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Apartheid: El capítulo más oscuro de la historia de Sudáfrica

El 17 de junio de 1991 el Parlamento Sudafricano derogó una de las leyes más denigrantes que ha conocido la humanidad en las últimas décadas al prohibir que se clasificase a las personas por razas o ascendencia con el objetivo de limitar sus derechos civiles, uno de los pilares fundamentales sobre el que descansaba el Apartheid.

¿Cómo comenzó todo?

Las raíces del Apartheid son profundas y se deben buscar varios siglos atrás, allá por el 1652, cuando los primeros colonos holandeses llegaron a Sudáfrica. Con el paso de los años el país fue acogiendo numerosas oleadas de inmigrantes, sobre todo de origen británico, por lo que en el siglo XX estos ya se habían adueñado de El Cabo. Los descendientes de los primeros colonos holandeses, conocidos como afrikáners, no veían con buenos ojos la supremacía británica, sobre todo porque no compartían la idea de abolir la esclavitud.

Así, en 1834, un grupo de afrikáners emprendió lo que se conoce como la “Gran Marcha”, una campaña para liberarse del dominio inglés en la cual buscaban nuevos terrenos fértiles en el interior del país. Sin embargo, en su recorrido se encontraron con tribus locales, como los zulúes, que intentaron detener su avance organizándose en guerrillas para proteger sus tierras. A partir de entonces el odio hacia la raza negra aumentó y los blancos al mando comenzaron a pensar en cómo se podría manejar “el problema de los nativos”.

En 1913 surgió lo que se conoce como el “Acta de Tierras para Nativos”, con la cual se desposeyó a millones de negros de sus propiedades. En ese momento comenzó la verdadera resistencia, una lucha que marcaría para siempre la dinámica política y económica de Sudáfrica, sobre todo porque generó muchísimo miedo entre los afrikáners, que tenían un espíritu muy conservador y elitista y veían en la raza negra una amenaza contra su supervivencia.

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Aprovechando el miedo imperante, el Partido Nacional Afrikáner obtuvo el poder en 1948 e instauró un sistema legal que regulaba todos los aspectos sociales de la vida de los sudafricanos en dependencia de su raza. Así fue como surgió el Apartheid, cuyo objetivo principal era proteger la raza blanca y utilizar a los negros como mano de obra barata. Esta palabra, en lengua afrikáans, una variante sudafricana del holandés, significa literalmente: separación.

Las profundas desigualdades provocadas por las leyes del Apartheid

Básicamente, las leyes del Apartheid servían para regular el comportamiento social y político de los negros, limitando a la misma vez su poder económico. Estos no podían ocupar posiciones en el gobierno, no tenían derecho al voto, no podían emprender negocios en determinadas áreas de la ciudad y el salario mínimo al que tenían derecho era casi la mitad del que recibían los blancos. Además, tenían el acceso prohibido a muchas zonas, a menos que tuviesen el famoso “pase especial”. De la misma forma, en el transporte público y en las oficinas no podían mezclarse con los blancos.

Estas leyes profundamente denigrantes desencadenaron una gran resistencia hasta que el 21 de marzo de 1960, en la ciudad de Sharpeville, se produjo una protesta pacífica contra la cual arremetió la policía cobrándose la vida de 69 personas, a muchas de las cuales les dispararon por la espalda. Era el inicio de una campaña política dirigida a aplastar la resistencia, una campaña que también incluyó declarar ilegal al Congreso Nacional Africano y encerrar a más de 18.000 manifestantes, entre los cuales se encontraba el activista Nelson Mandela, que fue condenado a cadena perpetua.

La respuesta del mundo y el fin del Apartheid

El juicio injusto al que fue sometido Nelson Mandela fue una de las causas que obligó al mundo a centrar su atención en lo que estaba sucediendo en Sudáfrica. Durante la década de 1970 la resistencia negra se intensificó, sobre todo de la mano de Steve Biko, quien fue arrestado y torturado a muerte. Este hecho, unido a la matanza de Soweto, le infundió fuerza a una nueva generación que estaba dispuesta a luchar por sus derechos por lo que en los años ’80 el país estaba prácticamente sumido en una guerra civil en la cual murieron miles de personas.

Las continúas masacres y los vejámenes que se cometían diariamente en las calles sudafricanas no pasaron desapercibidos para la opinión pública internacional por lo que algunos países europeos comenzaron a prohibirle a sus empresas que hiciesen negocios con Sudáfrica. Esta medida, unida a otras presiones internacionales, hizo que en febrero de 1990 se legalizaran los partidos de la resistencia y se liberase a Nelson Mandela, quien al año siguiente se convirtió en el presidente del Congreso Nacional Africano y lideró la lucha por los derechos civiles de toda la población.

En 1994 fue elegido como presidente del país y puso fin definitivamente al yugo afrikáner, si bien aún hoy podemos percibir las profundas ramificaciones que el Apartheid ha dejado en las calles sudafricanas.

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Fuente: Yahoo! España
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