¿Qué es el tercer género?

¿Hombre o mujer? ¿Masculino o femenino? Desde que nacemos, en la abrumadora mayoría de los países, la sociedad nos asigna una categoría que describe indistintamente el sexo y el género. Sin embargo, ambas palabras no tienen el mismo significado. Esa confusión y la necesidad de definirse por alguno de los extremos han dejado una estela de dolor en muchas personas, solo culpables de haber nacido diferentes.

Los seres humanos suelen nacer con un sexo biológico, determinado básicamente por las características de sus genitales. Pero entre hembras y varones llegan a la vida también los intersexuales, que poseen numerosas combinaciones de sexo anatómico y reproductivo. Y no se trata de una rareza: estos casos aparecen en al menos 1 de cada 100 nacimientos.

Por otra parte, el género no responde estrictamente a una marca biológica, sino más bien a construcciones sociales labradas por la cultura de cada región. Lo masculino y lo femenino reflejan el consenso de la sociedad sobre el papel de hombres y mujeres. Por lo general en la historia los primeros han ascendido a posiciones de poder –el patriarcado—mientras las segundas han permanecido atadas a distintos niveles de obediencia. Tampoco en este tema las dos categorías excluyentes abarcan toda la diversidad.

Una pregunta emerge de estas movedizas arenas del sexo y el género: ¿la imposición de esta clasificación –en documentos de identidad y leyes—no limita nuestra plena realización como seres humanos?

Breve diccionario del tercer género

Las investigaciones en el campo de la psicología y la sexualidad han descubierto una extensa lista de géneros posibles. Según Gopi Shankar, estudiante del Colegio Americano de Madurai, en la India, existen más de 25 géneros y 15 orientaciones sexuales identificados por estudios médicos alrededor del mundo. Las diferencias entre unos y otros pueden resultar demasiado sutiles para los neófitos en esta cuestión. Estos son algunos ejemplos:

-    Andrógino: Ajenos a los roles habituales asignados a lo masculino y lo femenino, los andróginos se sitúan en un área intermedia o totalmente fuera de la polaridad entre hembras y varones.

-    Bigénero: Estas personas se desplazan, de manera consciente o no, entre un comportamiento esencialmente masculino o femenino en dependencia del contexto.

-    Pangénero: En estas personas confluyen los rasgos femeninos y masculinos, sin depender de las circunstancias.

-    Trigénero: Como los bigénero, estas personas se manifiestan de manera diferente según la situación, pero su movilidad incluye el llamado tercer género, que a su vez comprende otras variedades de la identidad transgénero.

-    Otras identidades transgénero (o genderqueer en inglés): Esta categoría incluye a las anteriores y abre un abanico de posibilidades tan amplio como diversa es la psiquis humana. La identidad queer reta nuestras nociones tradicionales de un mundo perfectamente dividido en hombres-masculinos y mujeres-femeninas.

Geografía del tercer género

India: Se estima que en esa nación asiática viven entre cinco y seis millones de personas transgénero, conocidas como hijras. Esa minoría sexual ganó una importante batalla legal este mes, cuando el Tribunal Supremo aceptó la creación de un “tercer género” que recibirá respaldo de los gobiernos estatales y de la administración central como otros grupos sociales en desventaja. En lo sucesivo los documentos de identidad incluirán esta tercera opción, que reconoce a una de las comunidades más discriminadas en el país.

Samoa: Los fa’afafine son personas nacidas con sexo biológico de hombres, que asumen roles del género femenino y viven como mujeres. Para sorpresa de viajeros occidentales y de algunos de sus vecinos en Oceanía, los samoanos aceptan y valoran a los transgéneros, designados por la comunidad para cuidar de los ancianos cuando los hijos se casan y abandonan el hogar. Un reporte de The New York Times fechado en noviembre de 2011 calculaba en 1.500 los fa’afafine residentes en Samoa y Samoa Americana.

Albania: Las vírgenes juradas albanesas han sobrevivido a una tradición que data del siglo XV. Ante la ausencia de herederos varones –por las frecuentes guerras de la época—una hija de la familia hacía ante la comunidad un voto de castidad y comenzaba a vivir como hombre. Con el tiempo la decisión de las llamadas burneshas ha trascendido ese gesto de consagración familiar. Algunas han tomado ese camino para escapar de los rigores del matrimonio, en una sociedad que considera a las jóvenes casadas casi como esclavas del esposo.

México: Como sus similares samoanos, las muxes zapotecas nacen con sexo biológico masculino, pero son educadas como mujeres. Esta costumbre se remonta a una época anterior al arribo de los españoles a América y se ha mantenido a pesar de la influencia de la religión católica en el continente. Las muxes, concentradas en torno a la ciudad de Juchitán, en el estado de Oaxaca, suelen asumir el papel de cuidadoras en el hogar, aunque también pueden aspirar a roles menos convencionales, como ocurrió en 2003 cuando Amaranta Gómez Regalado –nacida Jorge—se presentó como candidata a diputada.