La ciudad fantasma que podría hacer la paz

Las cicatrices de la guerra aún definen el perfil de algunos edificios en Varosha (M(e)ister Eiskalt - Wikimedia Commons)
Las cicatrices de la guerra aún definen el perfil de algunos edificios en Varosha (M(e)ister Eiskalt - Wikimedia Commons)

Atrás quedaron los regalos de una boda reciente, el horno encendido, los álbumes de fotos familiares, una vida interrumpida por la guerra. Cuando el ejército turco lanzó su ofensiva sobre Famagusta el 14 de agosto de 1974, todos huyeron de Varosha. El barrio turístico de la antigua ciudad chipriota se transformó desde entonces en una urbe fantasma.

Cuarenta años después de la invasión que dividió esa isla del Mediterráneo, ha resurgido la esperanza de un reencuentro entre la población de origen griego y sus vecinos turcos. En el centro de esa luz de reconciliación emerge Varosha, símbolo absurdo del conflicto. Voces a ambos lados de la llamada Línea Verde han llamado a convertir el otrora lujurioso distrito en un ejemplo para Chipre y el mundo.

La playa desierta acentúa la imagen fantasmagórica de Varosha (Julienbzh35 - Wikimedia Commons)
La playa desierta acentúa la imagen fantasmagórica de Varosha (Julienbzh35 - Wikimedia Commons)

El paraíso perdido

Allí pernoctaron estrellas de Hollywood como Elizabeth Taylor, Paul Newman y Brigitte Bardot, recuerdan los chipriotas desde el otro lado de las alambradas que impiden el acceso a Varosha. La nostalgia se alimenta de un pasado glorioso. En el cénit de su esplendor, al moderno barrio era conocido como Las Vegas del Mediterráneo. Más de 12.000 habitaciones hoteleras acogían a viajeros de Norteamérica, Europa y el Medio Oriente, que se bronceaban a lo largo de una playa hoy desierta.

Tras la invasión turca, la ciudad cayó en desgracia. La guerra ahuyentó al turismo y paralizó el comercio del que había sido el principal puerto de Chipre. Los isleños de ascendencia griega escaparon al sur. En consecuencia, la urbe perdió casi la mitad de sus residentes y dejó de ser un punto de confluencia para diversas culturas de la región.

Los militares turcos prohíben las fotos y videos en las inmediaciones de Varosha (Dickelbers - Wikimedia Commons)
Los militares turcos prohíben las fotos y videos en las inmediaciones de Varosha (Dickelbers - Wikimedia Commons)

Los visitantes ocasionales describen un paisaje fantasmagórico. Algunos edificios muestran aún las cicatrices del bombardeo turco. Las huellas del saqueo son evidentes por doquier, mientras la naturaleza se ha apoderado de casas, calles y demás obras de infraestructura. Aunque el ejército de Ankara prohíbe las fotografías y videos, algunos logran capturar imágenes de la ruina, que a veces publican bajo el anonimato para evitar represalias.

A pocos metros, Famagusta languidece. Hoy la vieja urbe amurallada que inspiró a Emilio Salgari aparece en la lista de ciudades cuyo patrimonio está amenazado por una gestión deficiente.

El renacer de una ciudad fantasma

Pero la fatalidad podría alejarse del destino de Varosha y Famagusta si el deseo de los ciudadanos y la voluntad de los políticos entran en sintonía.

Las tradiciones cristiana y musulmana conviven en la arquitectura de Famagusta (Gerhard Haubold - Wikimedia Commons)
Las tradiciones cristiana y musulmana conviven en la arquitectura de Famagusta (Gerhard Haubold - Wikimedia Commons)

Intentos anteriores de reconciliación han fracasado frente al muro de discrepancias sobre cómo gobernar un Chipre unificado, las reclamaciones de propiedades perdidas en la guerra y el recelo de grupos extremistas en ambos bandos. Sin embargo, el descubrimiento de importantes reservas de hidrocarburos en las aguas de la isla ha cambiado el aspecto del tablero político.

Grupos como la Iniciativa Bi-comunal de Famagusta han propuesto revivir esa ciudad con el esfuerzo conjunto de las comunidades empresariales turcochipriota y griega, bajo supervisión internacional de la Unión Europea y Naciones Unidas. Ese movimiento ciudadano, surgido en noviembre de 2013, manifiesta el cansancio de una población que prefiere construir sobre las viejas heridas, en lugar de eternizar los rencores.

Otro grupo de especialistas de diversas partes del mundo ha emprendido el proyecto de Ecociudad de Famagusta. De realizarse, la urbe chipriota se transformaría en un asentamiento sustentable, movido por fuentes de energía limpia, capaz de generar empleo para los jóvenes y atraer inversiones de empresas interesadas en tecnologías ecológicamente responsables.

Si bien los sueños de reconciliación en Chipre aún pueden tropezar contra las añejas contradicciones políticas, la presión de la sociedad civil chipriota terminará más temprano que tarde por romper la inercia. Varosha resucitada y el renacimiento de Famagusta podrían mostrar el camino a otras regiones en conflicto, donde la muerte y la ruina parecen instaladas para siempre.