Los nuevos detractores: del Bernie Sanders "privilegiado" a los terraplanistas científicos
Cuando las teorías de la conspiración no son suficientes...
De un extremo y del otro, el malestar cultural se las ha ingeniado para desarticular el discurso racional y cartesiano que conduce a Occidente desde que se inició la modernidad. A las teorías de conspiración marxistas se han sumado de pronto toda clase de creencias que ponen en duda el más básico supuesto de la cultura que conocemos. Pero el malestar quiere más que eso: a los críticos e inconformes de nuestro tiempo les han nacido sus propios críticos. El malestar del malestar. Los contrarios de los contrarios
A los rebeldes les ha salido oposición interna. Ocurre en todos los universos. En un chat de Qanon, un grupo de terraplenistas le pide a los que aún afirman que hubo fraude electoral en Estados Unidos, que mejor investiguen, que los hechos son preferibles a las creencias. Usted está leyendo bien, sí. Es la recomendación de quien cree que la Tierra es plana, dice que es mejor afianzarse en los hechos.
Los casos empiezan a abundar.
Recientemente, a un grupo de intelectuales, seguidos por el artículo de opinión de una maestra de San Francisco, les ha dado por sostener que la vestimenta y actitud de Bernie Sanders en "la toma de posesión más importante de nuestro tiempo", es una informalidad y una irreverencia que "sólo un blanco puede hacer. Es un privilegio de su grupo", dicen. Sí, a Bernie Sanders lo llaman privilegiado. Bernie Sanders, el socialista más destacado de la historia estadounidense, el único que ha vencido el estigma con el que la izquierda ha cargado siempre en la potencia capitalista más poderosa, orador sin pruritos en contra de millonarios, él, por su actitud y la manera en que vistió (apartado, irreverente, informal) es tildado de "privilegiado".
Roland Barthes lo llamaba "rizar el rizo". Las incomodidades con la cultura tienen tales sofisticaciones que ya los críticos de los estándares paradigmáticos tienen a su vez sus propios críticos.
El malestar cultural se expresa no sólo en el mar de fábulas que explican estrambóticamente hechos políticos, naturales o históricos, cuyas tesis no son comprobables en la realidad, aunque sí esparcidas masivamente en las redes: a la contracultura que usualmente se sembraba desde la izquierda en contra del poder instituido, a la que ahora acompaña este tiempo de proliferación de teorías de la conspiración que suelen venir desde el otro extremo, se suman otros más inconformes aún, desde su mismo extremo.
Transiciones
El futbolista Edinson Cavani recientemente felicitó en Instagram a un compañero de equipo sin cuya participación y gol hubiesen perdido un partido. "Gracias, negrito", le dijo Cavani, a quien la Liga Inglesa amonestó -entendiendo que no era su intención- por utilizar un vocablo de contenido potencialmente racista. Pero la Federación Uruguaya de Fútbol, y una nada despreciable hinchada futbolística, salió en defensa del crack uruguayo y despotricó de la Liga Premier, por considerar que la misma despreciaba las connotaciones del lenguaje español en Latinoamérica, como si las implicaciones y las luchas contra el racismo en la Liga Inglesa, donde Cavani trabaja, fueran menores.
Son rebeldes contra rebeldes.
Algunos trumpistas justifican su fanatismo explicando que Trump no es de su agrado, pero que precisamente por su pragmatismo es el líder que se necesita para combatir el globalismo, el poderío chino y el "buenismo". Combatir lo que se combate así sea por los medios contrarios.
Es un tiempo de malestares. Estar en contra es el estándar. Salvaguardar y construir parece lo de menos. Lo importante es oponerse. Siempre. A lo que sea. Oponerse incluso a lo que se opone.
"Las tensiones de la civilización", decía Karl Popper, "se parecen a la idea del malestar cultural que describía Freud", en tanto que la transición de la sociedad hacia la libertad suponía "una sociedad sin padre, sin duda la mejor que hemos tenido, pero en el que aflora la nostalgia del niño y en cuyas fragilidades emerge siempre la amenaza del totalitarismo, con su oferta de sociedad cerrada y unidad social".
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