La palabra que Joe Biden quiere eliminar de las leyes migratorias de EEUU (y lo que significa para la comunidad latina)

Una palabra a veces tiene un poder inusitado. Y cuando es de signo negativo, su impacto en la psique, la cultura y las políticas puede ser especialmente punzante.

Una palabra de esa clase es “alien”, usada en inglés para referirse al extraño, al extranjero, al diferente y por ello en ocasiones sospechoso o amenazante. En el cine de ciencia ficción se le asocia con aterradores seres extraterrestres pero, en la realidad diaria, el término “alien”, con calificativos como ilegal o peligroso, ha sido insistentemente usado para identificar a los migrantes, a los extranjeros, a los indocumentados. Algo que ha sido criticado por su carácter deshumanizante y estigmatizante.

Un estudiante participa en 2020 en una manifestación a bordo de automóviles en Los Ángeles, para exigir una reforma migratoria y expresar apoyo a los beneficiarios de DACA, conocidos como "soñadores". (AP Photo/Damian Dovarganes)
Un estudiante participa en 2020 en una manifestación a bordo de automóviles en Los Ángeles, para exigir una reforma migratoria y expresar apoyo a los beneficiarios de DACA, conocidos como "soñadores". (AP Photo/Damian Dovarganes)

El presidente Joe Biden ha dado los primeros pasos, de gran simbolismo pero aún en sus comienzos, rumbo a lograr una reforma de las leyes de inmigración del país. Durante décadas, conseguir que Estados Unidos reconozca y dé un estatus legal con una vía a la ciudadanía a los millones de indocumentados que viven, trabajan y aportan al país ha sido el afán y el sueño de generaciones de inmigrantes.

Se trata de una aspiración aún no conseguida (la última reforma mayor se dio en tiempos de Ronald Reagan) y que, al menos en los últimos cuatro años, enfrentó una grave amenaza en la actitud, la retórica y las políticas abiertamente antiinmigrantes de Trump, quien no solo estigmatizó a los inmigrantes indocumentados y separó niños y recluyó familias de solicitantes de asilo en la frontera, sino que también restringió la inmigración legal y creó extrema polarización con su obsesión con levantar el muro fronterizo, incluso a contracorriente del Congreso.

Antes de Trump ya existía una severa presión, explotación y persecución en contra de los indocumentados (durante la administración de Barack Obama se registraron cifras récord de deportaciones) pero la inhumanidad de las políticas de Trump y el imperativo ético y económico de dar una opción de regularización justa y compasiva a los indocumentados y otros inmigrantes (como los refugiados, los solicitantes de asilo y los beneficiarios de programas como DACA y TPS) ha movido a la administración de Biden a tomar varias medidas. Unas de largo aliento y más amplias de lo que se había registrado previamente para lograr una reforma migratoria y otras, de corto plazo, vía órdenes ejecutivas, reducir la presión que enfrentan las comunidades migrantes.

Así, entre esas acciones figura un ajuste en el lenguaje usado para aludir a los migrantes y, en general, a los extranjeros que ingresan al país, sea de modo legal o irregular. De acuerdo a CNN, en la iniciativa de reforma migratoria, el gobierno de Biden pretende eliminar el uso de la palabra “alien” en las leyes de inmigración, para sustituirla por la de “noncitizen” (no ciudadano).

En términos legales, la ley estadounidense entiende el término “alien” como cualquier persona que no es ciudadana o nacional de Estados Unidos, por lo que puede ser sustituido fácilmente por el término más directo y menos ominoso, e incluso más exacto, de “noncitizen”.

Efraín Íñiguez, originario de Tecate, Mexico, pide con humor la legalización de los indocumentados en EEUU durante una manifestación en Los Ángeles en  2008. (AP Photo/Hector Mata)
Efraín Íñiguez, originario de Tecate, Mexico, pide con humor la legalización de los indocumentados en EEUU durante una manifestación en Los Ángeles en 2008. (AP Photo/Hector Mata)

Con todo, el gobierno de Trump usó extensivamente el término “ilegal alien” para aludir a los indocumentados y con frecuencia lo hizo con énfasis y contextos que presentaban a esas personas como peligrosas, indeseables y con ello proyectaba una equívoca y punzante generalización al respecto contra toda la población indocumentada e incluso a la inmigrante.

También se promoverá, se afirma, un reconocimiento de Estados Unidos como una “nación de inmigrantes”, situación que es acorde con la historia del país y de su población, conformada a lo largo de varios siglos por oleadas de personas de otros países y otros continentes, algunas voluntariamente y otras por la fuerza (como fue el caso de los esclavos africanos), que llegaron a una tierra en la que ya existían, y donde persisten notablemente, pueblos originarios.

“La forma como describimos a la gente realmente se arraiga… Afecta cómo tratamos a las personas… La forma como hablamos de los inmigrantes es para mí no solo simbólica, es fundacional”, dijo a CNN José Antonio Vargas, inmigrante indocumentado y activistas por los derechos de los inmigrantes.

En ese sentido, llamar a los inmigrantes “aliens” o “ilegal aliens” en el caso de los indocumentados ciertamente marca de inicio una aproximación de desconfianza, de deshumanización y les impone un aura de amenaza a la que hay que frenar y expulsar. Eso es motivo de injusticia y atiza la xenofobia y el racismo.

La propuesta de eliminar el uso de “alien” sería así parte de un amplio giro que el gobierno de Biden ha comenzado en materia de inmigración y en su actitud hacia la población de origen inmigrante, que se ha expresado de modo específico en su propuesta de reforma migratoria –cuyo futuro es con todo incierto y está en manos del Congreso– y en varias órdenes ejecutivas que han revertido políticas y posiciones antiinmigrantes de la pasada administración.

Que Biden haya colocado en la oficina oval un busto del César Chávez, histórico líder de los trabajadores agrícolas hispanos y defensor de los derechos civiles, es otra señal de un giro en la actitud de la Casa Blanca hacia los inmigrantes y los indocumentados, que aunque diversos son en su mayoría de origen latino.

Manifestantes piden el mantenimiento del programa DACA, que protege de la deportación a indocumentados traídos a EEUU cuando eran menores Ese esquema fue establecido en la administración de Barack Obama y fue objeto de ataques e intentos de eliminación por parte del gobierno de Donald Trump. (AP Photo/Ross D. Franklin)
Manifestantes piden el mantenimiento del programa DACA, que protege de la deportación a indocumentados traídos a EEUU cuando eran menores Ese esquema fue establecido en la administración de Barack Obama y fue objeto de ataques e intentos de eliminación por parte del gobierno de Donald Trump. (AP Photo/Ross D. Franklin)

Para activistas y líderes hispanos, esa actitud de Biden, y la presencia del busto de César Chávez en el corazón del poder estadounidense, son señales de que el presidente es “auténtico” en su afán de impulsar a la comunidades hispana e inmigrante, como se comenta en The Washington Post.

Pero aunque hay optimismo también hay escepticismo: muchas veces en el pasado se ha hablado de la posibilidad de una reforma de inmigración sin éxito (incluso cuando Obama tuvo mayoría en ambas cámaras del Congreso en su primer mandato) y aunque se dieron pasos importantes como DACA, también se han enfrentado enormes resistencias y regresiones, que se sufrieron severamente con Trump.

Y aunque actualmente los demócratas controlan ambas cámaras nuevamente, el tema de la inmigración es muy divisivo y no hay seguridad de que, aunque la iniciativa de reforma logre ser aprobada en la Cámara de Representantes, se logre el aval de 10 senadores republicanos necesarios para lograr la mayoría de 60 votos en el Senado necesaria para aprobar leyes.

En todo caso, Biden ha dado ya los primeros pasos auspiciosos en un camino maratónico pero que es necesario recorrer ágilmente, para bien ciertamente de las comunidades inmigrantes pero también para el de todos los estadounidenses.

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