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El ferrocarril ficticio que ayudó a escapar a miles de esclavos

Durante un largo periodo de tiempo cientos de miles de seres humanos (mayoritariamente de raza negra) fueron utilizados como esclavos en infinidad de plantaciones, factorías y hogares de los Estados Unidos.

Muchas eran las personas que pertenecían a los movimientos pro esclavistas, apoyando y aprobando leyes que denigraban a aquellos que tenían bajo su servicio, solo por el hecho de tener un color de piel diferente.

Al mismo tiempo surgieron otros muchos que quisieron defender los derechos y libertades de los esclavos, dando su vida y arriesgando sus patrimonios con el propósito de conseguir la libertad de todos aquellos que trabajaban en condiciones infrahumanas para servir los caprichos de terratenientes sin escrúpulos.

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En la primera década del siglo XIX se creó una red clandestina conocida comounderground railroad’ (ferrocarril subterráneo) en la que un buen número de hombres y mujeres comprometidos con las causas anti esclavistas se unieron para ayudar a escapar a todos aquellos esclavos que pudiesen.

En realidad no existía ningún ferrocarril subterráneo como medio de transporte para huir hacia el norte de EEUU y Canadá, sino que se trataba de todo un argot de palabras claves con las que despistaban y lograron engañar a los esclavistas.

En el organigrama de esta red estaban los ‘jefes de estación’, que eran aquellos que prestaban sus casa para realizar una parada para descansar, refrescarse y tomar algún alimento.

Una vez se había conseguido hacer escapar de sus plantaciones a un grupo de esclavos (grupos muy reducidos y normalmente miembros de una misma familia), éstos se desplazaban de noche, por caminos inhóspitos, siendo conducidos por los llamados ‘maquinistas’ (personas encargadas de guiarlos) hasta los correspondientes puntos de cobijo en los que esconderse y esperar a que pasasen las horas para retomar el camino nuevamente con la llegada de la oscuridad. Estos lugares eran conocidos como estaciones.

Todos colaboraban aportando su esfuerzo, dinero y arriesgando su propia vida y libertad, ya que según las leyes establecidas en los Estados del Sur, todo aquel que ayudaba a escapar a un esclavo sería perseguido y encerrado, pudiendo ser incluso condenado a muerte.

Muchos son los activistas antiesclavitud que a lo largo de aproximadamente cuatro décadas lo dieron todo por conseguir la libertad de un gran número de esclavos y entre todos ellos destacan tres personajes en particular, entre los cientos de abolicionistas que ayudaron a escapar a miles de esclavos hacia el norte de EEUU y Canadá (se calcula que lograron escapar aproximadamente unos cien mil).

Una de ellas fue Harriet Tubman y cabe destacarla por el hecho de haber sido una de esas esclavas que logró escapar a través de una de las rutas clandestinas del ferrocarril subterráneo y que, en lugar de permanecer a salvo en el destino donde la llevó el grupo (ya que tenía una delicada salud, debido a los continuos maltratos físicos recibidos a lo largo de su vida), dedicó el resto de su vida a planear y ayudar a escapar a muchos otros, incorporándose al clan de activistas donde realizó hasta 19 arriesgados viajes.

Otro personaje clave fue Levi Coffin, hijo de una familia de cuáqueros y que arriesgó su vida y todo el dinero a ayudar a escapar a más de 3.000 esclavos.

Empezó a colaborar con los abolicionistas a los quince años de edad, siendo los primeros, a los que echó una mano para que pudiesen ser libres, esclavos propiedad de sus vecinos y amistades cercanas a su familia.

Ya como adulto, su propia casa fue conocida como ‘la gran estación central del ferrocarril subterráneo’, un lugar por el que pasaron un gran número de expediciones clandestinas, convirtiéndolo en uno de los puntos fijos de avituallamiento y descanso, donde junto a su esposa Catherine se desvivían por atender y ayudar a todos los que por allí pasaban.

Por méritos propios y sobrados, Levi Coffin fue nombrado ‘Presidente de la compañía del ferrocarril subterráneo’.

Para terminar este repaso a tres de las personas más relevantes de la red clandestina (de las muchísimas que participaron), no podemos olvidarnos de Erastus Hussey, uno de los fundadores del Partido Republicano y que compaginó su actividad profesional como político (llegó a tener un escaño en la Cámara de Representantes de Michigan) con su activismo en pro del abolicionismo.

Su casa también se convirtió en una de las más importantes y principales estaciones del ferrocarril subterráneo, ayudando en la fuga de más de un millar de esclavos.

Docenas son las placas, carteles o monumentos que se han levantado a lo largo de un buen número de poblaciones de los EEUU en memoria a todos aquellos héroes que con su sacrifico colaboraron y ayudaron a escapar a tantísimos esclavos hacia el norte y Canadá. Una de esas esculturas se encuentra en la población de Battle Creek (Michigan) como homenaje a Erastus Hussey, Harriet Tubman y otros tantos.

Fuente: Yahoo! España
El ficticio ferrocarril subterráneo que ayudó a escapar a miles de esclavos