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El maestro de sushi que fue el mejor amigo de Kim Jong Un

Kim Jong Il en 2008 (Agencia de Noticias Central Norcoreana)
Kim Jong Il en 2008 (Agencia de Noticias Central Norcoreana)

Kenji Fujimoto sabía muy poco de Corea del Norte cuando fue invitado a enseñar a preparar sushi a los aprendices de su capital, Pyongyang. Pero en Japón, donde este hombre había dominado la técnica del pescado crudo a la perfección, no ganaba mucho dinero, y le apetecía ver mundo así que, en agosto de 1982, dejó a su mujer y dos hijas en el país nipón y se embarcó en una aventura norcoreana que tenía que durar un año.

Lo que no sabía es que de aquel viaje saldría una íntima amistad con el dictador Kim Jong Il y su hijo, el actual dirigente Kim Jong Un, que le cambiaría la vida para siempre y que recuerda ahora en una exhaustiva y reveladora entrevista.

Fujimoto empezó trabajando jornadas de diez horas, despedazando y troceando pescado crudo ante docenas de alumnos que intentaban replicar sus dechados movimientos. Por las noches, era uno más entre los otros trabajadores invitados (técnicos e ingenieros chinos, sobre todo) que se hospedaban en el mismo hotel y cantaban canciones hasta bien entrada la noche.

Entonces llegó el otoño y, con él, los tres Mercedes. Tres coches que aparcaron un día frente a su escuela para que él se subiera. Uno de ellos estaba lleno de militares y agentes de seguridad. Otro, de mujeres que serían utilizadas como esclavas sexuales. El tercero era más misterioso y solo tenía una extraña matrícula: 2-16.

Alimentando al hombre del periódico

Los hombres querían que Fujimoto les sirviera sushi mientras ellos seguían con una de las características fiestas del régimen norcoreano, que duran días y días. Fujimoto cortó y preparó varios bocados de sus especialidades, aunque todos parecían ir para un hombre que siempre tenía ganas de más. Fujimoto no sabía quién era hasta que lo volvió a ver al día siguiente en el hotel, mientras hablaba con una de las señoras de la limpieza.

Solo que no lo vio en persona, sino en una foto de un periódico. "En cuanto le dije que la noche anterior le había servido la cena a ese hombre, ella empezó a temblar", recuerda ahora el chef del momento en el que se dio cuenta de la identidad de su invitado, el único capaz de tener una matrícula con su cumpleaños (2 por febrero y 16 por el día). "Y entonces yo empecé a temblar". El hombre misterioso era la figura más poderosa y más temida de Corea del Norte. Kim Jong Il.

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Así fue cómo Fujimoto empezó a convertirse en el cocinero de referencia del Querido Líder. Acudía a sus fiestas, preparaba sushi y recibía los sobres llenos de billetes de dólares americanos que el propio Il le entregaba. Al poco, el sátrapa estaba invitando al cocinero a jugar a yut nori, un juego de tablero norcoreano, con él. En esas partidas le preguntaba por la vida en Japón (el enemigo de Corea) y, reputado cinéfilo como era, por el cine de allí. "Creía que era diferente a todos los hombres que le rodeaban, que siempre querían ser amables y agradables con él".

Los dos bebían Bordeaux y se rodeaban de las bellas mujeres que Kim Jong Il secuestraba de los pueblos de su país para que le complacieran (previo paso por escuelas de canto y masaje de todo el planeta). También veían las películas de Arnold Schwarzenegger que más le gustaban al líder. Fujimoto no sabía lo suficiente de Corea del Norte como para contradecir lo que le contaban, que aquel era un líder benevolente y que en Corea todo iba bien.

Pensando que había tenido una aventura de lo más curiosa, volvió a Japón.

"Te daré una esposa y serás el niñero de Kim Jong Un"

Cuatro años después, el Querido Líder lo volvió a necesitar. Había perdido a su amiga más querida, una actriz surcoreana llamada Choin Eun-hee, que estaba allí contra su voluntad. Fujimoto fue ascendido a chef personal de Kim Jong Il y descubrió que las cosas habían cambiado: las chicas que lo acompañaban ya no eran secuestradas sino que formaban parte de un departamento en su Gobierno, la División del Placer. El líder también se había obsesionado con su longevidad y tenía a 200 personas vigilando su comida (cada grano de arroz tenía que ser perfecto, sin fisuras, por ejemplo).

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Pero también necesitaba compañía. En cuanto hubo asegurado la presencia de Fujimoto para, al menos, los próximos diez años (con la promesa de un restaurante que nunca le entregó), lo puso a prueba: le retó a una carrera sobre motos acuáticas y se puso un poco por detrás de él. Fujimoto no se dejó ganar, para escándalo en la corte del sátrapa.

Él, sin embargo, se lo agradeció. Sabía así que su cocinero y amigo era alguien sincero. Así que le regaló una esposa, una actriz que habían visto juntos por la televisión, y le pagó el costosísimo divorcio de su mujer japonesa. No hablaban el mismo idioma pero podían vivir juntos.

Un día, Fujimoto estaba paseando por el parque con sus hijos y los del Querido Líder. Había traído una cometa para el pequeño y agresivo Kim Jong Un, que tenía un dibujo japonés pero no cola. Así que el chef exigió que se le trajera papel, pegamento y tijeras e hizo una ante la mirada atónita del séquito del futuro heredero. Hacer algo que no había pedido era insultarlo, como poner en duda su capacidad de hacer las cosas. El resultado, de nuevo, fue diferente: Kim Jong Il lo nombró niñero oficial de sus hijos.

Intento de asesinato

Eran los buenos tiempos, antes que Corea del Norte se viera asolada por una hambruna que mató, se cree, a dos millones de personas. Es algo que Fujimoto no vería: se fue a Japón a comprar pescado y, en cuanto las autoridades vieron que tenían el pasaporte del hombre que más sabía del régimen más opaco del mundo, lo detuvieron.

Kim Jong Il mandó a un asesino para matarlo antes de que revelara nada pero el chef sobrevivió. Y hasta siguió la llamada de su amigo y volvió a Corea del Norte, donde fue detenido y obligado a no salir de casa. Antes de ser enviado a uno de los terribles campos de concentración de los que a estas alturas había oído hablar, decidió escapar. Sabía que Kim Jong Il no mataba a mujeres, así que su mujer estaba a salvo.

Se las apañó para llegar a Japón e intentó rehacer su vida. Estaba solo y no tenía trabajo. Hoy, el hombre mimado del régimen más despilfarrador del mundo sigue siendo pobre.

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Fuente: Yahoo! España
El maestro de sushi que fue el mejor amigo de Kim Jong Un