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Baja California cumple 69 años

Baja California cumple 69 años
Baja California cumple 69 años

El pasado sábado 16 de enero Baja California cumplió 69 años como Estado Libre y Soberano, fue en esa fecha pero del año 1952 cuando el entonces presidente de México, Lic. Miguel Alemán Valdez mandó publicar el decreto (aprobado por el Congreso el 31 de diciembre de 1951), mediante el cual se reformaron los artículos 43 y 45 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dando paso a la creación del nuevo estado de Baja California, contando con 4 municipios, Mexicali (la capital del Estado), Tecate, Tijuana y Ensenada.
Por ser esta una ocasión especial para nosotros los bajacalifornianos es que quiero hacer una pequeña reseña de las etapas previas de Baja California a través de la historia, hasta convertirse en un Estado más de nuestro país, los Estados Unidos Mexicanos.
Primero debemos remontarnos a la época de la Nueva España y a la etapa misional, como ya hemos comentando en otras entregas, los misioneros franciscanos y dominicos se dividieron el territorio de la península de Baja California, los primeros se fueron a construir misiones a la Alta California y los dominicos se quedaron con la parte peninsular, es decir, en Baja California.

Carlos Lazcano Sahagún, autor del excelente libro “California biografía de una palabra” señala que fueron algunos años durante los cuales se conoció a las Californias como “Nueva” y “Antigua”, que eso fue entre 1769 e inicios del siglo XIX. Agregando que: “A la “Antigua California” también llegó a nombrársele “Vieja California”. A partir del siglo XIX se retomó la antigua propuesta del padre Eusebio Kino de agregarles Alta y Baja. Aunque Kino había sugerido los nombres de California Baja y California Alta, lo que se adopto fue Alta California para la parte más al norte, y Baja California para la parte peninsular.

Destacando que en algunos mapas que se contienen en dicha publicación se puede observar que los límites de la Nueva California, refiriéndose a la Alta California, eran indefinidos, incluso se observa en un mapa que al norte colindaba con Canadá y al este hasta la provincia de Nuevo México.
En el año de 1821, la antigua Nueva España consumó la independencia de la madre patria, España, adquiriendo el nombre de Imperio Mexicano, hoy Estados Unidos Mexicanos. Para entonces, la Alta California colindaba con el territorio de Oregón, específicamente en el paralelo 42, que era administrado por Inglaterra y Estados Unidos de América.
Entre 1824 y 1848 se consideraba a las dos Californias, Alta California y Baja California, como una sola entidad política llamada Californias, que se dividía en los dos territorios. La sede de ambas Californias estaba en Monterey, Alta California, con una subsede para Baja California Sur que estaba en Loreto.

Para dar punto final a la desigual guerra con Estados Unidos en 1848 se firmó el tratado de Guadalupe Hidalgo y con él se perdió una parte muy importante de territorio, entre otros la Alta California. Para que nos demos una idea de lo inmenso que era California, les comento que tenía una superficie aproximada de 1.5 millones de km2, y dio paso al surgimiento de varios territorios que hoy son estados, Nevada, Arizona, Utah, Colorado, Wyoming. California solo se quedó con 423,971 km2, que es la superficie que hoy mantiene.
Al perder la Alta California, la península se dividió en dos categorías políticas llamadas “partidos”, cuya línea divisoria entre ambos fue el paralelo 28, esto fue entre los años de 1848 y 1887. La capital del Partido Sur fue La Paz, la capital del Partido Norte de Baja California fue en San Vicente (1848-1851), El Rosario (1851), Santo Tomas (1851-1872), Real del Castillo (1872-1882) y Ensenada (1882-1887).
En 1888 el gobierno central de México decidió cambiar la categoría política de “partidos” a Distritos, situación que prevaleció hasta 1931. Así surgió el Distrito Norte de Baja California y el Distrito Sur de la Baja California. Con esta nueva categoría la parte norte peninsular se independizó políticamente de la parte sur, Ensenada siguió la capital (1888-1914), después la capital se trasladaría a Mexicali (1915-1931).
En 1931, siendo presidente de México Pascual Ortiz Rubio, cambió la categoría política de la península y los Distritos pasaron hacer Territorios, así nació el Territorio de Baja California y el Territorio de Baja California Sur, el límite de ambos siguió siendo el mismo que prevalece hasta nuestros días, el paralelo 28. Mexicali y La Paz siguieron siendo la capital de cada uno de los territorios.
El General Abelardo L. Rodríguez, fue gobernador del Distrito Norte de la Baja California de 1923 a 1930 y durante su gestión le dio un gran impulso a los caminos y carreteras de Baja California, también al puerto de Ensenada y de El Sauzal de Rodríguez. Siempre buscó la manera de conectar mejor el aislado Distrito al resto del país, mediante el nuevo medio de transporte de la época: la aviación. Pensaba que de esta manera se reactivarían no solo las comunicaciones, sino también la economía de la región. En 1932, al renunciar Pascual Rubio a la presidencia de México, fue precisamente Abelardo Rodríguez quien lo sustituyó en tan alta responsabilidad.
En la década de los 40’s el gobierno federal continúo trabajando en obras de infraestructura de Baja California, pero fue hasta el 1º de septiembre de 1951, cuando el presidente Miguel Alemán anuncia en su informe que el Territorio Norte de Baja California satisface las condiciones para convertirse en Estado, exigidas por la fracción segunda del artículo 73 de la Constitución General de la República. A partir de esa fecha el ejecutivo comenzó a promover la creación del nuevo estado de Baja California.

Siendo entonces que el 16 de enero de 1952, el Distrito Norte de Baja California deja de ser un territorio federal para integrarse al inventario de los Estados Libres y Soberanos que suscriben el Pacto Federal y pasar a llamarse Estado de Baja California. Siendo una de las grandes ventajas para los bajacalifornianos el poder elegir a sus gobernantes, mediante el sufragio libre, universal y directo.
Termino diciendo que Baja California y sus pujantes sectores, merecemos gobiernos más eficaces, armónicos, maduros y que hagan obras. Requerimos una clase gobernante que esté a la altura de las características de los bajacalifornianos, que son el liderazgo, empuje, visión de grandeza y crecimiento, más aún en estos tiempos de pandemia. No queremos y no necesitamos autoridades que se enfrenten entre sí y que sean un obstáculo para quienes generan economía. Que no se olvide que la historia de este joven Estado todo registra.

Álvaro Montaño Rubio
Autor del libro “Welcome to Tijuana”