'Una batalla por el alma de las niñas negras'

Zulayka McKinstry abraza a su hija en Binghamton, Nueva Yorl, el 1.° de septiembre de 2020. (Miranda Barnes/The New York Times)
Zulayka McKinstry abraza a su hija en Binghamton, Nueva Yorl, el 1.° de septiembre de 2020. (Miranda Barnes/The New York Times)
El presidente Barack Obama anuncia la iniciativa My Brother's Keeper con niños de un programa juvenil de Chicago en la Casa Blanca en Washington, el 27 de febrero de 2014. (Gabriella Demczuk/The New York Times)
El presidente Barack Obama anuncia la iniciativa My Brother's Keeper con niños de un programa juvenil de Chicago en la Casa Blanca en Washington, el 27 de febrero de 2014. (Gabriella Demczuk/The New York Times)

BINGHAMTON, NUEVA YORK — La hija de Zulayka McKinstry, que solía ser sociable y hacer cosas disparatadas, ha dejado de ver a sus amigos y hablar con sus hermanos, pues ya no confía en nadie. McKinstry afirma que todo cambió a partir de un día de enero de 2019 en que el director de la escuela de su hija decidió que ser “hiperactiva y atolondrada” era una conducta sospechosa en una niña de 12 años.

Así que envió a la hija de McKinstry a la enfermería, donde la obligaron a desvestirse para realizar una búsqueda de contrabando inexistente.

“No es justo que ahora tenga que decirle: ‘Está bien ser negra, hiperactiva y atolondrada’, que sonreír no es un delito”, afirmó McKinstry. “Lo peor es que no me cree”.

El caso de Binghamton, Nueva York, promovido por los despachos NAACP Legal Defense and Educational Fund y Morrison & Foerster para denunciar la desigualdad en el trato hacia las niñas negras y en el porcentaje de medidas disciplinarias que se les aplican, podría ser un juicio federal revolucionario.

La desigualdad en el número de niños negros que son sujetos a medidas disciplinarias desde hace tiempo ha sido un tema dominante en el debate sobre los efectos dañinos de las políticas disciplinarias, pero algunos casos recientes de gran notoriedad han comenzado a replantear el debate en torno a los problemas de las niñas negras.

Estadísticamente, los niños negros registran la mayor proporción de suspensiones, expulsiones y detenciones, y la desigualdad entre este grupo y el de los niños blancos ha sido el catalizador de movimientos nacionales para exigir cambios. Sin embargo, la proporción de castigos que se aplican a las niñas negras no es muy distinta de la de los niños negros; incluso en muchas categorías, como las suspensiones y casos turnados a la policía, la desigualdad entre niñas negras y blancas eclipsa la observada entre niños negros y blancos.

The New York Times realizó un análisis de los datos más recientes sobre castigos del Departamento de Educación, y este reveló que el porcentaje de niñas negras suspendidas por lo menos una vez de la escuela es más del séxtuple del de las niñas blancas, que a las niñas negras las castigan con suspensiones múltiples siete veces más que a las niñas blancas, y que el porcentaje de niñas negras cuyos casos se turnan a la policía es tres veces mayor que el de las blancas. Los niños negros recibieron tasas más bajas de esos mismos castigos en comparación con los niños blancos.

En la ciudad de Nueva York, las niñas negras de nivel primaria y secundaria recibieron aproximadamente once veces más suspensiones que sus compañeras blancas en 2017, según un informe del grupo de investigación y defensa Education Trust-New York. En Iowa, la probabilidad de que a las niñas negras las castiguen con detenciones en la escuela es nueve veces mayor que la de las niñas blancas, según un análisis por estado realizado por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles.

“Libramos una batalla por el alma de las niñas negras”, explicó Monique Morris, directora ejecutiva de la organización filantrópica Grantmakers for Girls of Color y autora del libro “Pushout: The Criminalization of Black Girls in School”.

La tasa desproporcionada de castigos que reciben las niñas apoya lo que los investigadores han señalado desde hace tiempo sobre los niños y las niñas de raza negra: no son más indisciplinados que sus compañeros, sino que su conducta se juzga con más dureza. Algunas investigaciones federales sobre derechos civiles han descubierto en general que a los estudiantes negros se les castiga con más severidad que a sus compañeros blancos por las mismas conductas.

Los educadores consideran que las niñas negras son más sospechosas, maduras, provocativas y agresivas que sus compañeras blancas, aseveró Rebecca Epstein, directora ejecutiva del organismo Georgetown Law Center on Poverty and Inequality y una de las autoras del primer estudio bien fundamentado sobre el “sesgo de adultificación” contra las niñas negras. El estudio reveló que los adultos consideran que las niñas negras, incluso de solo 5 años, son menos inocentes que las niñas blancas.

El juicio de Binghamton, promovido por la organización defensora de la justicia racial NAACP Legal Defense and Educational Fund el año pasado contra el Distrito Escolar de la ciudad de Binghamton, será la prueba para determinar si esos estudios pueden traducirse en recursos legales.

La organización argumenta que los administradores se basaron en “estereotipos falsos motivados por la raza y el género para instruir, facilitar y conducir estas búsquedas ilícitas” en la hija de McKinstry y otras tres niñas negras de 12 años. La enfermera de la escuela que realizó las búsquedas dijo que las niñas eran “ruidosas e irrespetuosas y que tenían ‘mala actitud’”, según consta en la demanda. Se acusa a la enfermera de hacer el comentario de que los senos de una de las niñas eran inusualmente grandes para su edad y de hacer alusión a la visión “estereotipada de que las niñas negras son más grandes y maduras que las niñas blancas de edad similar”.

“Este caso se trata de la criminalización de la infancia de los ciudadanos negros”, comentó Cara McClellan, abogada que representa a las niñas.

En un comunicado, Shannon O’Connor, abogada del Distrito Escolar de la ciudad de Binghamton, sostuvo su postura de que las cuatro niñas “manifestaban síntomas que hicieron pensar que la enfermera de la escuela debía realizar un examen estándar de salud y seguridad” y que no se les registró desnudas. Señaló que se dejó ir a las niñas sin “incidentes, quejas o medidas disciplinarias de ningún tipo”.

Las niñas negras se convierten en el foco de atención

En 2014, el presidente Barack Obama anunció una iniciativa nacional llamada My Brother’s Keeper, cuyo propósito era mejorar la vida de los jóvenes negros. Los objetivos del programa incluían una reforma a la disciplina escolar.

Unos meses después, Kimberlé Crenshaw, profesora e investigadora de teoría racial, escribió una columna de opinión titulada “The Girls Obama Forgot”. También publicó un informe en el que concluyó que tanto los encargados de elaborar políticas públicas como los patrocinadores e investigadores prácticamente ignoraban a las niñas negras en los debates sobre la disciplina. Un reporte elaborado por NAACP Legal Defense Fund en 2014 denunció que la falta de atención a las niñas negras había “dado pie a la suposición de que a todas las niñas les va bien en la escuela”, a pesar de que también sufrían contratiempos académicos y económicos.

No obstante, algunos investigadores afirman que a las niñas negras todavía se les considera un tema al margen. “La actitud es que todo comienza con los varones. Luego basta pintarlo de rosa para que funcione para las niñas”, explicó Epstein.

LaTasha DeLoach ha trabajado desde hace años a través de las organizaciones con sede en Iowa G!World y Sankofa Outreach Connection para acabar con la percepción de que las niñas negras no corren tanto peligro por el racismo sistémico como los niños.

“Se trata de una narrativa de esclavos”, dijo. “A los hombres negros los ahorcaban en público, pero a las mujeres negras las violaban en secreto. Esta tendencia a ocultar el dolor de las mujeres negras se remonta a años atrás”.

En 2015, cuando DeLoach fue electa y se convirtió en la primera mujer negra en ocupar un puesto en la Junta del Distrito Escolar de la Comunidad de la ciudad de Iowa en 30 años, comenzó a hacer denuncias sobre la proporción de medidas disciplinarias aplicadas a las niñas negras. Los datos mostraban que el 75 por ciento de las acciones disciplinarias que involucraban a niñas negras eran por alteración del orden, en comparación con el 19 por ciento para las niñas blancas; el 69 por ciento eran por actitud desafiante, insubordinación o incumplimiento, en comparación con el 19 por ciento para las niñas blancas.

“Cuando llegas a una escuela aquí y eres una niña negra, solo esperan a que abras la boca”, dijo DeLoach.

El Distrito Escolar de la Comunidad de la ciudad de Iowa indicó en un comunicado que tenía el “compromiso de identificar, investigar y rectificar las acciones desproporcionadas dentro de nuestras escuelas”.

Los expertos afirman que se sabe muy poco sobre el trauma a largo plazo que sufren las niñas negras a causa de los castigos escolares desproporcionados.

El caso de Binghamton provocó protestas y solicitudes, pero las niñas, que ahora tienen 14 años y van a comenzar la preparatoria, no han recibido justicia.

“Justicia sería que las personas supieran lo que pasamos ahora y que esto nunca le pasara a otra mujer afroestadounidense”, dijo la hija de McKinstry, cuya identidad no se revela para proteger su privacidad por ser menor de edad.

Una investigación estatal ordenada por el gobernador Andrew Cuomo dio como resultado un informe en el que se enlistan las políticas del distrito, incluida una política de registro al desnudo, pero no se hizo referencia al caso de las niñas. El departamento de policía del estado de Nueva York dijo que su investigación estaba cerrada y que no se habían presentado cargos.

En sus primeros comentarios en público desde que estalló el caso, las niñas de Binghamton dijeron que todavía tenían problemas para entender por qué las trataron así.

En los días que siguieron al incidente, el distrito reconoció en una declaración las “consecuencias involuntarias de hacer que las estudiantes se sintieran traumatizadas” y dijo que estaba trabajando con las familias de las niñas “para apoyar el éxito de sus hijas”.

Sin embargo, las niñas afirman que, ya que el distrito se sigue negando a reconocer la experiencia que atravesaron, todavía no se sienten cómodas en la escuela aquí.

La hija de McKinstry comentó que sus calificaciones de secundaria se vieron afectadas; algunas bajaron de A a F. “Es más difícil concentrarte cuando puedes sentir que las personas están en tu contra”, comentó.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company