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En la búsqueda de la vacuna, la ciencia brasileña muestra su mejor cara

RÍO DE JANEIRO.- El 11 de junio pasado, el laboratorio chino Sinovac firmó un acuerdo con el gobierno del estado brasileño de San Pablo para realizar testeos de su vacuna contra el Covid-19 en el prestigioso Instituto Butantã, que, una vez confirmada la eficacia de la vacuna, la producirá a gran escala. Los primeros voluntarios fueron vacunados un mes después y hoyel trabajo que se está haciendo en San Pablo, junto con los testeos de la vacuna producida por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, gracias a un entendimiento cerrado por el gobierno de Brasil, posicionaron al país en la vanguardia de la posible solución a la pandemia. Mientras el presidente Jair Bolsonaro insiste en seguir minimizando la enfermedad, la ciencia se impuso y le dio a Brasil la posibilidad de dar un mensaje de esperanza.

Hoy existen ocho vacunas en la llamada fase tres de testeo y dos de ellas están siendo estudiadas y probadas en Brasil, país donde están dos de las cuatro fábricas de vacunas de América Latina (las otras dos están en la Argentina y México). Brasil tiene, además, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), reconocida mundialmente por su trayectoria y parte de una especie de club selecto de agencias de vigilancia, junto con países como Estados Unidos y Gran Bretaña.Otro elemento importante, destacó a LA NACION el infectólogo Ricardo Palacios, que dirige los estudios de la vacuna Sinovac en el Butantã, es la existencia en Brasil de un sistema de ética, que garantiza el cumplimiento de todos los pasos necesarios en el proceso de producción y comprobación de la eficacia de una vacuna.

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"No es casualidad que Brasil esté en la delantera de la búsqueda de una vacuna contra el Covid-19. No es solo porque aquí hay muchos casos de contagios. Brasil tiene tradición en la producción de vacunas, tiene a Anvisa y tiene el sistema de ética", explicó el infectólogo, que es colombiano y vive en Brasil desde 2001. Otros países de la región, amplió Palacios, tienen algunos de esos elementos, pero no todos. "Por eso, estamos trabajando para darle una solución a los brasileños, pero también a toda la región y al mundo".

Lo que Brasil está mostrando hoy al mundo es posible, en palabras del también infectólogo Gerson Salvador, del Hospital de la Universidad de San Pablo (USP), "a pesar del gobierno". Todo el mérito de lo que se está haciendo en Brasil, aseguró Salvador, "es de la ciencia brasileña, porque la respuesta en general del gobierno nacional fue desastrosa".

"Basta recordar que el gobierno de Bolsonaro desmanteló el área técnica de vigilancia sanitaria del Ministerio de Salud". Para este infectólogo, que sigue de cerca los avances de los estudios del Butantã en varios estados, y de la también prestigiosa Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), encargada de los testeos de la vacuna de Oxford, "a pesar de todo lo que hizo Bolsonaro, existe en Brasil una política de Estado de la cual son parte el Sistema Único de Salud (SUS) y los investigadores de institutos públicos como el Butantã y la Fiocruz".

"Nuestro problema es que estamos muy mal representados", explicó. De hecho, en los últimos meses investigadores brasileños enfrentaron dificultades para conseguir becas en el exterior, por la mala imagen del gobierno en los primeros meses de pandemia. El Butantã depende del estado de San Pablo y la Fiocruz es una institución pública nacional, con sede en Río de Janeiro. Ambos tienen enorme prestigio internacional y trabajarán junto con Anvisa, también considerada garantía de excelencia.

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Aunque los científicos hagan lo imposible por dejar a la política fuera de sus laboratorios, la realidad es que la vacuna de Sinovac es la apuesta del gobernador de San Pablo, João Doria, uno de los principales adversarios políticos de Bolsonaro. Como el presidente, el gobernador se contagió de Covid-19 y, al contrario del presidente, dijo que no estaba tomando cloroquina y que solo lo haría por indicación de sus médicos. La vacuna de Oxford es promocionada por el gobierno nacional, aunque todo el trabajo esté delegado a la prestigiosa Fiocruz. En paralelo, el gobierno del estado de Paraná se mostró interesado en adquirir la vacuna presentada recientemente por Rusia, todavía muy cuestionada internacionalmente. Para que esto sea posible, el gobierno de Paraná deberá conseguir que la vacuna rusa sea aprobada por Anvisa, algo que hoy parece bastante difícil, según comentaron técnicos de la agencia sanitaria a la prensa local.

Tres caminos posibles, en un país con más de tres millones de casos. Después de haber dado uno de los peores ejemplos en el mundo de combate contra la pandemia del coronavirus, desconociendo, en el caso del presidente y de algunos gobernadores, las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Brasil empezó a mostrar otra de sus caras. En el caso de la vacuna, la ciencia brasileña asumió el control y el país parece estar dejando atrás discursos negacionistas que tanto daño causaron y tantas vidas costaron.

Siempre se dice que Brasil es un país complejo, difícil de entender hasta para los mismos brasileños. El rey de la bossa nova, Tom Jobim, hizo célebre la frase "Brasil no es para principiantes", y realmente no lo es. Hoy, las encuestas muestran una mejora en la imagen positiva del presidente Bolsonaro, que hace más de un mes optó por hablar menos y, en consecuencia, causar menos terremotos políticos. Su silencio, sumado a políticas de ayuda social, le rindió buenos frutos. Y, en este contexto, los estudios avanzados para encontrar una vacuna capaz de combatir el Covid-19 están contribuyendo a mejorar, también, la imagen de Brasil en el exterior.

Nos hay plazos para las dos vacunas que se están testeando en el país, pero Palacios cree que si las pruebas son satisfactorias y se logra una autorización emergencial de Anvisa, se podría estar distribuyendo en el primer trimestre del 2021. "No vamos a erradicar la infección, sí la enfermedad. Tenemos que traer la materia prima, el virus inactivado, y aprender bien cómo lo hacen los chinos, para hacerlo igual acá. Es un proceso muy meticuloso, no podemos saltear fases", comentó el director del estudio en el Butantã.

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Palacios considera muy importante construir confianza en relación a la vacuna, no solo en Brasil, sino en toda la región. "El papel de Brasil en este momento es fundamental. La pandemia demanda urgencia, y esta vacuna no es solo para Brasil, es para todos nuestros vecinos. Nuestros resultados, además, van a ayudar a los que vienen detrás nuestro, también trabajando en vacunas contra el Covid", consideró.

"La respuesta a la pandemia viene de los organismos públicos, de las instituciones públicas. Nosotros nunca imaginamos estar haciendo esto, y, lo remarco una vez más, lo estamos haciendo pensando en toda la región. Cuando estoy muy cansado, pienso en ese objetivo. No puedo ver los números de muertos sin sentir dolor. Tenemos que buscar la forma de hacer nuestro trabajo de la manera más eficiente posible", concluyó el infectólogo.

En ambos casos, las vacunas van a requerir dos dosis, lo que hace todo más difícil en términos de abarcar a un gran número de personas en un primer momento. Se dará prioridad a grupos de riesgo, pero la expectativa es producir a gran escala. La vacuna de Oxford utiliza, según explicó Salvador, un tipo de virus de chimpancé, y la planta industrial de Fiocruz en Río deberá prepararse para su producción. En el caso de la vacuna de Sinovac, la planta de Butantã ya tiene la tecnología adecuada.

"En el caso de las dos vacunas, ya está probado que producen anticuerpos contra la enfermedad. Los testeos que se están haciendo van a mostrar cuánto estas vacunas reducen la circulación del virus", dijo el infectólogo de la USP. Finalmente, celebró Salvador, "la ciencia fue revalorizada".