La humillación que sufren las madres solteras en la India

Las mujeres indias cargan con un pesado de tradiciones machistas (EFE/Money Sharma)
Las mujeres indias cargan con un pesado de tradiciones machistas (EFE/Money Sharma)

Una mujer sola no vale nada, no existe. Y si es madre, la acosará siempre la sospecha sobre cómo concibió al hijo, si fue violada o practica la prostitución. Esta visión, que en Occidente nos parece un rezago machista, constituye la norma en la India, donde la violencia de género atraviesa todas las castas y la pirámide social desde el gobierno hasta las familias.

El perenne dedo acusador

Días atrás el diario The Times of India reportó la historia de una joven de ese país asiático a la cual las autoridades le habían negado el pasaporte.  El episodio pudo haberse escurrido en el torrente cotidiano de noticias. Sin embargo, el escándalo estalló cuando un representante del Ministerio de Asuntos Exteriores reveló las condiciones humillantes que deben cumplir las madres solteras al solicitar ese documento para sus hijos.

Según el abogado Purnima Bhatia, las mujeres sin cónyuge deben presentar una declaración jurada detallando cómo el niño fue concebido, si sufrieron una violación y explicando por qué se niegan a revelar el nombre del padre de la criatura. Las reglas actuales para la emisión de los pasaportes para menores de 14 años exigen la firma de ambos progenitores.

A pesar de las protestas, las violaciones siguen marcando a miles de indias (EFE/Jagadeesh Nv)
A pesar de las protestas, las violaciones siguen marcando a miles de indias (EFE/Jagadeesh Nv)

El incidente trasciende las cuestiones burocráticas y atiza el ya encendido debate sobre la violencia contra las mujeres en la India. Para The Times of Inidia, “las circunstancias en las cuales la mujer engendró a su hijo no son asunto del Estado, sino algo absolutamente personal”. Ese medio de prensa exigió que las leyes sean cambiadas para eliminar esa humillación.

Pero una reforma legal apenas sería el inicio de una necesaria transformación en las costumbres del pueblo indio. Las víctimas de violación aún sufren la condena de la sociedad. En septiembre pasado la activista Suzette Jordan, que había sido atacada por una banda de violadores en 2012, tuvo que abandonar un restaurante porque el dueño temía la reacción de sus clientes al descubrir la identidad de la muchacha. Jordan, madre soltera con dos hijas, soportó antes las ofensas de varios ministros que la tildaron de prostituta por salir de su casa tarde en la noche.

Cada día un promedio de 92 mujeres son violadas en la India. En Nueva Delhi, la capital, la cifra se duplicó entre 2012 y 2013, hasta alcanzar 1.636 casos el año pasado. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas Criminales (NCRB), en el 94 por ciento de los casos las víctimas conocían a los violadores. Esa alarmante proporción revela que el problema no proviene de fuera, sino de muy adentro en los hogares.

El drama de ser mujer soltera

Cada cinco minutos una mujer india sufre algún tipo de maltrato en su hogar. Los autores de la violencia pueden ser los esposos o sus familiares. Según estadísticas oficiales, en los últimos 10 años el número de casos denunciados creció en un 134 por ciento. No obstante, se estima que la mitad de los incidentes de violencia doméstica se silencian.

Las mujeres indias son educadas para servir a sus esposos, aunque estos abusen de ellas (Nishanth Jois - Flickr)
Las mujeres indias son educadas para servir a sus esposos, aunque estos abusen de ellas (Nishanth Jois - Flickr)

La sociedad india, sin importar la clase social, considera el matrimonio como el acto más importante en la vida de una mujer. Casi desde el nacimiento comienza la educación de las futuras esposas, que deberán relegar sus aspiraciones personales para convertirse en consortes y madres ejemplares. Si después del casamiento ocurren episodios de violencia en casa, ellas deben soportar en silencio. Más de la mitad de los habitantes de ese país asiático cree correcto que los maridos golpeen a sus compañeras.

Se necesita mucho coraje para abandonar el hogar o resistir la presión social para casarse. Una mujer divorciada o soltera vale muy poco a los ojos de la sociedad india. El estigma levanta obstáculos a la hora de encontrar trabajo o alquiler. Una joven profesional que decida llevar adelante su carrera sin comprometerse con un hombre despertará siempre sospechas por su presunta inmoralidad.

Por ese motivo muchas prefieren permanecer en casa, al lado de un varón que abusa de ellas, pero les ofrece al mismo tiempo una identidad respetada por los demás. El patriarcado, hundido en las raíces de las tradiciones indias, bendice la violencia. No es extraño entonces el auge de las pandillas de violadores, a pesar de la repulsa internacional, la protesta de las mujeres y los aún tibios llamados del gobierno.

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