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El desencanto que empuja a emigrar a los puertorriqueños

Alrededor de 4,9 millones de puertorriqueños viven en Estados Unidos (Rian Castillo - Flickr)
Alrededor de 4,9 millones de puertorriqueños viven en Estados Unidos (Rian Castillo - Flickr)

Todo iba relativamente bien en la "Isla del encanto" hasta principios de este siglo. El país caribeño presumía de resultados económicos inalcanzables para sus vecinos latinoamericanos. Pero la bonanza se ha desvanecido. En la última década cientos de miles de puertorriqueños han emigrado a Estados Unidos a un ritmo que amenaza con convertir la otrora paradisíaca ínsula, en un desierto rodeado de mar.

La mayoría de los que abandonan el barco son jóvenes. Algunos profesionales, otros sin altas calificaciones. Todos en busca de un horizonte más despejado. Como consecuencia de este éxodo la población de Puerto Rico envejece y la base de contribuyentes se estrecha. Los sucesivos gobiernos locales, hundidos en un lodazal de corrupción y pésimas decisiones administrativas, no parecen aptos para contener la sangría. Además, casi nadie confía en ellos.

El éxodo incontenible

Entre 2000 y 2013 la población de Puerto Rico cayó en 144.000 personas. Nunca antes en su historia la isla había sufrido un descenso demográfico semejante. Según cálculos de la Oficina Nacional del Censo de Estados Unidos, la nación caribeña podría acercarse a los tres millones de habitantes hacia mediados de este siglo. Hace solo un lustro, cuatro millones de puertorriqueños vivían en su tierra natal.

Los jóvenes puertorriqueños suelen tener mayor nivel educacional que sus similares hispanos en Estados Unidos (Rian Castillo - Flickr
Los jóvenes puertorriqueños suelen tener mayor nivel educacional que sus similares hispanos en Estados Unidos (Rian Castillo - Flickr

Los boricuas han aprovechado su estatus de ciudadanos estadounidenses, otorgado por Washington en 1917, para establecerse en tierra firme. Desde 2006 hay más puertorriqueños en el continente que en la isla. Ese crecimiento los ha convertido en la segunda comunidad hispana en Estados Unidos, por detrás de México y dejando atrás a Cuba y El Salvador.

De acuerdo con un análisis del Centro de Investigaciones Pew, el 42 por ciento de los puertorriqueños que deciden instalarse en Estados Unidos expone razones laborales. Mientras, el 38 por ciento ofrece justificaciones relacionadas con la familia. Esas cifras no difieren del promedio de los demás inmigrantes.

Sin embargo, la situación de los jóvenes profesionales en Puerto Rico estimula la búsqueda de oportunidades en el exterior. En la década pasada los menores de 25 años emigraron a un ritmo tres veces superior al promedio. Cada día medio centenar de jóvenes abandonaban el país. Según fuentes del gobernante Partido Popular Democrático, la mayoría de los graduados en carreras como ingeniería informática e ingeniería eléctrica permanecen desempleados o se han ido a Estados Unidos. El paro en general ronda el 15 por ciento.

El gobernador puertorriqueño, Alejandro García, enfrenta un enorme desafío económico. (AP/Ricardo Arduengo)
El gobernador puertorriqueño, Alejandro García, enfrenta un enorme desafío económico. (AP/Ricardo Arduengo)

La crisis

Hasta inicios de este siglo la deuda pública de Puerto Rico era de alrededor de 25.000 millones de dólares. Desde entonces esa cifra se ha triplicado. El incremento desordenado de los gastos del gobierno en los últimos 15 años ha lanzado al basurero la nota de los bonos boricuas. Buena parte de ese dinero se ha despilfarrado o perdido en las redes de corrupción donde confluyen la élite política y el sector empresarial.

Esa debacle coincidió con la crisis financiera internacional. Pero si bien la economía norteamericana se ha recuperado, los puertorriqueños permanecen en el abismo. Cerca de la mitad de los habitantes de la isla vive por debajo del umbral de la pobreza, según los estándares estadounidenses. Por otra parte, el auge de la criminalidad, relacionada con el tráfico de drogas, agudiza los efectos de la corrupción omnipresente.

Un reciente foro de expertos convocado por la Brookings Institution cofirmó las sombrías perspectivas de la economía puertorriqueña. San Juan depende en gran medida de la generosidad de los créditos federales, que pueden reducirse o desaparecer, en particular si el Partido Republicano retoma la Casa Blanca en las elecciones de 2016. La reestructuración de la deuda, que daría una oportunidad para relanzar la economía, se dificulta porque Puerto Rico no es un estado de la unión.

Ante ese panorama, ¿cómo convencer a los jóvenes puertorriqueños de apostar por el futuro de la isla?