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Italianos hacia las urnas. ¿Y hacia el abismo?

«Queridos conciudadanos y parroquianos: no vayan a votar, puesto que en esta campaña electoral a nadie importan la batallas que nuestra población combate desde muchos años por el derecho a la vida y a la salud».

Y también: «Cada voto es precioso...  pedimos a la opinión pública y a los electores que se vote, como induce una exigencia responsable».

Entre muchos, aquí dos mensajes diametralmente opuestos. La primera es una carta abierta de don Peppe Trifirò, apreciado párroco de Valle del Mela, en la provincia siciliana de Messina. El segundo es el manifiesto de un grupo de conocidos exponentes del mundo de la cultura tendencialmente de izquierdas y entre cuyos firmantes está el semiólogo y escritor Umberto Eco.

Hay que tomar todo con la prudente perspectiva, siendo conscientes de las dimensiones de cada apelación. La última rebeldía de un sacerdote, justamente harto de que políticos y administración hayan ninguneado por mucho tiempo los problemas y las preocupaciones ecológicas de unas poblaciones amenazadas por un electroducto.

La llamada a la responsabilidad, aunque escorada ideológicamente, de gentes de la cultura que temen un futuro nada sólido, confuso y con nubarrones cargados de tormenta. Pero los dos que cito sólo son ejemplos de dos grandes tendencias, opuestas y sin embargo difundidas entre la población italiana y que abarcan a todas la aficiones, ideologías, costumbres, pertenencias y ubicación geográfica y social.

Hay un temor palpable. Hasta pánico, a pesar de que la posibilidad puedan acariciarla pequeños grupos minoritarios. Y es el temor a que ahora se vaya a votar, pero que se tenga que volver a las urnas antes del verano. Desde luego, y lleva siendo polémica constante así como indecisión por intereses cruzados, la actual ley electoral no favorece resultados como en los tiempos de las claras mayorías.

Aunque teóricamente añada más dosis de democracia porque muchas sensibilidades están en juego, la fragmentación del espectro y de los equilibrios parlamentarios hace muy complicadas las alianzas. Y el viejo bipolarismo puede darse por roto. Por los pequeños grupos, por la merma de los grandes y, sobre todo, por el nuevo movimiento populista de protesta liderado por el cómico Beppe Grillo.

Si Italia se precipitara en un abismo político, podríamos regresar al acantilado de hace un año. Antes del gobierno de Mario Monti, Italia era el país clave: si hubiese estallado, los problemas para la zona euro hubiesen sido enormes». Las declaraciones de éste y otros observadores en toda Europa - desde el mundo universitario, económico, empresarial,  y político – transpiran preocupación por todos los poros.

Por las afirmaciones y promesas antieuropeas de algunos contendientes, por la incertidumbre sobre cual ser la futura línea política y económica italiana; pero principalmente, o por lo menos de forma más inmediata; por la imposibilidad de que las urnas den una base sólida para la gobernabilidad. Y no faltan quienes ya temen los mercados convulsos y la prima de riesgo por las nubes en algunos países, con sus respectivas deudas hinchadas aún más.

Pierluigi Bersani, el líder del centro-izquierda, está hablando en estas últimas horas de la necesidad de hacer lo que define “scoutismo”, algo como explorar y captar a lo boy scout. Y hasta el centro de Mario Monti no descarta la idea. Ante la posible irrupción de las huestes de Grillo – según los sondeos un centenar de diputados la mayoría sin experiencia política y que ideológicamente van desde la izquierda hasta la derecha – se trataría de conseguir la gobernabilidad de un parlamento complejo atrayendo a esos “novatos” al terreno de la responsabilidad.

Es evidente que se trata de ideas, especulaciones e intentos de estar preparados ante una posible, permítanme el juego facilón, “jaula de grillos”. Porque, leyendo programa y escuchando promesas y declaraciones, los que algunos ven como antisistema se proponen el alejamiento con respeto a “La Casta” política y, si se tercia, hasta de conseguir la paralización parlamentaria mediante boicot.

Y sin olvidar a Silvio Berlusconi, muy crecido y que con la Lega Nord, su aliada, apunta a una vuelta consistente a la escena nacional y a la gobernación de Milán y de la Región Lombardía. Ésta es la región cuyos votos pesarán, más bien serán determinantes, porque sus electos, por las peculiaridades de la ley electoral, podrán establecer si el probable ganador, Bersani, alcanzará o no la mayoría en el Senado.

A falta del control de la Cámara Alta, podría ser determinante el centro de Monti con una alianza a la que el centro-izquierda no podría sustraerse si quiere gobernar. Pero Silvio Berlusconi puede hace saltar todo eso por los aires. Dependerá de su resultado electoral. En cualquier caso, el “Cavaliere” es el adversario de todos, y de Bersani y Monti, con quienes nunca podría entenderse, lo es sin duda alguna.

Pero los juegos ya están hechos y las cartas echadas. Habrá que esperar y ver cuáles serán las formaciones y los  números en campo. Ahora acaba el ruido de una campaña electoral muy combatida y a golpe de ofertas, unas creíbles y otras de imposible cumplimiento. En la platea, millones de italianos que en las próximas horas reflexionarán y que podrán dar la sorpresa.

A unos y hasta a todos los políticos y observadores expectantes. Porque elegirán desde la responsabilidad y la implicación al pasotismo absoluto, pasando por el desprecio y el “muera Sansón con todos los filisteos”. Lo que saldrá de las urnas de la Bota, sin embargo, además de perfilar el futuro de los italianos, tendrá no poca incidencia en los países socios de la Unión Europea. Sobre todo, en los de sur.

Pues “al loro”.

Fuente: Yahoo! España
Italianos hacia las urnas. ¿Y hacia el abismo?