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La isla de los conejos

En el mar Interior de Seto, entre Hiroshima y Shikoku, flota una pequeña isla con un pasado oscuro y lúgubre. A pesar de que Japón fue uno de los países que firmó el Protocolo de Ginebra de 1925 (relacionado con la prohibición de gases asfixiantes, tóxicos o similares y de medios bacteriológicos), de 1929 a 1945 Ōkunoshima fue el hogar de una planta de gas letal del ejército imperial japonés que produjo más de 6 kilotones de gas mostaza.

La operación militar era tan secreta que durante esos 16 años la isla fue borrada de los mapas y ni siquiera los residentes (empleados en las plantas) sabían lo que estaban creando. Con el fin de la guerra, todos los documentos fueron quemados, aunque todavía se conservan ruinas de las fábricas, evidencias de la producción de gas, y el Museo del Gas que abrió sus puertas en 1988.

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Casi siete décadas después, Ōkunoshima es el hogar de cientos de conejos que deambulan entre los visitantes que se divierten alimentándolos con coles y zanahorias. También conocida como Usagi Shima (isla de los conejos), existen varias hipótesis sobre cómo los conejos llegaron a esta isla de apenas 700 metros cuadrados.

Algunos creen que fueron usados durante la Segunda Guerra Mundial para las pruebas de laboratorio; otra teoría es que fueron dejados por un grupo de niños que visitó la isla en un viaje escolar en 1971. Pero más allá de cuál sea la razón real, no pasó mucho tiempo para que los conejos demostraran lo que mejor saben hacer: reproducirse e inundar Ōkunoshima, donde actualmente viven más de 300.

Y si consideramos que en la isla se encuentran tres enormes torres de transmisión de energía eléctrica —entre ellas la Crossing Powerline Chusi, la torre de alta tensión más grande de Japón— podríamos hasta sospechar que estos conejos no sólo son inmunes a las armas químicas, sino también a las corrientes electromagnéticas.

Además de los lugares de interés histórico, la isla —accesible por ferri desde Tadanoumi y Omishima— es parte del sistema del Parque Nacional del mar Interior y cuenta con instalaciones para acampar, hacer senderismo, así como un hotel y un campo de golf. Pero aunque Ōkunoshima ha sido declarada segura muchos lo ponen en duda, ya que se desconoce cualquier proceso de descontaminación en la isla y se rumora que hay varios lugares cerrados al público donde al terminar la guerra supuestamente fueron enterrados trabajadores de las plantas; por lo que se recomienda a los visitantes no salirse de las rutas habilitadas para el turismo.

Fotografías: Cortesía qkamura.or.jp y GetHiroshima.