Cinco prometedoras invenciones… que fracasaron

Jarvis se inspiró de remedios caseros de las zonas rurales de Vermont (Andy Roberts - Flickr)
Jarvis se inspiró de remedios caseros de las zonas rurales de Vermont (Andy Roberts - Flickr)

De buenas invenciones está empedrado el camino al fracaso. ¿Cuántos productos en apariencia geniales han quedado en el basurero antes de ser consagrados por el mercado? En un mundo donde la competencia convierte a la creación en un oficio vertiginoso, abundan más las arrancadas en falso que las carreras hacia la gloria.

Honegar: ni miel, ni vinagre

En español tildan de avinagrada a una persona áspera, cuyo sentido del humor se ahogó en agrios mares de vinagre. Y sin embargo, ese líquido producido por la fermentación del vino esconde, según un respetado doctor estadounidense, la clave para curar varios males que nos agobian con frecuencia.

En su libro Folk Medicine, publicado en 1958, D. C. Jarvis propuso la fórmula del honegar, una mezcla de vinagre de manzana y miel de abejas. Disueltos a partes iguales, estos ingredientes aliviaban resfriados, infecciones, el reumatismo y la artritis. Solo bastaba con tomar un par de cucharadas varias veces al día para sentir los efectos.

Jarvis consideraba que la acidez del vinagre corregía el exceso de alcalinidad de la sangre, lo cual prevenía la ocurrencia de infecciones. Antes de efectuar experimentos en humanos, el médico había observado que las vacas aquejadas por la llamada fiebre de la leche mejoraban cuando tomaban vinagre. A su entender este líquido disolvía el calcio en la sangre y evitaba que las reses padecieran mastitis.

A pesar de la evidencia empírica reunida por Jarvis y las cualidades conocidas del vinagre y la miel como antioxidantes, el jarabe nunca triunfó entre el gran público. Quizás porque la sociedad moderna desconfía de los remedios caseros, o porque prefiere medicamentos más generosos con el paladar.

Comfort Wipe, puro marketing

Desde que el estadounidense Seth Wheeler patentó el rollo de papel sanitario en 1883, poco ha cambiado ese indispensable accesorio. Con el tiempo la industria ha introducido mejoras en esos polivalentes pliegos que absorben nuestras excrecencias, pero el diseño de los distribuidores ha permanecido inalterado.

En 2009 la compañía Telebrand anunció el “comfort wipe”, un utensilio de plástico que cambiaría la forma de limpiarse el trasero. El objeto, una especie de brazo plástico diseñado para sostener el papel en un extremo, serviría a personas obesas, con limitaciones físicas, enfermas o simplemente a quienes se horrorizan con la idea de tocar sus propias heces.

A pesar de las esperanzas de algunos, el comfort wipe nunca existió. En realidad se trataba de una prueba más de Telebrand para sondear el interés del mercado por ciertos productos. Con razón muchos se quejan de la publicidad…

HeadOn, un éxito publicitario

¡Ah, sería fabuloso disponer de una crema que con solo untarla en las sienes borrase el dolor de cabeza! Ese ungüento milagroso parecía haber llegado en 2006, cuando las pantallas norteamericanas anunciaron el HeadOn. Pero, para alegría de los vendedores de píldoras analgésicas, el producto era un fraude.

Los decepcionados consumidores recuerdan mejor el extraño comercial que repetía, con voz robótica, “HeadOn, apply to your forehead” (HeadOn, aplique sobre la frente). Tan absurda campaña se transformó en un meme, mucho más efectivo que el supuesto medicamento, descalificado por expertos y por Consumer Reports como un placebo.

Smell-o-Vision, el olor del cine

Cuando la televisión comenzó a seducir al público de la salas de cine, los empresarios del séptimo arte buscaron, no sin precoz desesperación, un artilugio para recuperar los espectadores perdidos. Uno de esos intentos fue el Smell-o-Vision y su competidor, el AromaRama, que aspiraban a añadir olores al sonido y la imagen de las películas.

El primero hizo su estreno y despedida en 1960, como complemento del filme Scent of Mystery. Una treintena de efluvios aromáticos, activados por la banda sonora, inundaron las salas en New York, Los Angeles y Chicago. A pesar de la expectativa y la acogida elogiosa de algunos críticos, tanto la cinta como el novedoso sistema fracasaron.

En 1965 la televisora BBC emitió un programa que presuntamente demostraba cómo el “smellovision” transmitía los olores a través de la pantalla hasta los hogares. Un profesor de la Universidad de Londres presentó el experimento. La cadena británica recibió llamadas de personas que había sentido olor a cebolla y hasta habían llorado, como si la hubiesen cortado en sus cocinas. Pero era abril, un día de los inocentes.

Clippy, el insoportable asistente

A nadie han apasionado más las cartas que a Clippy, el asistente del Microsoft Office 97, que saltaba en la pantalla del ordenador para ofrecernos consejos. A juicio del servicial sujetapapeles, cualquier documento de Word era sospechoso de ser una misiva y entonces… “¿quieres ayuda?”

Los programadores habían concebido el personaje como un compañero de ruta en la utilización del Office, cuyos detalles complicaban la existencia a no pocos usuarios. Sin embargo, el experimento terminó exasperando a la mayoría y provocando un alud de burlas en la comunidad informática. Consciente del fiasco, aunque con buen humor, la compañía se deshizo simbólicamente del simpático clip en 1998, durante una conferencia de desarrolladores en Denver.