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El año de la renuncia de Benedicto XVI

Por Blanca Ruiz Antón (Ciudad del Vaticano)

El año de la renuncia no es el 2013, sino los 365 días anteriores al 11 de febrero en los que ya había tomado la decisión de renunciar, pero aún no la había hecho pública. Cada gesto, cada encuentro y cada decisión tomada durante el 2012 tienen un peso mucho mayor porque son los asuntos que Benedicto XVI quería dejar listos y preparados, antes de irse.

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El viaje de México y Cuba fue definitivo. Y es que un viaje intercontinental con más de 6 horas de diferencia horaria dejó agotado al Papa; sin embargo, el momento clave se dio en León, Guanajuato. Benedicto XVI se levantó una noche y se golpeó la cabeza con el lavabo. Un hecho que pasó inadvertido al resto del mundo, pero el Papa amaneció con la cabeza llena de sangre. Patrizio Polisca, médico del Papa, que lo acompaña en todos sus desplazamientos fuera del Vaticano le dijo: “¿Entiende, Santo Padre, por qué soy tan crítico con estos viajes?”. A lo que Benedicto XVI le contestó: “Patrizio, yo también soy crítico con estos viajes”.

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Su secretario particular, el fiel Georg Gänswein, ocultó la herida con el solideo que normalmente lleva en la cabeza el Papa. Y para el resto del mundo fue un episodio que pasó inadvertido, pero que para Benedicto XVI fue, por así decirlo, la gota que colmó el vaso. Desde ahí comenzó un proceso en el que el Papa iba madurando su decisión y a la vez, cerrando los temas más importantes de su pontificado. Quería dejarlo todo listo para su renuncia.

Pocos días después de su vuelta de México y Cuba Benedicto XVI cumplió 85 años, en medio de un escándalo sin precedentes en el Vaticano. El robo de documentos del caso Vatileaks no fue determinante para la decisión, pero sí una gran preocupación más para el pontífice. La creación de la comisión de investigación para encontrar la fuga, el juicio y posterior gracia a Paolo Gabriele fueron un duro golpe para el Papa, que vio quebrantada la confianza que había puesto en su mayordomo. El caso Vatileaks tuvo consecuencias concretas dentro del Vaticano como la creación de una comisión para la contratación del personal dentro de la Santa Sede, presidida por monseñor Peter Wells, con el fin de terminar con las recomendaciones y hacer una verdadera selección de personal. Y también en la gestión de la comunicación de crisis, de ahí el nombramiento como asesor de comunicación del periodista americano Greg Burke, corresponsal en el Vaticano desde hacía más de 15 años.

En el 2012 terminó su trilogía sobre Jesús de Nazaret. “La infancia de Jesús” fue publicado en noviembre, aunque estaba terminado desde el verano y puso el broche de oro a los tres libros que comenzó a escribir cuando era cardenal.

En septiembre Benedicto XVI realizó su último viaje internacional, el de Líbano. Allí pidió una vez más la paz para esa región y que los cristianos no abandonen la Tierra Santa a pesar de las persecuciones que afrontan allí.

El sínodo sobre la Nueva Evangelización ya estaba previsto desde hacía dos años, pero fue un punto muy importante dentro de su pontificado, porque se unió al Año de la Fe, que comenzó en octubre por el 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II. Un intento por reavivar el catolicismo olvidado en el viejo continente europeo.

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En noviembre Benedicto XVI presidió el segundo consistorio cardenalicio del año. Con tan sólo un mes de preaviso el Papa anunció al mundo que haría seis nuevos cardenales, y sorprendentemente ninguno de ellos europeo. En ese momento comenzaron a alzarse los rumores de que el Papa estaba preparando el cónclave, pero nadie se imaginaba hasta qué punto ni lo que sucedería pocos meses después. Y es que fue también en noviembre cuando las monjas del monasterio de clausura Mater Ecclesie comenzaron a abandonar en silencio el convento en el que vivían en el interior del Vaticano. Lo dejaron libre para que se iniciara la remodelación y adaptación de la que ahora será la casa del Papa emérito.

El mundo aún no sospechaba que se estaba tejiendo esta renuncia histórica. El 12 de diciembre el Benedicto XVI en un gesto de apertura y modernidad y entró en el mundo 2.0 creándose una cuenta en Twitter, lanzó su primer mensaje al mundo virtual, un acto que repitió tras cada ángelus y audiencia general. Y que ahora heredará el próximo Papa.
 
También antes de irse dejó en marcha el proceso de canonización de Pablo VI, quien lo nombró cardenal y sobre todo, dejó bien colocado a su secretario personal, Georg Gänswein, a quien el 6 de enero nombró arzobispo y prefecto de la casa pontificia, quien ahora tendrá la función de ayudar a adaptarse al sucesor de Benedicto XVI a tomar el timón de la Barca de Pedro.

EN FOTOS: La última audiencia pública de Benedicto XVI