Vacaciones con los muertos, la macabra fascinación del turismo negro

La fascinación por las celebridades las persigue después de la muerte (sitio cercano a donde Diana de Gales murió) (Le Grand Portage - Flickr)
La fascinación por las celebridades las persigue después de la muerte (sitio cercano a donde Diana de Gales murió) (Le Grand Portage - Flickr)

Las agencias de viaje, en general, reinciden en ciertos lugares comunes: paraísos tropicales, exóticas culturas, efervescentes metrópolis, oasis de paz… Y el turista promedio tampoco exige demasiado. Pero en la fauna turística existen también ejemplares cuya curiosidad reta el concepto más extendido del entretenimiento. A estas personas les interesa, simplemente, la muerte.

Queridos muertos…

En Hollywood no hay un milímetro libre de glamour. Exagero, tal vez. Porque la glorificación de la farándula no se detiene con el fin de la vida. Los fanáticos rinden culto a sus estrellas, incluso, después de la muerte. Y no se trata solo de un trivial testimonio de admiración. Algunos seguidores de la celebridad ajena recorren miles de kilómetros para contemplar el sitio donde sus fetiches pasaron a la eternidad.

Scott Michaels, el fundador de los Dearly Departed Tours (Alan Light - Flickr)
Scott Michaels, el fundador de los Dearly Departed Tours (Alan Light - Flickr)

Scott Michaels, un estadounidense cincuentón de Los Angeles, conoce como nadie esta fascinación macabra. Él es el dueño de Dearly Departed Tours (o Tours de los Queridos Muertos), una agencia que organiza recorridos por los sitios relacionados con el deceso de hollywoodenses famosos. Las escalas incluyen cementerios, museos, las oficinas del forense y otras “atracciones” locales vinculadas con los últimos momentos del personaje en cuestión.

De acuerdo con un exhaustivo reportaje publicado por The Atlantic, Michaels encabeza una extravagante comunidad: los Death Hags. Reunidos en torno al sitio findadeath.com, los integrantes de ese grupo comparten su pasión por la muerte de las celebridades: certificados de defunción, fotografías de la escena del crimen, imágenes de las autopsias, vistas de los ataúdes abiertos, reliquias de los difuntos…

El éxito de Michaels le ha permitido profundizar en la biografía de algunos actores y actrices casi olvidados. Con los fondos de una colecta anual, Dearly Departed Tours organiza periplos por la vida de estas oscuras celebridades. Los homenajes concluyen con la develación de una lápida. La curiosidad se materializa de esa manera en una marca perdurable, un hito en la historia de Hollywood.

Fascinados por la muerte

¿Por qué las huellas del horror, el escenario de tragedias nos atraen al punto de transformarnos en divertidos turistas?

Una investigación efectuada en 2014 por la University of Central Florida y la Indiana University, reveló que personas expuestas a escenas sangrientas observaban con mayor atención, a pesar de sentir repulsión por las imágenes. Los experimentos solo confirmaron la popularidad de los filmes de terror y las teleseries sobre crímenes, por solo citar dos ejemplos de cómo la industria del entretenimiento aprovecha esta contradictoria reacción.

Los escenarios de las tragedias de ayer terminan convertidos en centros turísticos  (AFP | Odd Andersen)
Los escenarios de las tragedias de ayer terminan convertidos en centros turísticos (AFP | Odd Andersen)

Otros expertos indican que el repliegue de la muerte hacia las instituciones de salud ha acrecentado el misterio en torno a ese hecho natural. Décadas atrás casi todas las personas morían en sus casas, luego el fallecimiento de un familiar constituía un episodio doloroso, pero anclado en la vida cotidiana.

Hoy los curiosos quieren echar un vistazo, experimentar, aunque indirectamente, qué ocurre cuando la vida nos abandona. Enfrentar el mayor de los miedos, como pararse al borde de un abismo sin temor a caer.

Los viajes organizados por Michaels constituyen otra evidencia del auge del llamado turismo negro. Pero las motivaciones de quienes visitan el campo de concentración de Auschwitz o los campos de exterminio en Camboya, distan de las razones para acudir al hotel donde Janis Joplin murió. Al menos por ahora. Tal vez cuando pasen un par de siglos y el recuerdo del genocidio nazi desaparezca, nuestros tataranietos observarán los crematorios nazis como hoy miramos, sin conmoción alguna, el Coliseo de Roma.