Biden y Zelenski han formado un lazo estrecho después de un inicio áspero

WASHINGTON — El año pasado, después de que Rusia invadió Ucrania, el presidente Joe Biden reflexionó en privado sobre sus conversaciones de larga distancia con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. No conocía bien al hombre, y quizá nunca lo haría. Varias personas recuerdan a Biden en una sombría contemplación de lo estremecedor que era pensar que podría estar hablando con un hombre muerto.

Biden no fue el único en suponer que Zelenski no sobreviviría al ataque ruso, dada la diana que el Kremlin le había colocado en su espalda. Pero el presidente estadounidense se alegró de estar equivocado, y se sorprendió al descubrir, como el resto del mundo, que Zelenski era más que un exactor cómico y más fuerte de lo que nadie imaginaba.

Esta semana, cuando Biden visitó, sin previo aviso, de manera extraordinaria a Kiev en tiempos de guerra, su relación se había estrechado lo suficiente como para saludarse con la fácil familiaridad de los viejos amigos. “¿Cómo están los niños?”, preguntó Biden. “Qué increíble verte”, añadió, quizá todavía sorprendido de que el presidente ucraniano haya escapado de los intentos rusos por matarlo. Zelenski preguntó por Jill Biden. “Está bien”, repuso el presidente. “Está dando clases”.

La convivencia no siempre ha sido tan cordial. Los dos líderes han emprendido juntos un viaje singular desde la invasión del 24 de febrero del año pasado, forjando una alianza fundamental para el futuro del orden internacional, pero que a veces ha estado plagada de fricciones, según funcionarios de ambos bandos que pidieron no ser identificados. Biden ha conseguido 113.000 millones de dólares en ayuda militar y de otro tipo para Ucrania, pero en sus llamadas telefónicas nunca ha sido suficiente para Zelenski, que exige más, más, más y más rápido, más rápido, más rápido. Los dos tardaron meses en entenderse mejor y en limar asperezas.

Al fin y al cabo, es una relación de necesidad pero no de iguales, de intereses mutuos pero prioridades dispares. Si Zelenski es un Winston Churchill moderno, como suelen decir sus admiradores, entonces a Biden se le asigna el papel de Franklin D. Roosevelt antes de Pearl Harbor, ya que prepara el llamado Arsenal de la Democracia para armar a los aliados europeos sin involucrar directamente a Estados Unidos en una guerra.

Aunque Biden comparte el objetivo de Zelenski de expulsar a los invasores rusos, le preocupa provocar al presidente Vladimir Putin de modo que la guerra se extienda más allá de las fronteras de Ucrania o desemboque en un conflicto nuclear. La reticencia de Biden a proporcionar el armamento más avanzado irrita a Zelenski, pero el ucraniano ha aprendido a desgastar poco a poco la resistencia para obtener eventualmente gran parte de lo que quiere.

“Ambos son líderes realmente decididos y fuertes”, afirmó Igor Novikov, antiguo asesor de Zelenski en asuntos estadounidenses. “Cuando sus intereses coinciden, es la mejor relación. Si hay malentendidos o puntos de vista diferentes, afloran las emociones. Yo la califico como una relación complicada, no en el mal sentido. Pero es complicada”.

La tensión es inherente a sus diferentes cargos y responsabilidades. “Aquí simplemente hay una cosa estructural básica que no tiene nada que ver con las personalidades de Biden o Zelenski”, dijo Michael McFaul, embajador en Rusia bajo la presidencia de Barack Obama, quien está en contacto con los líderes ucranianos con regularidad.

“Zelenski está intentando salvar a su país”, afirmó McFaul. “No hay nada peor que recibir los informes al final del día sobre cuánta gente ha muerto. Nadie debería sorprenderse de que siempre quiera más. Cree, y creo que tiene razón, que así es como termina esta guerra”.

En cuanto al presidente estadounidense, McFaul dijo: “Biden siente, con razón, que ha movilizado al mundo y ha movilizado a Estados Unidos y que el Pentágono ha hecho más de lo que había hecho nunca, y se siente frustrado por no recibir más reconocimiento por ello”.

La noche de la invasión, Biden y Zelenski hablaron por teléfono. Fue un momento angustioso para el joven ucraniano, que se encontraba en una capital que se enfrentaba a un asalto brutal. Durante su visita a Ucrania esta semana, Biden relató su conversación.

“Me dijiste que se oían las explosiones en el fondo”, recordó Biden. “Nunca lo olvidaré. Y el mundo estaba a punto de cambiar. Lo recuerdo vívidamente, porque te pregunté, te pregunté luego: ‘¿Qué hay, señor presidente? ¿Qué puedo hacer por ti? ¿En qué puedo ayudarte?’ Y no sé si recuerdas lo que me dijiste, pero me dijiste, y cito: ‘Reúne a los líderes del mundo. Pídeles que apoyen a Ucrania’”.

“Y dijiste que no sabías cuándo podríamos volver a hablar”, continuó Biden. “Esa noche oscura, hace un año, el mundo literalmente estaba, en ese momento, preparándose para la caída de Kiev —parece que fue hace mucho más tiempo que un año, pero piensa en ese año— quizá incluso para el fin de Ucrania".

El equipo de Biden supuso que Zelenski sería asesinado o dirigiría un gobierno en el exilio. Pero, vestido con una sudadera verde oliva, rechazó las sugerencias de abandonar Kiev, enfadado porque los estadounidenses dudaban de la determinación de Ucrania.

Funcionarios ucranianos difundieron la historia de que Zelenski rechazó la sugerencia con una cita memorable: “Necesito munición, no que me lleven”. El equipo de Biden considera que la historia es apócrifa, dijo un antiguo funcionario del gobierno, pero quedó impresionado por la creación de un mito, lo cual es una herramienta habitual de la guerra.

La suposición de que Moscú ganaría rápidamente influyó en una decisión estratégica de Biden que resultó ser una fuente duradera de agravio con Zelenski. Los funcionarios estadounidenses temían enviar armamento sofisticado a Ucrania que pudiera caer en manos rusas, como ocurrió en Afganistán cuando Biden retiró las tropas el año anterior. Así que fueron comedidos en lo que enviaban.

Sin embargo, en las conversaciones periódicas que mantuvo con Biden, Zelenski insistió en pedir más, a menudo sin agradecer lo que los estadounidenses ya le habían proporcionado y presentando una lista de lo que no habían enviado.

El enfoque de Zelenski surgió de vivir en una capital sometida a bombardeos regulares. “En opinión de Zelenski, las entregas de armas son apreciadas pero ocurren con demasiada lentitud”, afirmó Novikov. “Por esos retrasos, estamos pagando con sangre ucraniana”.

Los funcionarios del gobierno de Biden entendían la presión con la que vivía Zelenski.

“Si yo estuviera en tu lugar, estaría haciendo exactamente lo mismo”, le decía Biden a Zelenski, según un alto funcionario. En las primeras semanas de la guerra, comentó el funcionario, Zelenski terminaba las llamadas con Biden diciendo: “Esta podría ser la última vez que te veo”.

Pero los funcionarios de Biden apelaron en privado al equipo de Zelenski para que tuviera otra actitud durante las llamadas. La situación mejoró cuando Bridget A. Brink, la nueva embajadora estadounidense, llegó la pasada primavera. Asimismo, Biden ha cedido a menudo ante Zelenski, hasta el punto de acceder a enviar lanzacohetes teledirigidos HIMARS, una batería antimisiles Patriot y carros de combate M1 Abrams, todo a lo cual se negó inicialmente.

La relación se ha estrechado en los últimos meses. La espectacular visita de Zelenski a Washington justo antes de Navidad pareció impresionar a Biden y a su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, que se autodenomina el intendente de la guerra de Ucrania y trabaja en colaboración estrecha con Andriy Yermak, el principal asesor de Zelenski. Y el viaje de Biden a Kiev puso de relieve su solidaridad, ya que Zelenski le agradeció con efusividad una ayuda que será “recordada eternamente”, al tiempo que presionaba con más cuidado para obtener más armas.

“Al principio, fue una relación bastante ríspida y sigue habiendo cierta aspereza, pero menos”, dijo John Herbst, antiguo embajador de Estados Unidos en Ucrania que ha elogiado a Biden por la ayuda, pero sostiene que ha sido demasiado lenta. “Al día de hoy, el gobierno sigue quejándose de que los ucranianos son unos ingratos, y eso es porque se niegan a analizar críticamente su propia política”.

Hablando por teléfono desde Kiev, Herbst dijo que la visita de Biden contribuyó en gran medida a cimentar la alianza con Zelenski, hasta cierto punto. “Sé que a los ucranianos les encantó la visita”, manifestó. “Su presencia en las calles de Kiev los conmovió y demostró el apoyo que querían ver. Pero la élite sigue preguntándose dónde está lo bueno”.

c.2023 The New York Times Company