La idea revolucionaria de un joven americano: cerveza en cápsulas como el café

El sueño de todo amante de la cerveza es ya una realidad: tener en su cocina junto a la tostadora, la cafetera o el microondas un grifo de cerveza a punto para servir una pinta helada. No se trata de los ya comercializados barriles de unos pocos litros que a duras penas guardan la presión y una vez estrenados la cerveza pierde su esencia. Es el último golpe de Synek, una start up con sede en San Luis (Estados Unidos), que ha desarrollado un sistema para dispensar la cerveza favorita de cada uno en casa y manteniendo sus propiedades.

Steve Young, un joven de 28 años, es el creador de este novedoso artilugio, que como hicieron (y siguen haciendo) las cafeteras de Keurig en la industria del café, promete ser una auténtica revolución en el sector cervecero. La máquina es precisamente de un tamaño similar al de una máquina de café y es capaz de presurizar la cerveza, que se conserva en bolsas durante 30 días, y ajustar la temperatura a gusto del consumidor.

De momento, Young, que afronta la última fase para el lanzamiento definitivo del grifo y necesita financiación por 250.000 dólares hasta el 24 de julio, ya ha logrado firmar acuerdos con cerveceras de la talla de Harpoon Brewery o Schmaltz Beer Company, así como varias decenas más de fabricantes, para surtir a los dispensadores Synek.

Los inversores que entreguen ahora 299 dólares recibirán la máquina junto con entre 5 y 10 bolsas de cerveza. Su comercialización está prevista para principios de 2015 y el precio estimado por Young es de 349 dólares. Su objetivo, además, es que cada bolsa de cerveza se sitúe en el entorno de 1 dólar.

Young estima que el invento hará que la cerveza sea más barata, ya que el transporte en bolsas en sencillo y más económico que los costosos embotellados. Además, se presenta como una oportunidad para las cervecerías artesanales, que ya de por sí están obteniendo un importante crecimiento. Synek se presenta como la fórmula para tomarse una cerveza en casa como si lo hiciera en el bar, con la misma frescura, presión y carbonatación.

Además, el sistema presume de contribuir a la reducción de residuos. Porque si se tiene en cuenta que de media cada estadounidense consume más de 80 litros de cerveza al año, no es difícil imagina la cantidad de envases, botellas y latas que se desechan.

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Publicado originalmente en Historias para no quebrar