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Ayuso se encarga de pagar los favores pendientes del PP de Casado

Isabel Díaz Ayuso (i), posa junto al presidente del PP, Pablo Casado (d), tras tomar posesión de su cargo como presidenta de la Comunidad de Madrid.
Isabel Díaz Ayuso (i), posa junto al presidente del PP, Pablo Casado (d), tras tomar posesión de su cargo como presidenta de la Comunidad de Madrid. EFE/Juan Carlos Hidalgo

La sonrisa de Pablo Casado con la que celebró el pasado 26 de mayo el resultado electoral de Madrid era amplia y generosa. Tan rotunda como una sentencia judicial. Por un lado, le servía para tapar los terribles resultados de las generales de abril, en las que el PP sacó los peores números de su historia, y por otro para hacer hueco a tantos cargos intermedios-altos del partido que estaban a punto de irse al paro por la pérdida de escaños, subsecretarías, consejerías, etc...

Pero ahí estaban Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida para emendar la plana. Y Ciudadanos, el socio que le ha permitido a los populares retener Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, dos de las Administraciones locales y autonómicas más importantes. 4.828 y 20.072 millones de euros, respectivamente, según datos oficiales de este mismo año.

Y ahí ha entrado la empresa de recolocación del PP. Una fábrica de devolver favores. No hay más que echar un vistazo a los nombramientos de la recientemente investida presidenta regional. Ayuso ha elegido para como consejero de Justicia al magistrado Enrique López. Un juez exmiembro del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), como exhibe el PP. Pero, también, un jurista apartado de los casos Bárcenas y Gürtel por su afinidad con el Partido Popular. Es decir, que no vale para ser juez por ser un halcón del PP, pero sí para velar por la independencia judicial de la Comunidad de Madrid en los próximos cuatro años.

No es un cargo tan grandilocuente como miembro del TC, pero de allí tuvo que dimitir en junio de 2014 tras ser imputado por un delito contra la seguridad vial tras saltarse un semáforo en rojo en la Castellana, cuando conducía sin casco... y bebido. Concretamente cuadriplicando la tasa de alcoholemia permitida.

No obstante, previamente había dilatado hasta el infinito la instrucción de los casos que investigaban la corrupción del PP poniendo tantos lastres como pudo en la balanza judicial. Esos servicios prestados se merecen una recompensa... y ya la tiene. La supuesta regeneración publicitada por el PP y Cs en Madrid era eso. Garantizarle a López un puestazo como el de consejero de Justicia.

Pero aún hay más. El exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty, durante la etapa de Esperanza Aguirre e Ignacio González, tuvo que dimitir en 2014 de sus cargos después de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ordenara mantener la suspensión cautelar del proceso de privatización sanitaria. Lasquetty, arquitecto del desmantelamiento y la privación sanitaria para todos, como decretó la Justicia que a partir de esta semana tutelará Enrique López, tuvo que salir escopetado de su despacho.

Primero se fue a dar clase a Latinoamérica, pero pronto fue rescatado. Primero por José María Aznar, como secretario general de la Fundación FAES -la cantera del PP más escorado a la derecha- y después por Pablo Casado como su jefe de gabinete. Ahora han encontrado el momento justo para reubicarlo en el mismo sitió del que tuvo que salir casi por imperativo judicial. En el Gobierno de Madrid. ¿El puesto? Consejero de Hacienda.

Pero aún hay hueco para uno más. David Pérez. El exalcalde de Alcorcón que permitió al PP pintar parcialmente de azul el habitual cinturón rojo del PSOE al sur de la capital, abandonó el cargo tras perder el PP las elecciones locales. Su legado... según la nueva alcaldesa, la socialista Natalia de Andrés, haber triplicado la deuda y haber desmantelado los servicios públicos. Todo en la línea marcada por Lasquetty. Pérez es conocido además por sus soflamas de dudoso gusto con tintes homófobos y machistas. Como cuando tildó al feminismo como algo "rancio, radical, totalitario" al parecerle "increíble que marque e imponga la agenda política" o como cuando calificó a las mujeres que optan por abortar como "una sala de ejecución de cientos de miles de niños" y que, además, "no lo cuentan, pero acaban con sus vidas de forma violenta y dolorosa".

Tras ser desalojado el PP del Ayuntamiento, Ayuso ha sabido hacerle un hueco. Aún no está claro cuál. Posiblemente Medio Ambiente. Pero hueco tendrá dentro de la regeneración que Ayuso ha vendido cuando en realidad está ofreciendo una agencia de recolocación para 'los talentos del PP'.