¿Por qué no suben los salarios en Estados Unidos?

Se espera que en 2015 el desempleo caiga por debajo de los niveles pre recesión (REUTERS/Eric Thayer)
Se espera que en 2015 el desempleo caiga por debajo de los niveles pre recesión (REUTERS/Eric Thayer)

La pregunta intriga a economistas, provoca a los políticos y desespera a muchas familias que aún tardan en ver en sus cuentas el beneficio neto de la recuperación. Al margen del debate sobre el salario mínimo, los especialistas se interrogan por qué la caída en el desempleo no se ha traducido en un alza ostensible y generalizada de los sueldos. La respuesta está, literalmente, oculta.

Las estadísticas, ¿mienten?

Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (BLS), el desempleo descendió hasta 5,8 por ciento al cierre de octubre, una cifra que no se alcanzaba desde julio de 2008, cuando la Gran Recesión comenzaba a estremecer a la economía estadounidense. Pero ese dato, repetido en los titulares de prensa, esconde algunos matices interesantes.

En síntesis, la BLS calcula la tasa de desempleo mediante un índice denominado U-3 “Total de desempleados con respecto a la fuerza de trabajo civil”. Las personas desempleadas son aquellas que no tienen trabajo, pero han estado buscando un puesto en las últimas cuatro semanas. ¿Y qué pasa con quienes se han rendido ante la dificultad de encontrar una ocupación remunerada?

La tasa de desempleo oculta el número de quienes han abandonado la búsqueda de trabajo (AP/Wilfredo Lee)
La tasa de desempleo oculta el número de quienes han abandonado la búsqueda de trabajo (AP/Wilfredo Lee)

Este último grupo, conocido como “personas marginalmente vinculadas a la fuerza de trabajo”, junto con los ocupados a tiempo parcial (a pesar de querer un empleo a tiemplo completo) y los desempleados, conforman el indicador U-6. Aquí las cifras, si bien resultan alentadoras comparadas con años anteriores, producen mucho menos entusiasmo. En octubre pasado este índice alcanzaba todavía 11,5 por ciento. Memoricen ese número.

Sin negar el valor de la tasa oficial de desempleo, que confirma la recuperación de la economía estadounidense, ese porciento no refleja fielmente la realidad del mercado laboral. En teoría los salarios deberían elevarse de manera apreciable cuando la desocupación cayera por debajo de seis por ciento. Sin embargo, el alza no ha ocurrido. El mencionado 11,5 por ciento sería, entonces, la clave del actual estancamiento de los salarios en Estados Unidos.

Un mercado laboral zombi

Sucede como si la moda de las series televisivas de zombis hubiese contagiado también a la economía. La semana pasada el Centro de Investigaciones Pew publicó un revelador informe sobre la fuerza de trabajo en Estados Unidos. Básicamente ese estudio revelaba que 92 millones de adultos estadounidenses no están en el mercado laboral. En otras palabras, más de un tercio de los civiles norteamericanos en edad de trabajar no tienen un empleo, ni les interesa encontrar uno.

Los servicios absorben buena parte del desempleo, pero con bajos salarios (REUTERS/Brian Snyder)
Los servicios absorben buena parte del desempleo, pero con bajos salarios (REUTERS/Brian Snyder)

Ese “ejército” de desempleados incluye, además de personas retiradas y otras no aptas, un contingente impresionante de adolescentes y jóvenes adultos que no quieren entrar en el mercado de trabajo por diversas razones. El problema, señala el Centro Pew, es que el desinterés actual sobrepasa los niveles normales, anteriores a la Gran Recesión. Un ejemplo de esta apatía: en octubre había 770.000 “trabajadores desalentados” (no buscan trabajo porque creen que no encontrarán), una cantidad bien por encima de la reportada antes de la crisis económica.

Todo este alud de guarismos nos conduce hacia una investigación publicada en septiembre pasado por David G. Blanchflower y Adam S. Posen, ambos académicos del Peterson Institute for International Economics. "Resumiendo nuestros resultados, encontramos evidencia estadísticamente significativa del efecto negativo de la inactividad en los salarios", afirman en su artículo sobre la relación entre los sueldos y la debilidad del mercado laboral.

Blanchflower y Posen apuntan a la caída de los niveles de participación de los adultos estadounidenses en el mercado de trabajo, que actúa como un lastre sobre el alza de los salarios. Esa proporción ha descendido casi sin cesar en la última década, de 66,1 por ciento en 2004 a 62,8 por ciento en la actualidad. Aunque formalmente no aparecen en los informes de desempleo de la BLS, las personas aptas para trabajar que no participan en la búsqueda de empleo existen, y su presencia “fantasmal” debilita el poder de los trabajadores para exigir un aumento.

El trabajo invisible -subcontrataciones fuera de EEUU- también influye en el estancamiento de los salarios. (Foto AP/Mel Evans, archivo)
El trabajo invisible -subcontrataciones fuera de EEUU- también influye en el estancamiento de los salarios. (Foto AP/Mel Evans, archivo)

Como promedio los estadounidenses han recibido incrementos en torno a dos por ciento. En determinados sectores –manufacturas, energía y minería—las mejoras salariales han sido superiores, pero también han sumado menos puestos. En cambio, los servicios y la educación, por ejemplo, han engrosado notablemente sus filas, pero los salarios apenas han subido.

Por otra parte, el llamado "trabajo invisible" también contribuye al estancamiento de la remuneración en Estados Unidos. La globalización de la economía ha permitido a las multinacionales disponer de un mercado laboral casi sin fronteras, donde las naciones en desarrollo ofrecen una mano de obra calificada, pero también menos costosa. La subcontratación en China y la India, por solo mencionar dos de los ejemplos más notorios, asegura ganancias considerables a las empresas norteamericanas, sin embargo el grueso de los beneficios queda en mano de los inversores y no desciende al cheque quincenal de cada trabajador.

¿Cuándo la incipiente bonanza llegará entonces al bolsillo de todos los estadounidenses? He ahí una pregunta que amerita otro texto, quizás con menos números y ciertamente mucho más análisis político.