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La extravagante vida de los príncipes de Arabia

En el estacionamiento del hotel Dorchester, en Londres, los príncipes árabes exhiben sus fabulosos autos (Sam - Flickr)
En el estacionamiento del hotel Dorchester, en Londres, los príncipes árabes exhiben sus fabulosos autos (Sam - Flickr)

Nada revela mejor la naturaleza de la especie humana que sus contrastes. Mientras millones de refugiados sirios huyen a Europa, los príncipes de los vecinos países del Golfo Pérsico derrochan millones de dólares en sus vacaciones estivales. Y en Occidente, con los mismos ojos que contemplamos la tragedia de los desplazados, admiramos la opulencia de los otros jovenzuelos, nacidos en cuna de petróleo.

Sheikh Rashid, éxtasis y muerte

Rashid estaba destinado a suceder a su padre, Sheikh Mohammed, Emir de Dubai. Pero a los 33 años lo alcanzó una muerte misteriosa, cuyas causas verdaderas desconocen todos fuera de la familia real. Un ataque al corazón, afirmó el Palacio de Zabeel. Cierto o no, el supuesto diagnóstico médico constituye una buena metáfora.

El joven Rashid simboliza los peores vicios de las monarquías del Golfo. Aclamado una vez como héroe nacional por sus medallas en el deporte ecuestre, designado para ocupar importantes funciones en la administración del emirato, cayó en desgracia en 2008 cuando su progenitor le retiró el título de heredero al trono. ¿Qué había ocurrido?

Sheikh Rashid llevó una vida de excesos que probablemente causaron su temprana muerte.
Sheikh Rashid llevó una vida de excesos que probablemente causaron su temprana muerte.

Más que por sus hazañas sobre el caballo, Rashid se hizo famoso en Occidente por sus orgías interminables en hoteles de Londres. Bacanales donde el sexo y las drogas hacían palidecer la más estrafalaria fantasía de un cineasta o un escritor. El príncipe derrochó generosamente su fortuna, estimada en 1.900 millones de dólares, hasta que colmó la paciencia del Emir.

Versiones nunca confirmadas por el Palacio de Zabeel sugieren que desde 2009 Rashid fue internado en un centro de rehabilitación para toxicómanos. De acuerdo con un cable del consulado de Estados Unidos en Dubai, desclasificado por Wikileaks, la desaparición del joven se debió más bien a su culpabilidad en el homicidio de un asistente de la casa real. La causa del incidente podría haber sido una sobredosis de esteroides.

Un verano en Londres

Si algún lector londinense encontrase esta historia, pasaría la página con indiferencia. Para los habitantes de la capital británica los excesos de la realeza árabe son escena común cada verano.

Los estados petroleros del Golfo Pérsico han cerrado la puerta a los refugiados (EFE/Nabil Mounzer)
Los estados petroleros del Golfo Pérsico han cerrado la puerta a los refugiados (EFE/Nabil Mounzer)

Cuando la estación hace insoportable la vida en la Península Arábica, los jóvenes príncipes vuelan a Europa en busca de un clima más acogedor y, sobre todo, de diversión. En las afueras de los hoteles de lujo de Londres –Claridge’s, The Dorchester—en el icónico centro comercial Harrods, los automóviles de decenas, cientos y hasta millones de dólares señalan al transeúnte que sus excelencias del Golfo han llegado.

La extravagancia de sus coches contrasta con la discreción que prefieren mantener, al menos en el Reino Unido. Del otro lado del Atlántico, en Beverly Hills, los príncipes árabes han dejado una huella menos disimulada. Uno de ellos, Majed Abdulaziz al-Saud, podría haber retornado a Arabia Saudita, luego de haber sido acusado de sodomía, agresión y detención ilegal contra al menos tres mujeres. Aunque pagó la fianza de 300.000 dólares y recibió una cita para la corte el 19 de octubre, pocos creen que se presentará.

Para la economía de Los Ángeles la esplendidez de la nobleza árabe justificaría algún que otro escándalo esporádico. Los hoteles, las tiendas de alta gama, los concesionarios de automóviles lujosos, los vendedores de bienes raíces… todos se benefician del torrente de dólares que fluye cada verano desde los pozos del Golfo Pérsico hasta California.

Y mientras, en Siria… Los países más ricos del Medio Oriente se han negado a recibir desplazados porque, dicen, ya han contribuido con millones de dólares en ayuda. También han financiado con millones a grupos rebeldes que se oponen a Bashar al-Assad, como parte del ajedrez sangriento que se juega en la región. Además, miles de sirios trabajan en Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. La política de los saudíes y emires se resume en una frase: profesionales calificados y mano de obra barata sí, refugiados no.