La imperecedera seducción de la carne humana

La antropofagia se mantuvo como una costumbre en pueblos de Oceanía hasta bien entrado el siglo XX (Wikimedia Commons)
La antropofagia se mantuvo como una costumbre en pueblos de Oceanía hasta bien entrado el siglo XX (Wikimedia Commons)

La avidez carnívora de los humanos apenas ha dejado ser viviente fuera del menú. Pero uno de ellos, el propio hombre, ha pasado por la mesa de su semejante no sin gestos de estupefacción en sociedades donde la antropofagia encabeza la lista de crímenes. La repulsa no ha bastado para apagar la curiosidad de algunos decididos a probar la más prohibida de las carnes.

Una reciente crónica de la revista Vice reveló el emprendimiento de los productores de la serie The Walking Dead, junto a la publicista Emma Thomas y el chef James Tomlinson, que aspiran a crear un plato con sabor semejante a la carne humana. Las extravagantes recetas serán el centro de un restaurante llamado Terminus Tavern, en Londres, abierto desde el 30 de septiembre.

Historia caníbal

Antes de que los caníbales del Nuevo Mundo horrorizaran a Europa, el Viejo Continente había experimentado las propiedades curativas del cuerpo ajeno. De acuerdo con un artículo publicado por el magazín alemán Der Spiegel, desde el siglo XVI los europeos utilizaban partes de los cadáveres para elaborar remedios disponibles en cualquier farmacia.

La tradición provenía del Homo antecessor, una especie anterior al Homo sapiens, que cazaba otros homínidos para su dieta. En la antigüedad los romanos tomaban la sangre de los gladiadores como medicina para la epilepsia. Siglos después, durante el Renacimiento, las pociones preparadas con polvo de calaveras, restos de momias egipcias, grasa humana y sangre de ejecutados integraban la farmacopea cotidiana.

Los expertos califican a los caníbales sexuales como psicópatas, incapaces de sentir remordimiento (Wikimedia Commons)
Los expertos califican a los caníbales sexuales como psicópatas, incapaces de sentir remordimiento (Wikimedia Commons)

Sin embargo, fueron los feroces indígenas del Caribe quienes conquistaron la imaginación de Europa e imprimieron una huella sangrienta en el castellano. El término caníbal se ha utilizado con frecuencia para deshumanizar a pueblos aborígenes, cuyas tierras ambicionan colonialistas inescrupulosos. Los supuestos hábitos antropofágicos de los “salvajes” constituyen una excelente arma para engrasar la propaganda del miedo y el odio contra lo extraño.

Del horror a la necesidad

La historia del canibalismo abunda en episodios tremebundos. Los asesinos que han devorado a sus víctimas sobreviven en la reproducción de sus actos en el cine y la literatura. El ucraniano Andrei Chikatilo, por ejemplo, exterminó a más de 50 personas, de cuyos restos mortales se alimentó por puro placer sexual, según sus palabras. Su infernal carrera concluyó, curiosamente, con un tiro en la nuca el Día de San Valentín de 1994.

Ese mismo año murió Jeffrey Dahmer, conocido como el Carnicero de Milwaukee. Cuando la policía lo detuvo en 1991 había asesinado a 17 hombres y adolescentes. Las autoridades encontraron espeluznantes muestras de sus prácticas caníbales, que ejecutaba con absoluto control de su psiquis.

En el lado opuesto del horror, lo ocurrido a los muchachos del equipo de rugby uruguayo que sobrevivieron al accidente aéreo del 13 de octubre de 1972, demuestra los límites humanos en situaciones extremas. Gracias a la decisión de alimentarse de las víctimas, 16 pasajeros lograron mantenerse con vida hasta el arribo del rescate. Tras el espanto inicial, los familiares de los muertos se reconciliaron con el destino de sus hijos, mudos salvadores de sus compañeros.

La muerte de los caníbales

Pero, ¿a qué sabe la carne humana? Según el testimonio de célebres caníbales como el alemán Armin Miewes, autor de un acto de antropofagia consensual en 2001, al paladar se asemeja a la del cerdo. Otras fuentes aseguran que sobre un plato nos parecemos más bien a los terneros.

Los korowai, de Nueva Guinea, la última tribu caníbal conocida. (Rak-Tai/Wikimedia Commons)
Los korowai, de Nueva Guinea, la última tribu caníbal conocida. (Rak-Tai/Wikimedia Commons)

Especulaciones “gastronómicas” aparte, la antropofagia ha resultado una dieta fatal. Tribus de Nueva Guinea que conservaban esa costumbre fueron diezmadas a mediados del siglo pasado por una enfermedad conocida como kuru. El padecimiento, similar al de las “vacas locas”, lo provoca el prion, una proteína infecciosa que ataca el sistema neurológico.

Aunque los korowai abandonaron el canibalismo ritual en los años 60, algunos casos se reportan aún debido al largo tiempo de incubación del kuru.

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