La batalla contra las minas ilegales de oro en Colombia

Un ingeniero instala explosivos en un socavón de minería ilegal de oro en el Parque Nacional Natural Farallones de Cali, Colombia, el 28 de noviembre de 2024 (JOAQUIN SARMIENTO)
Un ingeniero instala explosivos en un socavón de minería ilegal de oro en el Parque Nacional Natural Farallones de Cali, Colombia, el 28 de noviembre de 2024 (JOAQUIN SARMIENTO) (JOAQUIN SARMIENTO/AFP/AFP)

Cordones detonantes llegan hasta el interior de una de las minas ilegales de oro cerca de Cali, la tercera ciudad de Colombia. Los expertos activan la carga desde el exterior y provocan un estallido que arruina este negocio millonario de los grupos armados.

El efecto de los explosivos -anfo y un tipo de hidrogel- destroza las paredes del angosto pasillo que conducía al interior del yacimiento en el Parque Nacional Farallones, una cadena montañosa de los Andes pegada a esta urbe.

Quien quiera volver a ingresar, se encontrará con toneladas de escombros.

Los ingenieros, policías y funcionarios de la Alcaldía a cargo del ejercicio llegaron hasta aquí, a 3.4000 metros de altura, tras una caminata de 10 horas.

Los mineros ilegales bajo el control de grupos armados han estado lucrándose por medio siglo con el oro en el monte que suele estar tapado por la neblina.

Para separar el metal precioso de los sedimentos sin valor utilizan mercurio, un elemento que ya está contaminando el agua que llega hasta la ciudad de 2,2 millones de habitantes.

"Todo ese mercurio queda depositado en el suelo" y es "arrastrado por el cauce del río. Y, pues, aguas abajo nos vemos afectados", dice el ingeniero principal de la operación, que prefiere no revelar su nombre por seguridad.

La AFP acompañó el recorrido de tres días por subidas empinadas y con la compañía de mulas que cargaban equipos.

La Procuraduria señala que el 85% del oro que exporta Colombia es ilícito, sin precisar la cantidad. Legalmente, el país produjo al menos 248 toneladas de oro entre 2017 y 2022, según el último informe de la ONU.

- Operación en alturas -

Mientras los ingenieros preparan las detonaciones con una maraña de cables rojos, los uniformados resguardan el lugar con fusiles y utilizando máscaras antigases. Los explosivos llegan hasta los picos montañosos en helicópteros.

Un hombre hace sonar una sirena para avisar que el estallido se aproxima. Uno de sus colegas opera el detonador a distancia y luego se escucha la explosión. La cortina de humo blanco es señal del éxito de la operación.

En las noches, el escuadrón antiminería acampa en bases militares observando a lo lejos las luces de la ciudad que entre octubre y noviembre fue sede de la COP16 sobre biodiversidad.

Las actividades de este tipo se intensificaron en los últimos dos meses. El subsecretario de Seguridad de Cali, Álvaro Pretel, asegura que han destruido 27 socavones y 11 minas completas.

El punto en el que los acompañó la AFP ya había sido abandonado por la presión de operativos anteriores.

- Agua y mercurio -

"Aquí nacen los siete ríos" que abastecen de agua dulce a la ciudad, explica Pretel.

Solo en 2023 fue utilizada en estas minas cerca de una tonelada de mercurio, dice.

El metal "termina llegando tarde que temprano a los caleños y las caleñas, quienes beben del agua", agrega.

Parques Nacionales Naturales (PNN), la entidad encargada de cuidar las zonas de reserva, contabilizó en 2019 alrededor de 420 socavones en los Farallones, de acuerdo con Pretel.

En 2022 Naciones Unidas detectó más de 69.000 hectáreas de vegetación afectadas por la minería ilegal de oro en todo el país.

Trabajadores de PNN recolectan muestras de agua para medir cuánto mercurio arrastra.

El área del Parque Farallones, que debe ser protegida por el Estado, alberga más de 196.000 hectáreas, repartidas entre Cali y otros municipios vecinos.

En mayo la Procuraduría advirtió que encontró cerca del acueducto de la ciudad niveles de mercurio y arsénico -también utilizado en la minería- "que sobrepasan los límites máximos permisibles".

Montaña arriba cada paso está calculado. En los Farallones ejercen control "diferentes estructuras y organizaciones criminales", agrega Pretel.

De acuerdo con expertos, la explotación ilegal de oro es incluso más rentable para guerrillas y carteles que la cocaína.

En ocasiones han encontrado socavones ocupados hasta por unas 1.000 personas que intentaron repeler a los uniformados lanzándoles objetos, asegura el mayor Gustavo Escobar, comandante del grupo de operaciones especiales contra la minería ilegal de la policía.

"Es un terreno de difícil acceso. Hay que caminar varias horas. La altura, el frío, son, digamos, situaciones que de una u otra forma pueden llegar a afectar", dice.

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