El fracaso del “socialismo” venezolano

El sistema eléctrico venezolano ha colapsado en varias ocasiones desde 2009 (AFP)
El sistema eléctrico venezolano ha colapsado en varias ocasiones desde 2009 (AFP)

El apagón que dejó sin electricidad a buena parte de Venezuela y sumergió en el caos a Caracas podría ser otro mal augurio para el gobierno de Nicolás Maduro. Aunque el presidente ha acusado a la oposición de ejecutar un “golpe eléctrico”, las fallas en el sistema energético representan apenas una porción de los crecientes problemas de la economía venezolana.

El discurso optimista de Miraflores no ha podido ocultar la inminencia de una crisis. El ministro de Finanzas, Nelson Merentes, reconoció a inicios de mes que al chavismo "le hace falta tener éxito económico". El "socialismo del siglo XXI" de Hugo Chávez ha priorizado los programas sociales a costa de los ingresos petroleros, mientras la economía se hunde sacudida por ineficaces políticas estatales.

Muchos venezolanos, agobiados por la escasez de productos básicos y la violencia, se preguntan seguramente si Maduro logrará evitar la recesión. El mandatario tendrá que adoptar profundas reformas en los próximos meses al margen de su disputa ideológica con la oposición si aspira a convertir en hechos las promesas de su gobierno.

La oposición acusa al gobierno de malgastar la jugosa renta petrolera (EFE)
La oposición acusa al gobierno de malgastar la jugosa renta petrolera (EFE)

El socialismo del siglo XXI, ¿déjà vu?

Durante su mandato Chávez proclamó la construcción de un nuevo sistema, alternativo al capitalismo prevaleciente en el mundo y diferente del llamado "socialismo real". Aunque el fallecido líder nunca definió el programa detallado del "socialismo del siglo XXI", esencialmente pretendía levantar una economía controlada por el Estado, menos dependiente del mercado y el sector privado, y un orden político más democrático que sus predecesores de Europa del Este.

En la práctica, Chávez gobernó de manera errática, a golpe de decretos o decisiones circunstanciales, aprobados por su partido mayoritario en la Asamblea Nacional o ejecutados por el presidente sin consultar. La administración chavista nacionalizó áreas claves de la economía –notablemente la industria petrolera a partir de 2003—, expropió centenares de negocios, haciendas y otras propiedades, en una constante ofensiva contra el sector privado.

Para financiar sus proyectos el exmandatario dispuso a discreción de los ingresos de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). La compañía se convirtió bajo el chavismo en el motor de los programas sociales –las misiones—y en la fuente de financiamiento para el grueso de las inversiones anunciadas desde Miraflores.

Pero el método de Chávez se distinguió poco de sus antecesores socialistas. El creciente control estatal sobre la economía reprodujo el guión tradicional de los regímenes guiados por el modelo soviético, al igual que los planes circunstanciales, generados sin una visión estratégica de sus resultados económicos. Las soluciones momentáneas a las frecuentes crisis en las finanzas no pudieron resolver los problemas estructurales del sistema.

Chávez imitó el discurso grandilocuente de su mentor, el exgobernante cubano Fidel Castro, con el cual sedujo en especial a las masas empobrecidas de Venezuela. Sin embargo, como ocurrió en Cuba, la fabulosa retórica del líder revolucionario no bastó para revertir el declive económico, evidente en las estadísticas de 14 años de chavismo.

Maduro asegura que su gobierno aprovechará la experiencia legada por Chávez (EFE)
Maduro asegura que su gobierno aprovechará la experiencia legada por Chávez (EFE)

Los signos de la crisis

Cuando Chávez llegó al poder en 1999, el petróleo representaba el 80 por ciento de los ingresos por exportación de Venezuela. En la actualidad esa proporción supera el 95 por ciento, a pesar de los planes del gobierno para diversificar la economía.

En rigor, el boom de los precios del petróleo convirtió a PDVSA en la única locomotora del país. De las arcas de la compañía estatal ha salido el financiamiento no solo para los programas sociales, sino también para grandes empresas anunciadas por Chávez, muchas de las cuales quedaron en palabras.

Una investigación de la agencia británica Reuters, publicada en septiembre de 2012, reveló cómo miles de millones dólares habían sido malgastados por el Fondo Nacional para el Desarrollo Endógeno (FONDEN). Ese organismo estatal permitió a Chávez disponer de enormes sumas para inyectar a proyectos inconclusos como la Empresa Básica Socialista de Pulpa y Papel (PULPACA), al margen de la verificación de la Asamblea Nacional. FONDEN ha realizado otras inversiones cuyos resultados se desconocen a falta de registros públicos sobre su desempeño.

La producción de petróleo venezolana ha descendido a niveles inferiores a los del período anterior a 1999. El déficit de inversiones en el mantenimiento y desarrollo de la industria han mermado sus posibilidades de aprovechar los altos precios del crudo en el mercado mundial. PDVSA también financia la creciente deuda venezolana con China y provee de combustible a los países aliados de Caracas, mediante generosos esquemas de cooperación como Petrocaribe.

Al borde de un abismo pronosticado por sus propios asesores, Maduro ha emprendido una serie de contactos con empresarios e inversionistas. Sin embargo, su gobierno deberá desatar varios nudos, como ha reconocido el ministro Merentes. Una de las trabas principales ha sido el control estatal de divisas, instaurado por Chávez en 2003.

A la sombra del "socialismo del siglo XXI", el sector manufacturero venezolano se ha deprimido y la eficiencia ha caído en picada. El último informe sobre competitividad del Foro Económico Mundial colocó a Venezuela en el lugar 134, solo por delante de Haití en el hemisferio occidental. El país depende de las importaciones para muchos de los productos básicos. La famosa crisis del papel sanitario constituye un ejemplo irrisorio, pero revelador del estado de la industria nacional.

El manejo centralizado de las monedas extranjeras ha engendrado también un mercado negro donde el dólar estadounidense se cotiza hasta cinco veces por encima del valor oficial.

La incontenible inflación se ha convertido en la principal pesadilla para el chavismo. Venezuela exhibe el índice inflacionario más alto de América Latina y uno de los más elevados del mundo. A pesar del optimismo oficial, nada augura que este importante indicador económico se reducirá a corto plazo, una pésima noticia para los consumidores del país suramericano.

Merentes aseguró que el Producto Interno Bruto (PIB) venezolano crecerá en 2013, luego de un inesperado salto de 2,6 por ciento en el segundo trimestre. Por su parte, Maduro ha anunciado una "poderosa ofensiva" que transformaría radicalmente la economía entre 2014 y 2016. El presidente insiste en que el desabastecimiento se debe al sabotaje de una "burguesía apátrida", en referencia quizás al sector privado y la oposición.