Edith Windsor, la octogenaria consiguió los derechos pro gay

"¿Hola? ¿Con quién hablo? Ah, ¿Barack Obama?". A Edith Windsor, de 83 años, le cuesta oír con claridad ya, sobre todo cuando no ve a su interlocutor. Esta semana apenas escuchó al presidente de Estados Unidos cuando alguien le pasó un teléfono sin decirle que el comandante en jefe de su país quería hablar con ella. En su lugar, Windsor se apresuró a decir: "Quería darte las gracias. Creo que el que nos hayas apoyado ha cambiado mucho el país".

La octogenaria estaba especialmente aturdida el miércoles por la mañana. El Tribunal Supremo acababa de hacer historia al declarar inconstitucional la ley que limita el matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer, cambiando para siempre las bases legales del país y allanando el camino para un cambio inevitable que transformará a la sociedad estadounidense. Y ese enorme cambio fundamental en la primera potencia mundial se debía a la octogenaria sorda.

Edith Windsor fue quien denunció a su propio país por tener vigente la Ley de Defensa contra el Matrimonio, que había firmado Bill Clinton en 1996 (luego confesó arrepentirse) y que definía que el matrimonio solo se podía considerar entre un hombre y una mujer. Eso violaba, en opinión de muchos, la Constitución pero solo Edith (Edie, como la llaman sus amigos) tuvo el valor de formular la denuncia, contratar a una abogada llamada Roberta Kaplan y continuar la lucha aún cuando la cosa llegó al Tribunal Supremo.

Edith, que obviamente es lesbiana, conoce mejor que nadie los inconvenientes de que ni el Estado ni la sociedad acepten un matrimonio. Cuando se comprometió con su novia, en 1967, le atemorizaba tanto la idea de responder a la pregunta de "¿Y quién es él?" que se negó a llevar un anillo de compromiso. En su lugar, se conformaron con un broche de diamante con forma de anillo.

Ese mismo broche es lo que ha llevado todos estos años, durante su espectacular transformación de chica tan atemorizada que no podía ni llevar un anillo por no admitir que es lesbiana a figura central en el caso que ha revolucionado la vida de millones de gays a lo largo de su país. Fue algo paulatino: cuando puso la primera denuncia, en 2007, pocos hubieran sospechado que el caso llegaría tan lejos.

Entre medias, experimentó en sus carnes la necesidad que el Estado reconozca la validez de los matrimonios entre personas de su mismo sexo. Dos años después de emprender su cruzada legal, en 2009, su mujer, Thea Clara Spyer, murió. Ella misma terminó "hospitalizada" con "el corazón roto", como lo define Edith. Y también le dejó con una deuda en impuestos inmobiliarios que no tendría que pagar si, en sus palabras, "Thea fuera Theo". Se habían casado en Canadá y el Gobierno se negaba a reconocer su unión.

En su opinión, si ahora hay más apoyo para un matrimonio de personas del mismo sexo que hace décadas es "porque cuando empezamos a salir del armario se vio que no tenemos cuernos. Que éramos sus hijos, sus vecinos y sus primos. Y llegó un momento en el que fuimos humanos como todos los demás".

La victoria de esta semana la ha convertido en la heroína del mes (algunos la están llamando hasta la Rosa Parks de la causa). Y le ha dado un motivo para vivir más allá de la muerte de Thea. Antes de conocer la sentencia del Tribual Supremo, había dejado escrito: "Si a través de mi caso, nuestra historia puede asegurar que el Gobierno federal trata a todos los matrimonios de la misma forma, ese será el mejor capítulo final que pueda tener nuestra historia de amor".

Fuente: Yahoo! España/Edith Windsor, la octogenaria que denunció a Estados Unidos y consiguió los derechos pro-gays