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Cuando un auto tiene más caballos de fuerza que un hipódromo

En una prueba reciente, el Air de Lucid, el cual estará disponible en 2021, recorrió un cuarto de milla en 9,9 segundos y alcanzó 232,3 kilómetros por hora. (Lucid Motors vía The New York Times)
En una prueba reciente, el Air de Lucid, el cual estará disponible en 2021, recorrió un cuarto de milla en 9,9 segundos y alcanzó 232,3 kilómetros por hora. (Lucid Motors vía The New York Times)

En 1967, el GT40 de Ford era uno de los autos más veloces del planeta.

Fue la versión legal para andar en las calles del auto estadounidense que ganó en Le Mans sin ser el favorito, una carrera que se canonizó memorablemente en la película “Contra lo imposible”. El vehículo, con un motor V-8 de 306 caballos de fuerza, podía quemar llantas hasta llegar a 96 kilómetros por hora en tan solo cinco segundos.

Qué evocador: el Accord Sport de Honda de estos días, un sedán que sirve para llevar a la familia de aquí para allá, puede correr a la par con el clásico Ford hasta los 96 kilómetros por hora. Varios sedanes de lujo, vehículos utilitarios deportivos y autos deportivos tienen entre 400 y 600 caballos de fuerza. Los “muscle car” se han hinchado hasta ya no caber en sus carrocerías; el Demon de Dodge le hace honor a su nombre con 808 caballos.

Bienvenido al nuevo frente de guerra de los caballos de fuerza, cuyas batallas han hecho rabiar desde los orígenes del automóvil, y solo han sido interrumpidas por las guerras de verdad, las crisis de los combustibles o los intentos por controlar la contaminación. Como si no bastaran las provocaciones impulsadas por gasolina, los vehículos eléctricos están destrozando la barrera de los 1000 caballos de fuerza.

Esta primavera, el aire olerá a caucho quemado con el Air de Lucid, uno de varios vehículos eléctricos que llevarán el ataque de la caballería a alturas inimaginables. El sedán “Dream Edition” de 169.000 dólares lidera la industria al combinar 1080 caballos de fuerza con una autonomía de 809 kilómetros, según la calificación de la Agencia de Protección Ambiental. Habrá otros sedanes Air después, entre ellos un modelo que saldrá en 2022 con “tan solo” 480 caballos, una autonomía de 653 kilómetros y un precio de 69.900 dólares después de impuestos.

Peter Rawlinson, el director ejecutivo de Lucid y exingeniero jefe del Model S de Tesla, comentó que el rendimiento y la eficiencia del Lucid nunca cuadrarán con un auto de gasolina, en el que los caballos de fuerza y un alto kilometraje suelen excluirse mutuamente.

“Nunca pretendí crear un auto con una potencia de locura”, comentó Rawlinson, cuya empresa tiene su sede en California. “Pero cuando entras en el extraño mundo de los autos eléctricos, de verdad te afecta la cordura”.

Según Rawlinson, los motores eléctricos son mucho más eficientes que cualquier planta eléctrica de combustión interna: la cereza del pastel, si así lo quieres. La mayoría de los motores de gasolina convierten tan solo un 20 por ciento de energía líquida almacenada en potencia para los neumáticos y el resto se desperdicia en forma de calor. Sin embargo, los vehículos eléctricos convierten alrededor del 60 por ciento de la electricidad para avanzar. Por lo tanto, los Lucid combinan el espacio para cinco adultos con un arranque de 96 kilómetros por hora en 2,5 segundos.

Rawlinson, quien fue entrevistado el mes pasado, apenas después de que Maserati lanzó su hermoso MC20 de gasolina, no pudo resistir una comparación.

“Nuestro sedán familiar es más veloz que un superauto Maserati, por bastante. ¿No es gracioso?”, preguntó.

Rawlinson, originario de Gales, disfruta el hecho de poder transportar el tren de potencia ultracompacto del Lucid —motor, transmisión e inversor eléctricos— en una maleta de mano con ruedas que sube al escenario en las presentaciones. Prefiere enfocarse en esa tecnología que ahorra espacio y energía, pero sostiene que el mercado le deja pocas opciones.

“El 99 por ciento de las palabras que salen de mi boca hablan de eficiencia y un 1 por ciento de rendimiento”, comentó. No obstante, los amantes de los autos se enfocan en el 1 por ciento, incluido un recorrido en la pista Sonoma Raceway, cuyo anuncio produjo una cascada de pedidos: el Air de Lucid cubrió un cuarto de milla en 9,9 segundos a una vertiginosa velocidad de 232.39 kilómetros por hora: el equivalente a pisar el acelerador desde un semáforo en la calle 34 de Manhattan y alcanzar los 231 kilómetros por hora en la calle 39.

En perspectiva, el McLaren P1, de 903 caballos de fuerza y un valor de 1,2 millones de dólares, uno de los autos de gasolina más rápidos de la historia, es tan solo un poco más veloz.

“Parece que la velocidad es como una droga que sigue captando la imaginación”, opinó Rawlinson, con un brillo eléctrico en los ojos.

Mate Rimac ha captado esas imaginaciones —además de acuerdos de desarrollo con automotrices mundiales— con su Rimac producido en Croacia. Rimac, un niño prodigio de 32 años, irrumpió en la escena en 2011 con el Concept One de 1,1 millones de dólares, un monstruo de 1224 caballos de fuerza que alcanza 354 kilómetros por hora, al cual se le promociona como el primer superauto completamente eléctrico del mundo. Ese vehículo ganó notoriedad cuando Richard Hammond, la exestrella de “Top Gear” de la BBC, lo hizo rodar en llamas por una colina de Suiza en un accidente que ocurrió mientras grababan “The Grand Tour”, una serie de Amazon.

Parece que la empresa de Rimac, Rimac Automobili, superará esto con el hiperauto C Two del próximo año, cuyas supuestas especificaciones podrían provocarle celos a Han Solo: 1888 caballos de fuerza, un despegue de 1,85 segundos para llegar a los 96 kilómetros por hora y una velocidad máxima de 258 kilómetros por hora. El Roadster de Tesla, lanzado en 2017 pero estancado en un limbo de producción, supuestamente llega a los 96 kilómetros por hora en un tiempo similar de 1,9 segundos. Si todo esto es verdad, se convertirán en los primeros autos de exposición en romper la marca de dos segundos de 0 a 96 kilómetros por hora.

Para las personas que les gusta modificar o comprar autos, esa obsesión con los tiempos que se hacen de 0 a 96 kilómetros por hora puede ser reduccionista. Solo describen una velocidad corta y explosiva en línea recta. En caminos sinuosos o en pistas de carreras, los mejores autos de gasolina todavía vencen a vehículos eléctricos comparables, pues les afecta el peso muerto de las baterías que se agotan en periodos de alta velocidad. El genial sedán Taycan de Porsche posee el récord en una vuelta para vehículos eléctricos fabricados en serie del circuito de referencia de Nürburgring y alcanza 96 kilómetros por hora en 2,4 segundos. No obstante, el auto deportivo 911 GT2 RS de gasolina y el sedán Panamera Turbo S, ambos de la misma empresa, en definitiva son más veloces en un trayecto de 20,7 kilómetros.

El 10 de octubre, Jerod Shelby enfatizó esas ventajas de la vieja escuela con su SSC Tuatara. En un tramo cerrado de 11 kilómetros de la autopista 160 en Nevada, el fantástico hiperauto de 1,9 millones de dólares de Shelby —con 1750 caballos de fuerza y el combustible E85 de gasolina y etanol— destrozó la velocidad récord del mundo para los autos fabricados en serie. Con el piloto británico Oliver Webb al volante de ese peligroso intento, el Tuatara alcanzó los 532,93 kilómetros por hora en un recorrido y un promedio de 508 kilómetros por hora en los recorridos de ida y vuelta, con lo cual venció los 490,5 que logró el Chiron de Bugatti en septiembre de 2019.

Shelby —sin ninguna relación con el difunto Carroll Shelby— planea fabricar 100 copias del Tuatara en el estado de Washington. Según Shelby, aunque la mayoría de los clientes nunca alcanza 240 kilómetros por hora, de todas maneras pueden disfrutar lo electrizante del diseño y el manejo, y podrán presumir que poseen el auto más veloz del mundo.

“Hace 50 años, ¿quién habría pensado que alguien iba a conducir en la calle un auto con 1750 caballos de fuerza, que podrías ir a cenar con tu esposa y dejarlo en el valet?”, cuestionó Shelby. “Para nosotros, superar los 482 kilómetros por hora es una excelente herramienta de mercadotecnia para demostrar la destreza de nuestros ingenieros. Pero es una velocidad a la que nunca nos gustaría que llegaran nuestros clientes”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company