Banda criminal practicaba rituales de santería para alejar a la policía
Fue desarticulada una banda de narcotráfico en Barranquilla, Colombia, que practicaba rituales de santería para mantener alejada a la policía.
La conferencia anual, que presentará a Donald Trump, se produce semanas después de los disturbios en el Capitolio
CIUDAD DE MÉXICO, 22 feb (Reuters) - México recibió el lunes por la noche un primer cargamento de la vacuna rusa Sputnik V contra el COVID-19, informó el canciller mexicano, Marcelo Ebrard.La entrega, consistente en 200,000 vacunas, se produce luego de una reciente conversación entre el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, agregó el funcionario en su cuenta de Twitter.
“No saben qué hacer, así que se obsesionan con que lleve a mis chicas a la playa'', dijo el senador
Los comentarios del médico se producen la misma noche en que Joe Biden planea honrar al medio millón de estadounidenses muertos por el virus
24 feb (Reuters) - Moderna Inc dijo el miércoles que trabaja con científicos del gobierno de Estados Unidos para estudiar una vacuna de refuerzo experimental contra una nueva variante del coronavirus, al tiempo que anunció que elevó su meta global de producción de la vacuna COVID-19 para este año en 100 millones de dosis. La compañía de biotecnología estadounidense afirmó que produjo materia prima para una vacuna de refuerzo destinada a abordar la variante del virus que se encontró por primera vez en Sudáfrica y que puede ser más resistente a las vacunas existentes.
Buscará evidencia de vidas pasadas y puede proporcionar la primera prueba de que existieron extraterrestres en el planeta rojo
El expresidente comparó la investigación con el "fascismo" en países del tercer mundo
CIUDAD DE MÉXICO, 22 feb (Reuters) - México reportó el lunes 429 defunciones relacionadas con la epidemia de coronavirus, con lo que el número de víctimas fatales subió a 180,536, informaron las autoridades de salud.En las últimas horas se registraron además 2,252 nuevos casos confirmados de COVID-19, la enfermedad respiratoria causada por el virus, elevando la cifra a un total de 2,043,632 contagios en el país.
Chicago (IL), 22 feb (EFE News).- Los niños constituyen una pequeño porcentaje de las muertes totales por covid-19 en Estados Unidos, pero tres cuartas partes de los menores de edad que han muerto a causa de la enfermedad en el país hasta ahora pertenecían a comunidades de color, revela un estudio. De acuerdo con un reporte conjunto de la Academia Estadounidense de Pediatría y la Asociación de Hospitales Infantiles, 241 menores han muerto a causa del coronavirus hasta el 11 de febrero. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) encontraron que 75 % de las muertes de menores por covid-19 eran niños de color. El estudio de los CDC examinó 121 muertes de niños entre febrero y julio de 2020 y halló que 45 % eran hispanos, 29 % afroamericanos y 4 % eran indígenas americanos no hispanos o nativos de Alaska. La tasa de mortalidad entre niños de color es más elevada que la de los adultos de color en comparación con la de adultos blancos. Los adultos de color tienen más del doble de probabilidad de morir a causa del coronavirus. Datos oficiales indican que, al que con los adultos, condiciones subyacentes como el asma, la obesidad y los males cardiacos constituyen un factor de riesgo de padecer una enfermedad grave entre los menores. En Estados Unidos se han registrado más de tres millones de casos de covid-19 entre niños, lo que representa alrededor de 13 % del total. Si bien una gran cantidad de menores que fallecieron por complicaciones relacionadas con el coronavirus terminaron en un hospital, muchos murieron en sus casas o en salas de emergencia. (c) Agencia EFE
Los efectos económicos y sociales de la pandemia y una conducta de imitación por casos de suicidio entre celebridades están impulsando este "impactante" fenómeno en el país asiático.
En Nueva York, en marzo del año pasado, una mujer coreana de 23 años recibió un puñetazo en la cara y fue acusada de tener el coronavirus. A medida que el virus se ha propagado, más incidentes similares le han seguido: los asiático-estadounidenses han sido blanco de escupitajos, golpes, cuchilladas e incluso ataques con sustancias químicas. En respuesta a este tipo de violencia vinculada con la pandemia, las organizaciones defensoras de derechos humanos se unieron para documentar casos de acoso y violencia contra los estadounidenses de origen asiático. Stop AAPI Hate recibió 2800 informes en 2020, cerca de 240 de los cuales fueron agresiones físicas, y la Red de Respuesta de Emergencia de AAPI ha recibido más de 3000 reportes desde que comenzó a monitorear incidentes de odio vinculados específicamente con el COVID-19 el año pasado. La violencia ha continuado este año. En enero, en San Francisco, un tailandés de 84 años murió tras ser atacado en la calle; del otro lado de la bahía, en el barrio chino de Oakland, un hombre de 91 años fue embestido y arrojado al suelo. Algunos de estos casos han llegado a ser noticia nacional, pero no la mayoría. El bajo perfil de esta ola de violencia es un recordatorio de cómo la violencia racial no se examina cuando no encaja de manera perfecta en la narrativa estándar en torno a la raza en Estados Unidos. La violencia racial en Estados Unidos no se concentra simplemente en blancos y negros, aunque así lo parezca. En realidad, puede revelar abusos estratificados y enemistades mediadas. En particular, los incidentes recientes de violencia contra las personas de origen asiático en el Área de la Bahía destacan esto: algunos asiático-estadounidenses se sintieron indignados por la violencia y exigieron justicia, pero debido a que los perpetradores en estos casos fueron personas negras, muchos otros sintieron una profunda incomodidad con contribuir a la criminalización de los afroestadounidenses. Y es aquí donde llegamos al corazón de la complejidad de “alzar la voz” en defensa de los asiático-estadounidenses. Gracias al mito de la “minoría modelo” —popularizado en 1966 por el sociólogo William Petersen y luego utilizado como contraposición directa al estereotipo de la “reina de los subsidios” que se aplica a los afroestadounidenses— los estadounidenses de ascendencia asiática han sido utilizados durante mucho tiempo por la cultura blanca dominante para avergonzar y sembrar la discordia contra otros grupos minoritarios. Los asiático-estadounidenses siempre quedan atrapados en una posición sin salida entre los blancos y los afroestadounidenses. Se considera que “colindan con los blancos”, pero, por supuesto, jamás podrían pertenecer al club en realidad. Son discriminados en términos raciales de manera constante, pero, aun así, a menudo no se contemplan en la ecuación racial estadounidense. La pregunta central que subyace a todo esto, aunque suele ser silenciosa, es: ¿acaso los asiático-estadounidenses están siendo lo suficientemente maltratados como para merecer nuestra atención nacional? Plantear esta pregunta revela un poco sobre la manera en que este país realiza un cálculo racial basado en el daño y la jerarquía. Los asiático-estadounidenses existen en un vacío extraño pero conveniente en la política y cultura estadounidenses. Si llegan a figurar en la conciencia nacional, es como una amenaza extranjera (el peligro amarillo, el tigre asiático, el espía, el portador de la enfermedad) o como el prisma doméstico, pero al final desechable, para minimizar o excusar el racismo contra otras minorías. Esta reciente ola de violencia antiasiática se puede atribuir en parte a nuestro expresidente, quien habló sin parar del “virus chino” e incluso del “kung flu” (“flu” es gripe en inglés). Sin embargo, Trump no podría haber azuzado ese tipo de odio sin el largo historial de racismo sistémico y cultural contra las personas de origen asiático que existe en este país. La verdad es que nuestras historias están más entrelazadas que cómo las contamos. Pocas personas saben que muchas de las mismas familias que amasaron fortunas por medio de la esclavitud también se enriquecieron del comercio de opio en China; que al menos 17 residentes chinos fueron víctimas elegidas de uno de los peores linchamientos masivos en la historia de Estados Unidos, en el “Negro Alley” de Los Ángeles en 1871; que las políticas de inmigración y las ideas sobre la ciudadanía en Estados Unidos se crearon a partir de leyes como la Ley de Exclusión de China de 1882, la cual prohibió la inmigración de trabajadores chinos a Estados Unidos durante 10 años; o que el mito de la “minoría modelo” oculta cómo los estadounidenses de origen butanés y birmano experimentan tasas de pobreza superiores al 30 por ciento. Pienso en las palabras de James Baldwin: “Este es el crimen del cual acuso a mi país y a mis compatriotas, y por el cual ni yo, ni el tiempo, ni la historia los habrá de perdonar, que han destruido y siguen destruyendo cientos de miles de vidas y no lo saben ni quieren enterarse”. Cuando se trata del dolor asiático-estadounidense, ¿quieren saberlo los estadounidenses? Estas últimas semanas, pareciera que los estadounidenses se han abierto a una especie de comprensión. Cuando vi estos incidentes recientes de violencia antiasiática en las noticias sentí una profunda sensación de dolor. Sin embargo, también experimenté algo parecido al alivio. Quizás, pensé, la gente ahora comenzará a responder a la violencia antiasiática con la misma urgencia que tienen con otros tipos de racismo. Pero luego comencé a sentir un malestar familiar en la boca del estómago. ¿De verdad esto es lo que se requiere? ¿Una imaginación política (o en realidad, una falta de ella) que afirme el reconocimiento con base en el precio del daño visible? Algo está mal con la forma en que los estadounidenses consideran quién merece la justicia social, como si la atención a los grupos no blancos, sus historias y condiciones, fuera solo tan urgente como las heridas que han sufrido. La justicia racial suele expresarse en términos arcanos y moralistas, en lugar de entenderse como un hecho ético en la participación democrática. Parece loco e ingenuo sugerir que deberíamos aprender, valorar y querer saberlo todo sobre nuestros compatriotas por respeto y no por culpa. Sin embargo, si bien legitimar las diferencias raciales y culturales exclusivamente en términos de daño podría motivar reformas a corto plazo, a largo plazo alimenta una política de tribalismo que estalla una y otra vez. Hace dos décadas, escribí en mi libro “The Melancholy of Race” que “somos una nación que se siente cómoda con el agravio pero no con el dolor”. Todavía lo somos. En el deseo de superar los problemas raciales —en nuestro afán por progresar— nosotros como nación nos hemos centrado más en cuantificar los daños y apuntalar las categorías de identidad que en hacer el trabajo más arduo de enfrentar las heridas persistentes, inefables y a veces contradictorias y más complicadas del racismo estadounidense: cómo el ser odiado y el odiar pueden parecer lo mismo; cómo la lección de la impotencia puede enseñar justicia o, de manera perversa, los desagradables placeres del poder; cómo el legado de la ira, la vergüenza y la culpa es complejo. El dolor no procesado y las dinámicas raciales no reconocidas siguen atormentando nuestras relaciones sociales. El discurso de la identidad racial ha ocultado la historia de los entrelazamientos raciales estadounidenses. ¿Y por qué son importantes esos entrelazamientos? Porque el reto de la democracia no consiste en identificarse con alguien parecido a ti (eso es fácil de hacer) o en renunciar a los intereses propios (eso es difícil de pedir). Consiste en aprender que los intereses propios están profunda e inevitablemente vinculados con los intereses de los demás. Sin embargo, ¿es esta una lección que los estadounidenses están preparados para escuchar? Los asiático-estadounidenses están hartos de insistir en acabar con la indiferencia de los demás. La verdad es que pocos están prestando atención. Lo único que podemos hacer es seguir contando nuestras verdades, y saber, aunque sea solo para nosotros, que estamos aquí. Como bien lo escribió la poetisa Rita Dove: “Toma / es todo tuyo, ahora / pero tendrás /que tomarme / también”. This article originally appeared in The New York Times. © 2021 The New York Times Company
Gab en lugar de Twitter, MeWe por Facebook, Telegram para mensajería y Discord para personas con información privilegiada. Vetados en las plataformas principales, los movimientos conspirativos y supremacistas de Estados Unidos, muchos de los cuales apoyan a Donald Trump, se han trasladado a redes que son más confidenciales y más difíciles de regular.
Brasilia, 23 feb (EFE).- Brasil, uno de los países más castigados por la pandemia, volvió a registrar este martes más de 1.300 muertos diarios a causa de la covid-19 y se aproxima a los 250.000 fallecidos en total, según informó el Gobierno.
No es el primero al que acusan de algo así. Ni tampoco será el último. Lo que da cuenta de que el problema es mucho más grande de lo que se cree. También debes ver: El peor perro guardián: así fue la reacción de este husky al ver cómo asaltaban a su dueño La batalla más absurda de dos chicos para ver quien tiene más ropa de la marca Gucci El militar liberado de un secuestro que confesó haberse encariñado con sus captores
El catedrático de microbiología español Ignacio López-Goñi hace balance sobre la experiencia científica acumulada en los últimos meses.
Managua, 22 feb (EFE).- El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, pidió este lunes a Estados Unidos cesar las sanciones contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, y abogó por un diálogo entre todas las naciones para combatir juntos la pandemia de la covid-19.
Senador de Texas avergonzado por el escándalo de las vacaciones en Cancún, sólo uno de los pretendientes republicanos emergentes que cortejan el voto de MAGA privado de sus derechos
EL PRESIDENTE argentino Alberto Fernández dijo este martes que no hay delito que perseguir en el escándalo por la vacunación irregular contra COVID-19 de 70 personas, incluidos políticos. Fernández, quien se encuentra en México de visita oficial y participó en la conferencia matutina del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, dijo que el tema de las […]
Mientras en la Argentina y Perú han estallado sendos escándalos por los “vacunagate”, en Venezuela inmunizar a los políticos chavistas por delante de médicos y ancianos es una práctica oficial. “En nuestro país, ya nada asombra ni escandaliza”, se quejó amargamente el excalde Ramón Muchacho, exiliado en Estados Unidos, tras conocerse que en su país los diputados de la revolución y grupo de militares, pasaban incluso por delante de buena parte del personal sanitario.
La pandemia de nuevo coronavirus ha provocado al menos 2.474.437 muertos en el mundo desde que la oficina de la OMS en China dio cuenta de la aparición de la enfermedad en diciembre de 2019, según un balance establecido por AFP este martes a las 11H00 GMT a partir de fuentes oficiales.