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La enfermedad que corroe las prisiones en EEUU

Latson deberá pasar otros seis meses en prisión si no recibe el perdón del gobernador McAuliffe.
Latson deberá pasar otros seis meses en prisión si no recibe el perdón del gobernador McAuliffe.

Reginald “Neli” Latson podría salir pronto del infierno en el que ha vivido desde mayo de 2010, cuando agredió a un policía en el condado de Stafford, Virginia. Todo depende del gobernador de ese estado, Terry McAuliffe, quien tiene la prerrogativa de perdonarlo y enviarlo a un centro de tratamiento en la Florida. Entonces, el joven autista recibirá la atención que ha necesitado en estos años de desencuentros con las autoridades.

Pero el caso de Latson dista de ser único en Estados Unidos. Las personas que sufren alguna enfermedad mental desbordan las prisiones norteamericanas. Los “viajeros frecuentes”, como les llaman, se hunden en un remolino de entradas y salidas de la cárcel, con frecuencia por delitos menores, sin acceso a un tratamiento psiquiátrico que les permita escapar de ese ciclo destructivo.

Maltrato tras las rejas

Ni el sistema de justicia ni la policía estadounidenses, en general, están preparados para manejar ciudadanos con trastorno mentales. La historia de Latson ilustra bien esa incomprensión. El 24 de mayo de 2010 esperaba en las afueras de una librería, cuando fue interpelado por un agente del orden. Incapaz de entender el requerimiento del policía, trató de huir primero y luego agredió al oficial que se lo impedía. Una reacción condenable en una persona normal, mas no en un autista.

Los altercados con las autoridades se repitieron después. La última vez lo habían recluido en una “celda de crisis”, sin cama ni instalaciones sanitarias, y habían interrumpido su medicación antipsicótica. En circunstancias tan estresantes, Latson quiso suicidarse y golpeó a otro agente de la prisión del condado de Stafford.

Más que una excepción, el abuso contra los enfermos mentales presos en Estados Unidos parece la norma. Una investigación publicada por The New York Times en julio pasado reveló la situación en la prisión de Rikers Island, donde el 40 por ciento de los reclusos padece de algún problema psiquiátrico.

Jerome Murdough, un ex marine que sufría problemas mentales, murió en Rikers Island. (AP/Jason DeCrow)
Jerome Murdough, un ex marine que sufría problemas mentales, murió en Rikers Island. (AP/Jason DeCrow)

El diario tuvo acceso a un informe secreto del Departamento de Salud e Higiene Mental de New York, según el cual el 77 por ciento de los presidiarios heridos gravemente habían recibido antes un diagnóstico de enfermedad mental. “El informe ayuda a poner al descubierto la cultura de brutalidad en la isla y deja en claro que los presos con problemas mentales absorben la peor parte de la violencia”, señaló el periódico.

El reportaje citaba casos como los de José Bautista, que debió ser operado con urgencia por una perforación en los intestinos, tras soportar una golpiza de un grupo de agentes correccionales; también Andre Lane, detenido en confinamiento solitario y vapuleado a pesar de las súplicas del personal médico de la prisión; o el caso de negligencia criminal de Jerome Murdough, un veterano de 56 años, afectado por esquizofrenia y abuso de drogas, muerto porque los custodios ignoraron sus quejas sobre la elevada temperatura en la celda, que superó los 37 grados Celsius (100 grados Fahrenheit).

De acuerdo con un reporte de la cadena británica BBC, desde 2003 más de 80 enfermos mentales han muerto por abusos o negligencia en las cárceles de Estados Unidos. En el clima de tensión habitual en los centros penitenciarios, ellos suelen caer como las víctimas más vulnerables.

De Blasio aspira a reducir el número de enfermos mentales en la cárceles de New York (Reuters)
De Blasio aspira a reducir el número de enfermos mentales en la cárceles de New York (Reuters)

Prisiones enfermas

Se estima que el 70 por ciento de la población penal en Estados Unidos padece algún tipo de problema mental. Esa cifra representa más de un millón de personas. Otros reportes señalan que el número de enfermos psiquiátricos en prisión es 10 veces mayor a los tratados en instituciones estatales de salud.

La investigación de The New York Times reveló que la mayoría de las personas que habían sido encarceladas en Rikers Island en varias ocasiones –hasta 18 veces en más de 400 casos—sufrían de adicción a las drogas o enfermedades como la esquizofrenia y los trastornos bipolares. Recientemente el alcalde Bill de Blasio lanzó un proyecto de 130 millones de dólares por cuatro años, para evitar que el encarcelamiento repetido de pacientes psiquiátricos por delitos menores.

La iniciativa de Blasio aspira a reforzar la red de apoyo comunitario. Esa podría ser la clave para resolver un drama nacional, provocado también por los continuos recortes a la asistencia a grupos vulnerables y de menores ingresos. El manejo de las enfermedades mentales, aunque muchos en EEUU lo crean, no es un asunto policial. El trabajo social ofrece, sin dudas, una salida más humana y menos costosa para los contribuyentes.