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El mayor arrepentimiento de Bill Clinton durante su mandato

Se cumplen dos décadas de un suceso que conmocionó al mundo entero y que destapó las vergüenzas de los países occidentales. Paralizados y superados por la situación, la inacción provocó una de las peores tragedias del siglo XX. Fue en Ruanda, un pequeño país de África Central. Ahora, 20 años después, Bill Clinton, presidente de Estados Unidos en ese momento y uno de los hombres más poderosos del planeta, se arrepiente profundamente de no haber logrado parar una brutal matanza.

Y es que durante varios meses se produjo un genocidio masivo sobre una de las etnias del país, los tutsis, por parte de la otra etnia, los hutus, que era mayoritaria y que quería exterminar a unos vecinos con los que hasta ese momento habían logrado vivir en paz.

Aunque no se conocen cifras, las estimaciones hablan de que murieron entre 500.000 y 1 millón de personas ante la atenta mirada del mundo entero, que decidió cerrar los ojos y no usar esa palabra que aún resuena fuertemente en la cabeza de los protagonistas políticos que no quisieron intervenir: genocidio.

Porque en ningún caso en todo el tiempo que duraron estos asesinatos sistemáticos Clinton pronunció ese vocablo que hubiera obligado a Estados Unidos a intervenir en Ruanda. Ese fue el mayor error que cometió en sus 8 años de mandato.

Es al menos lo que afirma Samatha Power, embajadora estadounidense ante la ONU y autora hace ya más de una década del libro "A problem from Hell: America and the Age of Genocide" ("Un problema desde el infierno: América y la Edad del Genocidio"), una obra que la convirtió en una reputada crítica de la política exterior del país.

“Es el mayor arrepentimiento de su presidencia”, aseguró Power tras haber hablado varias veces con el expresidente. “Creo que los hechos le influyeron. Ocurrió todo muy rápido y solo habían pasado 6 meses de lo de Somalia (la Batalla de Mogadiscio, conocida finalmente como ‘Black Hawk Derribado’ gracias a la película en la que murieron 19 estadounidenses). Mucha gente que le rodeaba supuso que 6 meses después de esto, él no quería mandar tropas estadounidenses”, argumenta.

Pero Estados Unidos no es el único país que debe sentirse culpable por lo que pasó en Ruanda. Francia protegió durante años a varios sospechosos de haber perpetrado las matanzas e incluso ocultó pruebas.

Su implicación en el conflicto fue tan cuestionable que Sarkozy en 2010 tuvo que admitir que se habían cometido graves errores. Y Ruanda no les perdona; el actual presidente, Paul Kagame, ha acusado al país galo por su participación y ha vetado su presencia en los actos de homenaje de esta misma semana.

En apenas 100 días, entre abril y julio de 1994, la historia de un país y del mundo entero tuvo que reescribirse después de unos hechos que pusieron de manifiesto una despiadada realidad que 20 años después sigue presente como si no hubiera pasado el tiempo.

Publicado originalmente en Gaceta Trotamundos.