Beto O’Rourke, el demócrata que revoluciona la arena política en Texas

Las elecciones del 6 de noviembre en Texas tienen una hoguera encendida: el senador titular Ted Cruz, quien compitió contra Donald Trump por la candidatura presidencial republicana y ha tenido fuerte influencia en la política nacional, enfrenta una oposición en auge y que podría desplazarlo: el candidato demócrata al Senado Beto O’Rourke.

Texas no ha tenido un senador demócrata desde 1993 y no ha electo a uno desde 1988 y es un estado que aunque tiene importantes bastiones demócratas en sus grandes urbes, ha sido consistentemente republicano por décadas.

Pero O’Rourke se ha dispuesto a cambiarlo, tanto por su propio perfil y empuje como porque su candidatura se da en el contexto de una crispación política nacional provocada por Trump y de una demografía política texana en transformación que, según algunos analistas, podría volver a Texas un estado políticamente competitivo (en las elecciones presidenciales sus votos electorales han sido republicanos desde 1980) quizá tan pronto como en la elección de 2020.

Beto O'Rourke, candidato demócrata a senador federal por Texas. (EFE)
Beto O’Rourke, candidato demócrata a senador federal por Texas. (EFE)

O’Rourke, en realidad, ya protagoniza ese posible cambio y podría ser un factor para catalizarlo si da la sorpresa y derrota a Cruz. Según encuestas recientes, la carrera es competida, con estudios recientes que ponen a O’Rourke dos puntos arriba (Ipsos) o a Cruz con nueve puntos de ventaja (Quinnipac), de acuerdo a la revista Texas Monthly. El promedio de encuestas de RealClearPolitics da a Cruz una ventaja de 4.5 puntos, una posición que aunque es favorable para el republicano revela que el demócrata ha ganado enorme terreno y que todo podría cerrarse aún más de aquí al 6 de noviembre.

O’Rourke nació en El Paso en 1972 y se crió allí. Su familia ha residido en esa ciudad fronteriza con México por cuatro generaciones (sus orígenes familiares están en Irlanda) y su padre fue juez del condado. Actualmente está casado con Amy Hoover Sanders y tienen tres hijos.

A principios de la década de 1990, cuando rondaba los 20 años, fue integrante de una banda de música punk (tocando el bajo) llamada Foss, que llegó a producir un álbum y realizó giras de concierto en Estados Unidos y Canadá.

En esas épocas O’Rourke tuvo algunos problemas con la ley que a lo largo de los años han sido usados por sus rivales políticos para atacar sus candidaturas. De acuerdo a Politifact, en 1995 fue arrestado por una falta menor (se dijo que se saltó una valla e ingresó sin autorización en el campus de la Universidad de Texas en El Paso) y en 1998 por conducir en estado de ebriedad.

Pero O’Rourke nunca ha ocultado ese pasado y, por el contrario, ha reconocido sus errores. La universidad optó por no proseguir con su acusación y el cargo por conducir alcoholizado fue levantado luego de que él completo un curso recomendado por la corte. Y en realidad esos hechos nunca lo han afectado de modo relevante en lo político, pues en su carrera ha sido electo sucesivamente para diversos cargos en elecciones en las que esos antecedentes han salido a colación.

O’Rourke se graduó en Columbia University, en Nueva York, en Literatura Inglesa y laboró en esa ciudad en empresas de internet a finales de la década de 1990. Luego volvió a El Paso, donde fundó una empresa dedicada al desarrollo de sitios y aplicaciones web. Pero tiempo después optó por la política: en 2005 fue electo al concejo de la ciudad de El Paso y logró su reelección en 2007. Fue electo congresista federal en 2012, escaño que actualmente posee tras haber sido reelecto en 2012 y 2016, y es miembro de los comités de las Fuerzas Armadas y de Asuntos de Veteranos de la Cámara de Representantes.

Y aunque no había sido un representante federal con una proyección visible a gran escala en el ámbito federal, su posición en Texas creció con el tiempo al grado de que en 2017 anunció que retaría a Ted Cruz en la elección del Senado federal de 2018.

Al principio, su apuesta fue considerada muy arriesgada, pues a escala estatal Texas ha sido consistentemente republicano y Cruz es una figura de proyección nacional, que genera ciertamente controversias pero que tiene un importante peso político en Washington.

El radicalismo de derecha de Cruz es intenso al grado de que causó malestar incluso en la bancada republicana en el Senado y su arrastre en las elecciones primarias republicanas de 2016 fue muy grande, solo superado por el aún más polémico y conflictivo Donald Trump.

Derrotar a Cruz lucía, entonces, un camino cuesta arriba, pero O’Rourke se lanzó. Y aunque el resultado es ciertamente incierto, esa sola condición de competitividad es ya un logro en un estado que parecía en la bolsa para los republicanos. Un triunfo de O’Rourke en noviembre luce ahora alcanzable, los demócratas se han movilizado a gran escala y atraído a independientes y por ello esa contienda ha llegado al primer plano de la política y los medios a escala nacional.

Las diferencias entre los dos candidatos son notables. Sus nombres, para empezar, han suscitado ya debate. O’Rourke, descendiente de irlandeses, se llama Robert Francis. Pero al haber nacido y vivido en El Paso se le ha apodado ‘Beto’ desde niño y habla bien español. Cruz, en cambio, descendiente de cubanos, se llama Rafael Edward pero se ha identificado como ‘Ted’ y tiene un limitado manejo del castellano.

Así, la contienda ‘Beto contra Ted’ es en cierto modo una suerte de choque de contrastes. Y ciertamente sus diferencias ideológicas y políticas son sustantivas y van más allá de la curiosidad de sus apodos.

Beto O'Rourke ha recortado de modo importante la ventaja que le sacaba Ted Cruz en las encuestas de la elección de senador por Texas al grado de que la contienda está abierta. (AP/Getty Images)
Beto O’Rourke ha recortado de modo importante la ventaja que le sacaba Ted Cruz en las encuestas de la elección de senador por Texas al grado de que la contienda está abierta. (AP/Getty Images)

O’Rourke plantea a los votantes de Texas una plataforma opuesta al radicalismo conservador y de derecha de Cruz.

O’Rourke no es precisamente un radical de izquierda, y algunos lo han considerado un liberal moderado, incluso un centrista. En todo caso, apoya una reforma migratoria integral, se ha opuesto a la política antiinmigrante de Donald Trump, promueve el derecho de las minorías, de los discapacitados y la comunidad LGBTQ, defiende el derecho de la mujer al aborto y la legalización de la marihuana para consumo personal.

Propone también un seguro médico público universal, la obligación de revisar los antecedentes de todos los compradores de armas, que no se canalice recursos fiscales a las escuelas privadas y en cambio se apoye más la educación pública. También plantea que se proteja e incentive a los pequeños negocios para generar empleos y se propicie la libre competencia. Y aunque pide mayor fiscalización de las guerras que Estados Unidos libra en el mundo, también reclama mayores recursos para las bases militares en Texas y para el apoyo a los veteranos.

Las encuestas muestran un panorama competido, aunque expertos como Nate Silver de FiveThirtyEight señalan que en Texas esos ejercicios estadísticos son difíciles de realizar y por ello aportan resultados diversos y a veces contradictorios.

En ese sentido, FiveThirtyEight considera que si bien Cruz aventaja en el promedio de las encuestas, algunos criterios “fundamentales” (que no provienen de encuestas) como el contexto político nacional, el factor Trump o la movilización de nuevos grupos de votantes le dan una ligera ventaja a O’Rourke. Y el demócrata ya ha logrado recaudar considerables sumas económicas, en gran medida vía pequeños montos de multitud de simpatizantes, y por eso cuenta con una maquinaria de campaña de relevancia sin depender de aportaciones de grupos de acción política.

En todo caso, los pronósticos de la elección senatorial en Texas continúan aún moderadamente alineados hacia el lado republicano, aunque la ventaja de Cruz se ha ido achicando con el paso de las semanas.

La gran pregunta, así, es si se cerrará aún más y si, al final, O’Rourke dará la gran sorpresa de desplazar a Cruz del Senado. Eso aún está en la incertidumbre pero algunos analistas ya aventuran la pregunta, como se planteó en Vanity Fair, de si Beto O’Rourke podría ser en las elecciones presidenciales de 2020 la versión ‘tipo Barack Obama’ para enfrentar a Trump.

Aunque eso luce aún como exagerado futurismo, pues la premisa inicial sería que O’Rourke gane en 2018, algo que aún está por verse, lo cierto es que ‘Beto’ ha crecido en estatura política y causado ya interés en círculos nacionales. Analistas de CNN, por ejemplo, ya lo colocaron en su lista de 10 posibles candidatos presidenciales demócratas con miras a 2020. Un triunfo de O’Rourke ante Cruz ciertamente lo proyectaría aún más hacia las vertiginosas alturas de Washington.

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