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Don Quijote resucitado

El famoso Caballero de la Triste Figura vive en Canadá. Al menos eso cree un joven de 22 años que recorre el inmenso país norteamericano sobre su caballo Corazón de León. ¿Arrebato post adolescente o loable empresa? A su paso el Quijote canadiense deja a personas incrédulas y otras más esperanzadas en el futuro de la humanidad.

Vincent Gabriel Kirouac partió en abril pasado de la ciudad de Quebec, la capital de la provincia francófona canadiense, vestido con hábitos medievales y acompañado por su corcel, cuyo nombre recuerda al legendario Ricardo I de Inglaterra. Días atrás había alcanzado el sur de Saskatchewan y se preparaba para cruzar las Montañas Rocosas. Luego continuará su viaje hasta Vancouver, en el extremo oeste del país, donde concluirá la primera parte de su travesía.

El extravagante caballero solo cuenta con la hospitalidad de los vecinos que encuentra en el camino. "He pedido albergue y siempre me han acogido", relató Kirouac a la prensa. "Desde el inicio jamás he dormido a la intemperie. Los canadienses son muy hospitalarios", afirmó.

Kirouac se presenta en las casas y explica a los sorprendidos moradores cuáles son los objetivos de su proyecto. Según explica en su página web, el fin de su empresa es sensibilizar a las personas sobre el valor de la solidaridad, el altruismo y el amor al prójimo. Él ofrece su ayuda en granjas y caballerizas a cambio de alojamiento y comida.

"He comprobado que en nuestra sociedad tenemos el mal hábito de tratar de resolver nuestros problemas por nuestra cuenta, si bien es posible encontrar soluciones en la ayuda mutua y la solidaridad", declara el inspirado joven. "Abrir puertas significa ofrecer oportunidades que, gracias a mi proyecto, crearán un sinfín de posibilidades para todas las personas en mi camino y aún más allá", confía.

La cabalgata Kirouac repite de cierta manera otras hazañas similares en la historia reciente de Canadá. La más recordada de ellas, el Maratón de la Esperanza de Terry Fox, quien intentó atravesar el país desde Tierra Nueva y Labrador, en el Atlántico, hasta Columbia Británica, en el Pacífico, para recaudar fondos dedicados a la investigación sobre el cáncer. Cada año decenas de corredores, ciclistas y caminantes encaran la ruta de más de 8.000 kilómetros para promover diferentes causas.

En el año 2014 Kirouac trasladará su peregrinación a Europa. Su viaje partirá entonces de Edimburgo, en Escocia, y llegará hasta la ciudad de Jerusalén. "Vale la pena vivir esta aventura, no solo por mí sino porque tengo la esperanza de responder a un fenómeno que erosiona nuestra sociedad: el aislamiento", sostiene el original caballero.

En una época de crisis económica global, violencia, incertidumbre y desastres naturales, el viaje de Kirouac desafía nuestro escepticismo sobre la bondad inherente a los seres humanos. Y si la solución a problemas tan complejos no brotará milagrosamente de una legión de caballeros andantes que emprendan una cruzada del amor, la fe de este muchacho canadiense nos confirma la persistencia de ciertos valores incorruptibles sobre los cuales puede aún levantarse un mundo menos brutal.