La relación entre un tsunami en la Amazonía… y el esmog en China

Este año los bolivianos han sufrido las peores inundaciones de los últimos 100 años. En la cuenca del río Madera, el mayor afluente del Amazonas, las extraordinarias crecidas han perjudicado a alrededor de 60.000 familias de ese país suramericano. Del lado brasileño, donde el torrente cambia de nombre –Madeira, en portugués—, miles de personas padecen también los excesos del agua.

Los ecologistas, el gobierno de La Paz, los empresarios y, por supuesto, los damnificados por el desastre, buscan un culpable. Pero las causas de este "tsunami" fluvial implican a más de un factor, y no siempre el vínculo entre un hecho y su consecuencia parece tan evidente para quienes viven aguas abajo.

Muchas voces señalan a las hidroeléctricas de Jirau y San Antonio, cuya construcción cerca de la frontera entre Brasil y Bolivia provocaría un efecto de “tapón de bañera” sobre el Madera. Según los defensores de esta hipótesis, las represas que alimentan a ambas centrales no permiten la evacuación normal de las lluvias y elevan la altura del caudal del río. Sin embargo, otros discrepan de esta teoría y señalan a las inusuales precipitaciones de esta temporada como la principal razón de las inundaciones.

Lejos del escenario de la catástrofe, en las laderas de los Andes peruanos y bolivianos, la tala de bosques milenarios podría ser, finalmente, el detonante de esta y futuras crisis en los llanos por donde corre más apacible el Madera (y sus afluentes, Madre de Dios, Mamoré y Bení).

Un estudio publicado por la revista estadounidense Science, en noviembre de 2013, reveló que Bolivia clasifica entre los 12 países con mayor ritmo de deforestación en el planeta. Las cifras varían de 170.000 hectáreas hasta 350.000 hectáreas anuales, de acuerdo con la fuente de las estadísticas. Si tomásemos un número intermedio –260.000 hectáreas—equivaldría a más de 40 terrenos de fútbol por hora.

Las tierras desmontadas se utilizan para expandir la agricultura mecanizada, desarrollar la ganadería y permitir pequeñas siembras que proveen de sustento a familias pobres. Además, en esas regiones intrincadas proliferan organizaciones criminales que trafican con la madera. Se calcula que el suelo desbrozado multiplica en 26,7 por ciento el escurrimiento de las precipitaciones hacia los ríos y la erosión. Los terrenos apisonados por el ganado también aceleran esos procesos.

La cuenca del Madera funciona como un enorme organismo vivo. Si lo comparásemos con un ser humano podríamos afirmar que los problemas en su cabeza –los Andes—impactan inevitablemente en el tronco y las extremidades inferiores –los llanos de Bolivia y Brasil y, finalmente, el Amazonas. De nada vale cerrar los ojos ante las acciones irresponsables –la tala de la floresta andina—porque las consecuencias se sentirán en todo el cuerpo.

El esmog en China

La contaminación atmosférica en Asia podría ser la causa de las recientes perturbaciones en el clima de en Norteamérica, según una investigación publicada por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. El estudio, realizado por expertos de varias universidades estadounidenses y de la Universidad de Beijing,  exploró la influencia de los aerosoles –en particular sulfatos provenientes de plantas de carbón—sobre la formación de tormentas en el Pacífico.

Las partículas contaminantes producidas por industrias, automóviles y centrales eléctricas han elevado su proporción en las nubes que se trasladan desde el sudeste asiático hasta las costas de California y, en general, el oeste de Estados Unidos y Canadá. Los modelos computacionales utilizados por el equipo científico revelaron que esa creciente polución altera los patrones meteorológicos tradicionales y podría causar eventos extremos, como el invierno gélido que vivimos este año en América del Norte.

De confirmarse esta teoría, las imágenes del esmog en Beijing y otras ciudades chinas, y el desenfrenado incremento de las emisiones de carbono en las megalópolis de la India, deberían inquietar no solo a los ciudadanos de esas regiones. En 2012 murieron más de siete millones de personas en el planeta por enfermedades relacionadas con la polución, de acuerdo con  la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las causas de las inundaciones en Bolivia y los efectos del esmog en China ilustran las consecuencias concretas de la irresponsabilidad ambiental. Lo más alarmante de ambos casos es la aparente desconexión entre las remotas causas y sus consecuencias. Otra razón para comprender que las soluciones a la crisis climática global dependen de todos y su éxito o fracaso tocarán la vida de todos.