Barack Obama busca candidato para el 2020

POR JOAQUIM UTSET-. Cuenta Ben Rhodes, el exasesor de seguridad nacional de Barack Obama, en su libro de memorias recién publicado, que el expresidente iba del estupor a la desolación tras la victoria de Donald Trump preguntándose qué habían hecho de tan mal para merecer ese castigo.

El primer mandatario afroamericano de la historia de Estados Unidos, el que parecía abrir una nueva era, contemplaba incrédulo como una “caricatura” le iba a suceder.

(AP Photo/Evan Vucci, Pool)
(AP Photo/Evan Vucci, Pool)

Encontrar la respuesta correcta a esa pregunta de qué hicimos tan mal es un factor crucial en cualquier esfuerzo de los demócratas, no solo para recuperar el Congreso este noviembre, sino para alcanzar el codiciado objetivo de derrotar a Trump en el 2020.

Ese interrogante es indudablemente uno de los asuntos que Obama debe haber discutido con los nueve presidenciables demócratas con los que se ha reunido discretamente en los últimos meses en su oficina en Washington DC, tal como reveló recientemente Político.

De acuerdo a la información, los encuentros han servido para proporcionar consejos y apoyo a los potenciales aspirantes sobre cómo reconstruir el mensaje de su partido tras la amarga derrota del 2016.

Si bien Obama ha mantenido un perfil bajo tras abandonar la Casa Blanca y ha evitado el cuerpo a cuerpo con Trump, quien no pierde ocasión de molestarlo en sus tuits, lo cierto es que en el fondo siente la necesidad de que los demócratas articulen un discurso adecuado a los nuevos tiempos para ganar las próximas elecciones de otoño y las presidenciales de aquí a dos años.

Según las fuentes de Político, la recomendación general del expresidente a quienes lo quieran escuchar es que se centren en los asuntos de fondo, que no se pierdan en polémicas pasajeras. También han discutido cuánto peso darle en la campaña a la investigación de la interferencia rusa en las elecciones en relación a los problemas cotidianos del votante, como la salud o la educación.

El consenso hasta ahora es que no basta simplemente con ser antiTrump, sino que hay que ofrecer un proyecto alternativo, por mucho que la animadversión al presidente sea el combustible que lleve a las bases a votar.

Apunta Rhodes en su libro, titulado The World as It Is, que la derrota de Hillary tendrían que haberla anticipado porque el argumento que se usó en su contra era el mismo que emplearon ellos en las primarias de 2008: los Clinton forman parte de una élite política corrupta por la influencia del dinero que no cambiará el sistema con el que se han hecho ricos.

El regreso a la escena política

Por muy velado y paulatino que sea, el regreso del expresidente a la arena política deja en evidencia el hecho de que en la era Trump no hay ninguna otra figura en el partido azul que pueda ejercer de líder. Dos años después de su partida, y pese a mantenerse en la sombra, el expresidente es lo más cercano que los demócratas tienen a ese papel.

Por eso no carece de importancia el detalle de que fuera el senador Bernie Sanders, de acuerdo a Político, quien solicitara reunirse con Obama, y no al revés, a pesar de las críticas del senador de Vermont a ciertos aspectos de su administración, como su supuesta debilidad ante Wall Street.

Bernie Sanders. (AP Photo/Jose Luis Magana)
Bernie Sanders. (AP Photo/Jose Luis Magana)

Otros que se han visto con el expresidente han sido la senadora Elizabeth Warren, el exalcalde de Nueva Orleans Mitch Landrieu, y el exgobernador de Massachusetts Deval Patrick.

Elizabeth Warren. (AP Photo/Jacquelyn Martin)
Elizabeth Warren. (AP Photo/Jacquelyn Martin)

Estas reuniones se han visto en cierta manera como unas audiciones para encontrar quien pueda tomar el relevo de Obama y se convierta en la voz de la resistencia que por ahora no ha surgido, ni entre el liderazgo demócrata en el Congreso ni en el resto del país. Es más, quienes parecen haber adoptado el papel de partido opositor son los republicanos disidentes y los medios de comunicación que diariamente reciben andanadas de la Casa Blanca.

En medio de ese silencio que ha guardado no es difícil imaginar a Obama con la sangre hirviendo ante un tuit particularmente ofensivo y llevando al límite su capacidad de contención para no agarrar el teléfono y replicar con “fuego y furia”.

Tal vez encuentre consuelo en los resultados de encuestas como la difundida en mayo por CNN, en la que los consultados lo consideraban mejor presidente que el actual por un margen de 19 puntos.

Además de pasar consulta, el expresidente también se mantiene activo en uno de los aspectos menos glamurosos de la política moderna -la recaudación de fondos- por su intacta capacidad para lograr que los donantes abran la chequera. A medida que se acerque el otoño, también se espera verlo viajar con más frecuencia por el país respaldando candidatos de su partido.

Muchos le serán familiares, ya que al menos 65 exintegrantes de su administración se han postulado en este ciclo electoral a cargos electos, que van desde una silla en un concejo municipal a un escaño en el Congreso. Su llamado antes de dejar la Casa Blanca a implicarse en política parece no haber caído en oídos sordos.

Los demócratas siguen sintiéndose optimistas de cara a noviembre, particularmente después de que sortearan ciertos obstáculos en las recientes primarias y por su repunte en las encuestas, luego de que semanas atrás su ventaja sobre los republicanos se hubiera estrechado peligrosamente.

Una victoria en noviembre que les permita recuperar la Cámara de Representantes supondría un considerable revés para la actual administración, como lo supuso en su momento perderla para Obama. Pero no garantiza que se reproduzca en las presidenciales dos años después, cuando la naturaleza de la contienda se transforma y el conflicto directo con Trump, quien se siente cómodo en ese terreno, es inevitable. De ahí la necesidad de que Obama atine en sus audiciones.