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El hombre que luchó incansablemente para demostrar que estaba vivo

Por Alfred Lopez

¿Qué ocurriría si un día te das cuenta que en todos los documentos oficiales constas como persona fallecida y por mucho que lo intentas nadie arregla dicha situación? Imagina que alguien ha ido al registro, ha indicado que has muerto y pide que se pongan a su nombre todas tus pertenencias.

Es lo que le sucedió a Lal Bihari, un joven agricultor de 15 años de la India, que cierto día descubrió que figuraba como persona fallecida tras acudir a una entidad bancaria con el fin de gestionar un préstamo y éste le fuese denegado. A lo largo de las siguientes dos décadas, Bihari luchó incansablemente contra una burocracia incompetente y corrupta que permitía (a través de sobornos) registrar como fallecidos a cientos de ciudadanos para traspasar todas las propiedades y todo el dinero a personas sin escrúpulos.

Durante 18 largos años (1976-1994), a Lal Bihari le tocó batallar e intentar demostrar que no había muerto y que su incursión en ese listado se debía a una treta realizada por su propio tío para quedarse con todo lo que le pertenecía. Todos los días se presentó ante las autoridades para demostrarles que no había fallecido, cometió delitos para así ser detenido y  poder dar fe de su condición de 'no muerto', pero no había manera de que atendiesen sus quejas y peticiones.

En 1980 descubrió que no era el único caso y que, otros muchos como él (aproximadamente un centenar), peregrinaban de una ventanilla a otra, sin que tampoco les hicieran caso. Fue en ese momento cuando se le ocurrió fundar la Mritak Sangh (Asociación de personas muertas) en Uttar Pradesh (estado en el que residía y el de mayor población de la India). Pensó que la unión de todos los afectados ayudaría a presionar a la burocracia gubernamental y así poder ser inscritos de nuevo en el registro de personas vivas.

Pero no solo se dedicó a demostrar que estaba vivo, sino que tuvo que salvaguardarse de no morir asesinado por parte de su tío, quien se había apoderado de todos sus bienes. De haber conseguido matarlo, jamás hubiera sido condenado ni culpado, ya que según las leyes no se puede juzgar a alguien del asesinato de una persona que ya está muerta.

Lal Bihari lo tenía todo en contra. Como modo de protesta añadió a su apellido la palabra Mritak (muerto), pero aun así no recibía contestación favorable a su solicitud para volver a figurar como vivo.

Entre los muchos actos que realizó Lal Bihari Mritak estuvo el de presentarse a las elecciones generales de 1989, dándose la paradoja que se le admitió como candidato pero no se le reconoció oficialmente como persona viva. También secuestró a su propio primo (hijo de la persona que había usurpado todas sus propiedades) y a pesar de ser detenido y encarcelado siguió en su misma condición.

Finalmente, en 1994, tras una difícil batalla judicial, logró anular su muerte y recuperar todas sus pertenencias y propiedades. Por aquel entonces, la asociación Mritak Sangh tenía miles de asociados y la popularidad de Lal Bihari era descomunal.

En el año 2003 se le concedió el Premio Ig Nobel de la Paz por tres motivos: su intensa vida y lucha tras ser declarado como persona muerta, por su campaña para acabar con la corrupción y la burocracia en la India y por la creación de la Asociación de personas muertas (Mritak Sangh).

Fuentes de consulta: hindu.com / time.com / nytimes.com