Biden le pone punto final a la guerra en Afganistán, la más larga en la historia de Estados Unidos: “Es hora de volver a casa”

Biden, en el Salón de los Tratados de la Casa Blanca, al anunciar la retirada definitiva de Afganistán
ANDREW HARNIK

WASHINGTON.- Decidido a dar vuelta la página en la guerra más larga en la historia de Estados Unidos, el presidente Joe Biden anunció el retiro de todas las tropas de Afganistán para el próximo 11 de septiembre, al cumplirse dos décadas del peor ataque en la historia del país. La movida marca un giro en las prioridades de la política exterior de la Casa Blanca, y reafirma la intención de Biden de poner una mayor atención en su agenda doméstica y la recuperación a la pandemia del coronavirus.

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El anuncio de Biden, que dejó de lado las advertencias del Pentágono, la comunidad de inteligencia y los republicanos sobre el riesgo de un eventual fortalecimiento de los talibanes, una guerra civil y un resurgimiento del terrorismo por la retirada, le puso un punto final a la guerra más larga en la historia de Estados Unidos, que costó más de dos billones de dólares –el mismo monto que Biden quiere invertir en el país con su plan de infraestructura para crear una “economía verde”–, y dejó 2488 soldados norteamericanos muertos, junto con decenas de miles de civiles. Michele Bachelet, comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanas, calificó este año a Afganistán como uno de los lugares “más mortíferos del mundo para un civil”.

“Es hora de terminar la guerra más larga de Estados Unidos. Es hora de que las tropas regresen a casa”, anunció Biden, solemne, en un discurso que brindó en la Sala de Tratados, el mismo lugar de la Casa Blanca donde George W. Bush anunció la invasión, hace casi dos décadas.

La retirada de tropas norteamericanas fue coordinada con el resto de los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que participaron de la invasión de 2001 que apuntó a sacar a los Talibanes del poder y desmantelar la red terrorista Al-Qaeda, liderada por Osama ben Laden, que llevó a cabo los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono. Biden y sus colaboradores insistieron en que el retiro es irreversible, y no está atado a ninguna condición en el terreno. De los casi 10.000 soldados que quedan en Afganistán, unos 2500 son de Estados Unidos.

“Fuimos a Afganistán juntos, y estamos unidos en irnos juntos”, dijo el secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, en una conferencia de prensa tras el discurso de Biden.

Riesgo

El anuncio de Biden es la movida más arriesgada de su joven presidencia, y, de concretarse, cumple con una promesa que no llegó a cumplir su antecesor, Donald Trump, antes de dejar la Casa Blanca, y su antiguo jefe, Barack Obama. Trump había prometido retirar a todos los soldados para mayo de este año. Biden, convencido de que una presencia militar continua en Afganistán tendrá un impacto inocuo en el futuro del país luego de dos décadas de avances y retrocesos y conflicto, dijo que Estados Unidos no podía estirar la decisión “con la esperanza de crear las condiciones ideales para nuestra retirada”, un reconocimiento implícito a las limitaciones de Occidente para torcer la realidad en el terreno.

Una imagen de soldados norteamericanos combatiendo el Afganistán en 2012
MUNIR UZ ZAMAN


Una imagen de soldados norteamericanos combatiendo el Afganistán en 2012 (MUNIR UZ ZAMAN/)

Biden dijo que cuatro presidentes, dos demócratas y dos republicanos, habían presidido una presencia militar, y se negó a pasarle esa responsabilidad a un quinto. Biden le comunicó la decisión a Bush y a Obama, que amplió la presencia militar de Estados Unidos en Afganistán antes de comenzar a reducirla, antes del anuncio. No habló con Trump.

“¿Cuándo será el momento indicado para salir? ¿Un año más? ¿Dos años más? ¿Diez años más? ¿Diez, veinte, treinta mil millones de dólares más?”, preguntó Biden, al remarcar que nadie entre los militares o la comunidad de inteligencia dice que hay que quedarse para siempre, pero siempre insisten en que es mal momento para salir.

La Casa Blanca justificó además la decisión en que ya no hace falta mantener una presencial militar en el país y “no existe una solución militar para los problemas que azotan a Afganistán”. Washington ahora debe reencauzar su influencia detrás de los esfuerzos diplomáticos para alcanzar un acuerdo de paz entre los talibanes y el gobierno afgano. Funcionarios de Biden acuñaron una idea para arropar la retirada: el mundo es 2021 no es el de 2001. Ahora la amenaza terrorista surge de Yemen, Siria, Irak, Somalia y otras partes de África, está más “dispersa y distribuida”. Y las prioridades y desafíos de política exterior de la Casa Blanca han cambiado. Biden quiere poner la mirada en Rusia, el ascenso de China, y el cambio climático.“No podemos mirar las cosas con la mentalidad de 2001. Tenemos que mirar las cosas con el mundo de 2021, dijo la vocera presidencial, Jen Psaki. “Las amenazas han cambiado”, señaló.

Estados Unidos y la OTAN prometieron continuar su respaldo al gobierno afgano y a las fuerzas de seguridad del país, incluida la ayuda humanitaria, reconocieron que todavía existe mucha violencia en el país, y los talibanes intentarán sacar redito de la retirada. Pero a la vez dejaron en claro que comenzaba “un nuevo capítulo” en la relación de Afganistán con Occidente.

En Washington, la movida de Biden generó feroces críticas de los republicanos, quienes advirtieron que la decisión podía desestabilizar la región y darle luz verde a Al Qaeda y Estado Islámico, además de fortalecer a Irán y poner en riesgo a los soldados desplegados en el país. El senador Lindsey Graham, compañero durante muchos años de Biden en la Cámara alta, quien año tras año se opuso a la retirada, fue la voz principal de la ofensiva de la oposición a la decisión del presidente. Graham pidió dejar una “fuerza residual”.

“No hay grandes opciones. Afganistán es un lugar complicado y peligroso, sin grandes opciones. El presidente Biden, desafortunadamente, eligió la opción más riesgosa, que es irse sin importar lo que pase”, dijo Graham. “Perdemos nuestra póliza de seguro contra un nuevo 11-S”, agregó.