El monumento que no quiere más visitantes

Estos días la gente hace cola en los cines para ver el biopic de Margaret Thatcher. Pero, ojo, hay otra Dama de Hierro mucho más famosa que atrae a las masas durante todo el año desde 1889. Hablamos, por supuesto, de la Torre Eiffel. Este veterano emblema de París batió el año pasado su propio récord de visitas. Más de siete millones de personas demostraron su interés por la construcción más icónica de la capital francesa.

Aumento de ingresos

El presidente del monumento, Jean-Bernard Bros, ha declarado que esta cifra de turistas no debe superarse nunca. Si crece el número de visitantes comienza el riesgo de accidentes o de que la estructura resulte dañada. Este año comienzan las reformas del primer piso, el nivel de la torre que menos beneficios genera. Durante los próximos 18 meses el suelo de la primera planta se cambiará por uno de vidrio. Se calcula que un veinte por ciento más de turistas pagarán por contemplar París a sus pies. Con esta maniobra también se busca descongestionar el segundo y tercer piso, los más saturados. Entre 2008 y 2015 el ayuntamiento habrá gastado 170 millones de euros en diversos retoques a este famoso monumento.

Efecto bumerán

La regeneración de la Torre Eiffel no es un problema aislado. El gancho mediático de París, constantemente alimentado por el cine y los anuncios, parece no tener techo. La catedral de Notre Dame superó los13  millones de vistas en 2011, el museo del Louvre se acercó a nueve y el Palacio de Versalles registró seis millones y medio. Los responsables de Turismo temen un "efecto bumerán": que las masas de viajeros atraídos por la ciudad se empiecen a hartar de largas colas y de las aglomeraciones durante sus visitas. Ir al Louvre una vez en tu vida y moverte como si estuvieras en el primer día de rebajas le puede quitar a cualquiera las ganas de repetir la experiencia.