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Esclavos en el siglo XXI

La pobreza arrastra a miles a la esclavitud en Brasil (Maria Hsu-Flickr)
La pobreza arrastra a miles a la esclavitud en Brasil (Maria Hsu-Flickr)

El desmantelamiento de redes de trabajo esclavo sacude con frecuencia a América Latina. Desde los talleres textiles de Buenos Aires hasta las plantaciones de Morelos, miles de personas laboran bajo condiciones de servidumbre, como un eslabón oculto de la cadena que termina en la canasta de los consumidores, la mayoría de los cuales ignora el origen de los productos.

A inicios de junio las autoridades argentinas descubrieron una red de tráfico de trabajadores colombianos. Este año las denuncias de organizaciones de la sociedad civil contra compañías del sector textil se han disparado en ese país suramericano. Según estos reclamos, detrás de famosas marcas de ropa y calzado se esconde la explotación a inmigrantes y nacionales provenientes de zonas empobrecidas.

Al norte, en Brasil, el Senado ha abierto la puerta a la aprobación de una ley de expropiación de tierras a quienes utilicen mano de obra esclava. Tras varios años de discusión en el parlamento, la medida representaría el tiro de gracia para erradicar un problema que avergüenza a los brasileños.

Argentina y Brasil ejemplifican la persistencia del trabajo forzoso en el mundo. Según cálculos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), alrededor de 21 millones de personas son sometidas a condiciones de esclavitud en el planeta, de ellas 1,8 millones en América Latina.

La OIT define el trabajo forzoso como “toda labor o servicio exigidos a un individuo bajo la amenaza de un castigo y para el cual esa persona no se ha ofrecido de forma voluntaria”.

Brasil: la pobreza engendra esclavos

De acuerdo con un informe de Anti-Slavery International, la más antigua organización dedicada a la lucha contra la esclavitud en el mundo, la expansión de la agricultura en la Amazonía brasileña durante las décadas de 1960 y 1970 provocó el resurgimiento del trabajo forzado en esa nación suramericana.

El sistema de captación y sometimiento de las víctimas es brutal. Engañados en sus poblados de origen, casi siempre en el empobrecido noreste, los obreros marchan a las fincas ganaderas, los campos agrícolas, los aserraderos o las carboneras con la ilusión de contribuir a la economía familiar. Pero el camino se tuerce desde el inicio cuando los patrones les imponen el pago de deudas por el transporte, la comida y el alojamiento, todo a intereses desmesurados.

Ese endeudamiento interminable y las condiciones represivas que persisten en los lugares de trabajo –guardias armados o amenazas directas de tomar represalias contra sus familias--, amedrentan a muchos y los mantienen cautivos de sus explotadores.

A pesar de la decisión de Brasilia de enfrentar la esclavitud, hecha oficial por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2003, las medidas del gobierno federal han tenido un éxito desigual. Las condenas contempladas por el sistema de justicia brasileño para quienes utilizan mano de obra esclava no han mostrado un efecto disuasorio suficiente. En no pocas ocasiones los inculpados cumplen la sentencia en sus casas o cambian sus penas por trabajo comunitario. El poder de los hacendados atemoriza también a las autoridades locales, cuando los casos trascienden la jurisdicción federal.

Mientras, la enmienda constitucional para castigar con la expropiación de tierras a los infractores, presentada en 1999, permanece varada en la Cámara desde 2004. Un acuerdo en el Senado a finales de junio podría impulsar definitivamente su aprobación antes de que concluya este año.

Argentina: sombrío paraíso para los textiles

Alrededor de medio millón de personas trabajan en Argentina en condiciones cercanas a la esclavitud. Esa es la cifra que esgrimen organizaciones no gubernamentales como La Alameda, que ha emprendido una cruzada contra los talleres clandestinos donde se elaboran ropas y calzado de reputadas marcas.

En marzo pasado la Alameda acusó al grupo español Inditex, dueño de la cadena de boutiques Zara, de utilizar mano de obra forzada en tres talleres en Buenos Aires. Esas fábricas ilegales, donde trabajaban emigrantes indocumentados, fueron desmanteladas. La compañía negó su implicación con esos distribuidores, a pesar de sus antecedentes en un caso similar denunciado en Sao Paulo en 2011.

Según el reporte de Anti-Slavery International, en Argentina confluyen redes de tráfico humano desde países como Paraguay, República Dominicana y Brasil. La mayoría de las víctimas son mujeres sin papeles migratorios, obligadas a ejercer la prostitución. A ese contrabando de extranjeras se suma el secuestro de argentinas también para alimentar los prostíbulos locales.

Los pueblos indígenas sufren aún la discriminación heredada de la colonización europea (AFP)
Los pueblos indígenas sufren aún la discriminación heredada de la colonización europea (AFP)

Pueblos indígenas: la herencia de la colonia

“En América Latina, al igual que hace siglos las principales víctimas del trabajo forzoso son los pueblos indígenas”, asegura un informe presentado en 2011 al Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, de Naciones Unidas.

Los herederos de los pueblos originarios de América Latina han sido durante decenios una presa fácil para empresas privadas y estatales, que han aprovechado la pobreza y la ignorancia para someterlos a regímenes de servidumbre.

De acuerdo con ese reporte, esa situación resulta particularmente grave en regiones remotas de Perú, Bolivia y Paraguay, donde los indígenas trabajan en haciendas, plantaciones azucareras y de castaña, y en la industria maderera. Los jornaleros permanecen atados al llamado sistema de “enganche”, que los aplasta de año en año con deudas impagables.