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Azucena Uresti y su relato que revictimiza a Debanhi con una 'sospechosa bolsa'

Azucena Uresti presentó en su noticiero unos video inéditos sobre el caso de Debanhi Escobar.  (REUTERS/Daniel Becerril)
Azucena Uresti presentó en su noticiero unos video inéditos sobre el caso de Debanhi Escobar. (REUTERS/Daniel Becerril)

Azucena Uresti está haciendo todos los méritos para ocupar la silla de fiscal en Nuevo León. Tiene videos que las autoridades no pudieron conseguir en casi tres semanas y no tuvo el menor problema en exhibirlos en su noticiero, con un matiz muy claro que define las intenciones del medio al que pertenece. Ya sin la máscara de las buenas intenciones, Uresti aprovechó para dejar clara la línea que le importa: revictimizar a Debanhi por su muerte.

Si la actitud de su compañera María Julia Lafuente no era lo suficientemente lamentable, ahora el juego se disputa en la cancha del periodismo “serio”, ese con el que se ha identificado a Uresti durante los últimos años. Al final de cuentas todo se queda en casa, pues Milenio y Multimedios están hermanados y han puesto en marcha el nado sincronizado. La táctica, a diferencia del fallido juicio que María Julia intentó a aplicarle al padre de Debanhi, tiene un componente estratégico: si lo dice Azucena, entonces la gente le creerá y la versión que queremos imponer será la predominante. Pero ese efecto es apenas útil en la actualidad y la indignación en redes sociales así lo evidencia.

La presentadora y periodista dio a conocer unos videos que, según dijo, provenían de propiedades aledañas a la quinta donde se desarrolló la fiesta a la que Debanhi asistió junto a sus amigas, Sarahí e Ivonne. En los videos se puede ver que Debanhi corre y huye de un hombre que, luego, la alcanza y recibe manotazos por parte de la joven; después se mostraron las escenas en las que se sube el vehículo del que, posteriormente, se bajó en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo.

“Por respeto a la familia, no voy a revelar qué tenía (Debanhi) al interior de la bolsa, pero eso nos da una idea de lo que pudo haber sucedido después, cuando ella se acerca a la zona de la cisterna”, dijo Uresti tras la emisión de los vídeos con un tono aparentemente neutral que, curiosamente, necesitó una aclaración no solicitada: “Aquí no hacemos juicios”, cuando era lo que acababa de hacer.

La insinuación, que además fue hipócritamente disfrazada de empatía y respeto, ahonda en el mismo problema que tanto daño ha causado en este caso y en prácticamente todos: la revictimización, es decir, culpar a Debanhi por su muerte, por haber estado en el lugar y momento equivocados, y por haber hecho cosas “malas”, según la moral del paternalismo mediático. La Fiscalía puede decirse contenta con esta lógica, pues es lo que han dicho desde el hallazgo del cuerpo sin vida, hace ya una semana: Debanhi cayó en la cisterna y perdió la vida por cuenta propia, versión que ha sido negada desde el principio por Mario Escobar.

Azucena también mostró un video en el que se va a Debanhi junto a sus amigas en una tienda comprando bebidas alcohólicas, hecho que no tiene ningún interés desde el pretendido punto de vista periodístico, pero que, por el tono y la línea que han decidido seguir, sirve para reforzar el discurso moralino de que Escobar estaba haciendo cosas indebidas, que ella se lo buscó, y que nada ni nadie fue responsable de esto más que Debanhi misma, que todo está bien en Nuevo León y que la Fiscalía está haciendo su trabajo de forma perfecta.

Protestas en Ciudad de México por la muerte de Debanhi Escobar. (Getty Images)
Protestas en Ciudad de México por la muerte de Debanhi Escobar. (Getty Images)

Por otro lado, la filtración de los vídeos demuestra, por enésima vez, la incapacidad de la Fiscalía del Estado. ¿Por qué un medio de comunicación tiene más habilidad para conseguir este tipo de materiales? Le saldría mejor a las autoridades contratar a Azucena Uresti como fiscal, ya que ella podría encontrar toda la información que ellos no tienen. Pero por ahora están satisfechos, pues las filtraciones juegan a su favor y, convenientemente, coinciden con sus hipótesis.

A estas alturas, lo más evidente de todo es que el caso ha sido abordado desde una óptica banalizadora. El comportamiento exhibido por Uresti es sintomático: los medios han convertido el caso en un espectáculo en el que importa más el morbo que la información y la moralización está por encima de las explicaciones. Por eso se ha buscado con tanto ahínco que el chofer y las amigas brinden entrevistas en las que, voluntariamente o no, sus dichos sirvan como ancla perfecta para los medios interesados en dictar línea. Esa es la apuesta. Una apuesta que encuentra en comunicadores como Azucena Uresti a los pontificadores perfectos.

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