacones altos

Quizás no muchas mujeres sepan que el tatarabuelo de los glamorosos stilettos fue un tosco zapato de tacón alto usado por la caballería persa en el siglo XVI. El diseño tenía una función puramente utilitaria, pues permitía a los guerreros usar el arco y la flecha mientras cabalgaban. A Europa llegó a principios del siglo XVII, cuando los aristócratas copiaron el exótico modelo. Entonces solo los hombres exhibían la elevada prenda, que consideraban un distintivo de virilidad.

Con el paso de las décadas los varones abandonaron los tacones por sus evidentes limitaciones prácticas. En el sentido opuesto al naciente pragmatismo del atuendo masculino, la moda femenina se convirtió en sinónimo de irracionalidad. Una mujer en tacones altos era hermosa porque demostraba de esa manera su incapacidad para entender que esos zapatos eran poco prácticos.

El mensaje atravesó las centurias hasta hoy. Si bien los tacones altos han cambiado su apariencia, su valor simbólico sigue superando las ventajas para la locomoción. Sin embargo, muchas deciden arriesgarse.

Un estudio de radiografías en 3D realizado por el Royal National Orthopaedic Hospital de Londres en 2013 desvaneció las dudas sobre los daños a la salud de quienes los usan. El 57 por ciento de las pacientes investigadas sufría dolores en los pies por la postura forzada que exigen los tacones. Los dedos, comprimidos en una posición antinatural, soportaban dolor intenso y, a largo plazo, una deformación conocida como pie de garra.

El corsé se ha mantenido en el guardarropa femenino desde el siglo XIX (Wikimedia Commons)
El corsé se ha mantenido en el guardarropa femenino desde el siglo XIX (Wikimedia Commons)

En busca de la silueta perfecta

La llamada “moda Victoriana”, que se irradió desde el Reino Unido hacia el resto del mundo durante casi todo el siglo XIX, propagó uno de los más polémicos accesorios de la historia del vestir: el corsé. Esa estructura ceñía el torso de la mujer para modelar su figura de acuerdo a determinado patrón de belleza: cintura pequeña, caderas anchas, busto prominente…

Las consecuencias del corsé sobre la salud femenina no han dejado de discutirse desde entonces. Mientras algunos le atribuyen efectos nefastos sobre el esqueleto y el funcionamiento de los órganos, otros especialistas adoptan un tono menos alarmista y solo cuestionan prácticas extremas como la lazada, que comprimía aún más el tronco.

Mientras la publicidad vendía el ideal de belleza con “cintura de avispa”, los hombres se encargaban de reafirmar este modelo de sexualidad deseable. Las mujeres que no podían comprar uno eran discriminadas por su pobreza o tachadas de prostitutas. La celebración omnipresente del corsé perpetuaba el papel de las mujeres como objeto, obsesionadas con su imagen y ajenas a cualquier cuestión racional.

El vendado de los pies torturó durante 10 siglos a las mujeres en China (Wikimedia Commons)
El vendado de los pies torturó durante 10 siglos a las mujeres en China (Wikimedia Commons)

El horror de los pies pequeños

Hasta el siglo XX las mujeres chinas padecieron una de las modas más brutales de la historia: el vendado de los pies. La práctica, nacida en el siglo X en la corte del emperador, se extendió al principio entre las concubinas y luego fue asumida por el resto de la población, explicó Wang Ping, profesor del Colegio Malacaster, Minnesota, en entrevista a la revista The Atlantic.

Según la costumbre, las niñas entre los cuatro y los seis años eran sometidas al procedimiento para forzar la pequeñez de los pies. Con el tiempo el dolor cedía, pero la deformación de los huesos y músculos se hacía irreversible. Las pequeñas aprendían a caminar de un modo que transformaba su anatomía y las ajustaba al ideal de belleza establecido por los hombres chinos.

Pero cuando los hábitos cambiaron con la caída de la última dinastía, a principios de la pasada centuria, muchas jóvenes se encontraron impedidas y rechazadas por la sociedad, que consideraba la tradición como un rezago de otra época.

Ciertamente las niñas chinas debían resignarse al vendado de los pies. Pero las actuales seguidoras de la moda, ciegas a las advertencias médicas, se comportan de una manera tan sumisa como sus congéneres asiáticas. Persiguen, en fin, una belleza soñada… en la cabeza de un hombre.

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