Joven rehén muere por disparos del policía que trataba de salvarla

Ocho balazos disparados por un policía terminaron en tragedia. La intención del oficial implicado era justo la contraria: salvar a la joven estudiante Andrea Rebello de un hombre enmascarado que irrumpió en la casa de la joven y la utilizaba como escudo humano, armado con una pistola.

Rebello, de 21 años, era estudiante de la Universidad Hofstra y residía en una zona acomodada del área de Uniondale, Long Island, cercana a la ciudad de Nueva York.

Todo se precipitó en unos instantes el pasado viernes 17 de mayo. El agresor, identificado como Dalton Smith, un expresidiario de 30 años con una larga historia criminal que violó su libertad condicional, pasaba por el vecindario y vio la puerta de la casa de Rebello abierta.

En la casa se encontraban Andrea, su hermana gemela Jessica, el novio de esta y una amiga. Smith, portando una máscara de Ski en la cara, irrumpió en la vivienda y amagó con su arma a los jóvenes, según fuentes oficiales –entre ellas el teniente John Azzata- citadas por medios de comunicación.

Smith les exigió dinero o valores y los obligó a subir al segundo piso de la vivienda. Como en la casa no guardaban mucho dinero, Smith les exigió ir a sacar efectivo de su cuenta bancaria. La amiga de las hermanas se ofreció para ir. El agresor la amenazó, según las fuentes policiales: si no regresaba en ocho minutos mataría a una de sus amigas.

Ella salió de la casa rumbo al banco y llamó al 911. La policía se presentó en el lugar. Smith dijo a Jessica que dijera a los policías que todo estaba bien, pero ella salió de la casa y dijo que dentro había un hombre armado.

Entonces todo tomó un ritmo dramático y vertiginoso. Smith bajó las escaleras con sus rehenes mientras policías se preparaban para entrar en la casa. El novio de Jessica logró cubrirse tras los muebles pero Smith sujetó a Andrea y le apuntó con su pistola en la cabeza. Smith trató de escapar por una puerta trasera cuando vio al policía. En unos segundos el desenlace tomó un giro sangriento. Smith clamaba que mataría a la joven cuando de pronto apuntó su pistola al policía. En ese momento de extrema tensión, el policía decidió disparar y descargó ocho tiros. Siete abatieron a Smith pero uno impactó a Andrea Rebello, al parecer en la cabeza. Ambos murieron.

La polémica se ha desatado ahora sobre si la decisión del policía de disparar estaba justificada o fue negligente. En unos cuantos segundos debió decidir si el riesgo era lo suficientemente grave como para descargar su arma en el agresor cuando estaba en muy cercano contacto con su rehén.

Según la agencia AP, el oficial que disparó no ha sido identificado pero era un veterano de más de 12 años de servicio, no un novato impresionable en un caso difícil. Pero también salta la pregunta: ¿por qué el oficial descargó ocho tiros si probablemente con uno solo y certero podría haber abatido a Smith sin afectar a su rehén?

Expertos citados por AP consideran que el policía genuinamente quería salvar a la víctima, pero algunos también afirmaron, como el exoficial y profesor de estudios policiales Eugene O’Donell dijo a AP, que el punto principal es si la policía consideró o no el incidente como un caso de rehenes, pues en ese caso se debieron seguir protocolos que implicaban ganar tiempo y tratar de negociar. Pero O’Donell también añadió que en un momento crítico en el que el agresor y el policía se miran frente a frente apuntándose con armas de fuego el tiempo para decidir es mínimo y cualquier determinación es de vida o muerte.

La investigación del caso continúa, pues hay aún cabos sueltos por aclarar. El fiscal de distrito del Condado de Nassau determinará si el uso de fuerza letal fue justificado, pues existen normas legales que prohíben poner en peligro la vida de civiles.

Mientras, el dolor de familiares y amigos de Andrea Rebello es grande. Sus compañeros de la Universidad Hofstra la lloraron el pasado domingo en su ceremonia de graduación. El funeral está programado para el viernes, según medios de comunicación. La pérdida en unos instantes de Andrea les dolerá quizá para siempre.