Joven y desempleado, el retrato de millones en América Latina

El difícil acceso a la educación y la precariedad laboral han encendido protestas juveniles en el continente (Davidlohr Bueso - Flickr)
El difícil acceso a la educación y la precariedad laboral han encendido protestas juveniles en el continente (Davidlohr Bueso - Flickr)

Si el mercado de trabajo dependiese solo del crecimiento económico, los jóvenes latinoamericanos disfrutarían hoy de una bonanza extraordinaria. Porque la mayoría de los países de la región han vivido un auge notable en los últimos años. Pero... la abundancia y las oportunidades tardan en llegar a quienes inician su carrera profesional. La vida es particularmente dura para los menores de 24 años.

El continente puede contar aún con una abundante fuerza joven. Sin embargo, las tendencias demográficas apuntan hacia un acelerado envejecimiento, luego la contribución de este grupo poblacional es determinante para la prosperidad presente y futura. La paradoja: esta generación se clasifica como la mejor preparada de la historia. ¿Por qué penan tanto entonces para encontrar un empleo?

Las cifras

Las estadísticas de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) dan razones para alarmarse. El desempleo entre los jóvenes latinoamericanos se sitúa en 13,3 por ciento, el triple de la tasa entre los adultos. Pero los que trabajan tampoco tienen garantías sobre su horizonte económico. Seis de cada 10 laboran en el sector informal, lo cual se traduce en bajos salarios, cero protección social y ausencia de derechos.

Otra cifra provoca estupefacción: alrededor de 13 millones de muchachos entre 15 y 24 años no estudian ni buscan empleo. Integran un ejército conocido en varios países como los "nini". A muchos los abruman las exigencias de un mercado de trabajo que demanda experiencia, mas no siempre ofrece oportunidades para adquirirla.

El desempleo ha golpeado con particular dureza a los jóvenes en la Unión Europea (Foto AP/Andres Kudacki)
El desempleo ha golpeado con particular dureza a los jóvenes en la Unión Europea (Foto AP/Andres Kudacki)

Los datos podrían ser peores. Según fuentes citadas en un reciente informe de Naciones Unidas sobre las perspectivas del empleo en el planeta, el paro juvenil supera en seis o siete veces las estimaciones de la OIT (13 por ciento a nivel global). En ese contexto, América Latina aún sale relativamente bien parada, frente a las tasas de escándalo de países europeos como Grecia y España.

Las soluciones

En los sucesivos congresos, reuniones, cumbres, encuentros y asambleas que salpican la agenda sobre el tema, se escucha con frecuencia el término “política públicas”. Esas dos palabras a la moda en la boca de políticos, expertos y activistas, engloban cualquier iniciativa gestionada por los Estados, poco importa el sector. Y como sucede con frecuencia en esos eventos que ocupan fugazmente los titulares, detrás de las bellas palabras solo queda una estela de espuma.

Nadie duda de la importancia de la educación para mejorar las perspectivas de inserción en el mercado laboral. Sin embargo, muchos jóvenes terminan estudios universitarios y chocan con un medio empresarial que necesita de otras competencias. Como si la academia se hubiese quedado dormida, mientras la economía tomaba otro rumbo. Por el contrario, personas con menores niveles de instrucción encuentran empleo, pero en actividades de baja calificación y salarios.

La economía informal ofrece empleos sin garantías sociales ni derechos laborales (AP/Ezequiel Abiu Lopez)
La economía informal ofrece empleos sin garantías sociales ni derechos laborales (AP/Ezequiel Abiu Lopez)

Por otra parte, el obstáculo de la experiencia engendra un círculo vicioso. Algunos gobiernos de la región han puesto en vigor legislaciones que estimulan la contratación de jóvenes en el sector público y privado. Las subvenciones para un primer empleo y las pasantías, más que un gasto para la hacienda, constituyen una inversión que terminará por devolver frutos a la sociedad.

Finalmente, los gobiernos deben fomentar el espíritu emprendedor de los jóvenes, con programas de formación en gestión de negocios, créditos y facilidades fiscales. Las microempresas y las pequeñas y medianas empresas emplean al 67 por ciento de los trabajadores de América Latina. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, las pymes podrían contribuir a un cambio estructural en la economía de la zona y favorecer, mediante el aumento de los ingresos, la inclusión social de grupos vulnerables.

Las soluciones al desempleo y la informalidad laboral entre los jóvenes existen. Solo falta entonces la voluntad política y la constancia de las administraciones, una rara avis en la región. Ignorarlos constituye no solo una amenaza para el futuro económico, sino también para la perennidad de la democracia.