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La vergonzosa justificación del asesinato de una activista en Egipto: "Estaba muy delgada"

La explicación oficial dice que la activista falleció por "estar demasiado delgada", pero no se cuestiona el exceso de violencia policial que asola al país.

Shaima al-Sabbagh, herida de muerte, es sujetada por un compañero en El Cairo. (Reuters)
Shaima al-Sabbagh, herida de muerte, es sujetada por un compañero en El Cairo. (Reuters)

Probablemente Shaima al-Sabbagh ya se haya convertido en un icono; las imágenes en las que la joven activista cubierta de sangre y herida de muerte se abraza a otro manifestante dieron la vuelta al mundo y mostraron la dura represión que ejercen las autoridades egipcias para mantener el control del país. La fecha y el motivo también eran más que simbólicos; iba a colocar flores de manera pacífica en la plaza Tahrir un día antes de que se cumpliese el cuarto aniversario del inicio de las protestas en El Cairo que provocaron la Primavera Árabe y la caída de Mubarak.

Pero además ahora la justificación oficial de por qué murió va a conseguir que se termine convirtiendo en una mártir en defensa de la paz y dé esperanzas a miles de egipcios que hoy en día están absolutamente decepcionados por el rumbo político que ha tomado el país con la violencia como forma de acabar con todas las protestas democráticas. Y es que el forense ha determinado que Shaima, de 31 años y madre de un niño de 5, murió simple y llanamente por “estar demasiado delgada”.

Una justificación peregrina que no puede ocultar que la mujer, que había viajado de Alejandría a la capital para homenajear a los caídos 4 años antes, recibió de manera impune varios disparos con balas de goma que acabaron con su vida y que el culpable, del que no se conoce su identidad, pero si se sabe que es un agente, aún no ha sido condenado.

Manifestantes protestan por la muerte de Shaima (AP)
Manifestantes protestan por la muerte de Shaima (AP)

“Shaima no debería haber muerto. Es un caso muy raro. Su cuerpo era piel sobre hueso como se suele decir. Estaba muy delgada y no tenía nada de grasa, así que los pequeños balines penetraron muy fácilmente y cuatro o cinco de los que le dieron llegaron al corazón y los pulmones y le causaron la muerte”, explicó el portavoz de la Autoridad Forense Médica, Hisham Abdel Hamid.

Para justificar su razonamiento, Hamid puso de ejemplo al manifestante que estaba junto a Shaima y que logró sobrevivir, pese a recibir impactos en el cuello.

“Bajo su piel, había capas de grasa y era un poco más grueso, por lo que los balines no penetraron. Alabado sea el Señor, a ella le llegó el momento”, concluyó.

Pero estas explicaciones, que intentan justificar que la muerte de Shaima simplemente fue un accidente, no convencen a casi nadie y muchos menos a organizaciones como Human Rights Watch, que denuncian la violencia en Egipto.

“Este tipo de afirmaciones ridículas solo añaden una capa gruesa de la absurdez del gobierno y su record de asesinatos e impunidad”, manifestó Sarah Leah Whitson, directora de Oriente Medio y Norte de África en la organización.

Un hombre sujeta un poster de Al-Sisi en el que se lee la palabra 'asesino'. (AP).
Un hombre sujeta un poster de Al-Sisi en el que se lee la palabra 'asesino'. (AP).

Mientras que las autoridades egipcias deciden si condenan o no al agente que acabó con la vida de Shaima, los compañeros de la activista también se enfrentan a un juicio por participar en una manifestación no autorizada por las estrictas restricciones que ha planteado el poder militar desde que llegó al poder en 2013. El golpe de Estado que dieron y que hizo caer el Gobierno de los Hermanos Musulmanes también ha provocado cortapisas para la libertad de expresión y manifestación.

Lo más sorprendente de todo es que tanto el asesinato como las protestas están considerados de una manera similar y tanto el agente como los amigos de Shaima podrían enfrentar una condena de varios años de prisión.

Puede que sea la sentencia definitiva a la Primavera Árabe en un Egipto que ha vuelto a la época de Mubarak con la única salvedad de que Al-Sisi es mucho más joven y por tanto tiene más años por delante para gobernar. Los avances democráticos en el país cada día están más en duda.


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