Australian Open. Del puesto 256º a la tercera rueda: el regreso de Ernests Gulbis

Tras varios días de competencia entre sol, viento, lluvias y tormentas de polvo, el cuadro de varones del Abierto de Australia se achicó ostensiblemente. Casi no hubo sorpresas y continúan en carrera gran parte de los candidatos. Apenas tropezó un Top 10 (el italiano Matteo Berrettini, 8°). Mezclado entre las figuras de siempre surge el único jugador fuera de los 100 mejores, que entró desde la clasificación y lejos está de ser un desconocido.

A los 31 años, Ernests Gulbis busca otra oportunidad. Para muchos, el letón era casi un ex jugador. Sumergido en el ranking (256°), entró con lo justo a la qualy del primer Grand Slam de la temporada. La semana pasada, sacó boleto al cuadro principal con victorias sobre el estadounidense Maxime Cressy, el argentino Federico Coria y el indio Prajnesh Gunneswaran. En la primera rueda sorprendió al joven canadiense Felix Auger-Aliassime; en la segunda derrotó al esloveno Aljaz Bedene. De la nada, a estar entre los 32 mejores del Australian Open.

Pero vale destacar que Gulbis tiene una rica historia detrás de su resurgimiento. Profesional desde hace 16 temporadas, acaso pocos recuerden que llegó a ser número 10 del mundo, en junio de 2009. Fue semifinalista de Roland Garros en 2014 y tiene un excelente récord en finales ATP: ganó seis de las siete que disputó. Sólo perdió la última, hace poco más de un año, en el torneo de Estocolmo 2018. Mucho más lejos en el tiempo asoma su último título, festejado en mayo de 2014, en Niza.

En su momento, fue famoso. Por su talento, su juego imprevisible, por tener un padre (Ainars) multimillonario y por sus excentricidades dentro y fuera del court; en Estocolmo llegó a ir preso por contratar los servicios de una prostituta. Empezó a jugar desde pequeño al tenis en el seno de una familia de alta alcurnia -su padre es empresario y su madre es actriz-, y solía llegar a los torneos en un jet privado. Con el tiempo pareció madurar; se casó en Riga con la modelo Tamara Kopaleyshvili en noviembre de 2017, y poco después se convirtió en padre de una niña.

Gulbis había quedado fuera del radar del circuito después de un 2019 para el olvido, en el que apenas ganó 6 partidos y perdió 17. Su última victoria en el nivel ATP había sido en julio pasado, en Los Cabos, en México. Una lesión en la espalda lo obligó a retirarse en los últimos torneos del año. Antes de este Abierto de Australia, empezó 2020 en el Challenger de Nueva Caledonia, donde se despidió en los octavos de final.

Alguna vez reconoció: "He tomado un montón de malas decisiones para mi carrera. Quizás no puse demasiada atención a las cosas que tenía que hacer, o no me preocupé por cuidar mi cuerpo, o cómo entrenarme. Pero juego porque sé que esto me hace una mejor persona".

Este año llegó por primera vez la tercera rueda en Australia. "Cada dos años tomo carrera y lo intento. Veremos qué tan lejos llego... y después me tomaré un descanso por otros dos años", afirmó a la web de la ATP en Melbourne, consciente de los altibajos que lo acompañan desde siempre.

Lo que logró en Australia lo obligó a una aventura extra: renovar el equipamiento deportivo. Gulbis se quedó sin sponsor de calzado ni ropa y llegó a Melbourne con apenas un par de zapatillas, talle 46. "Pensé que iba a ser más fácil conseguir ese número,pero parece que todos tienen el pie más chico. Tuve que recorrer siete locales hasta encontrar un par. Hasta pensé en pedirles prestadas un par a alguno de mis colegas, pero no sé quién puede calzar 46", contó.

Los años lo hicieron más emocional. "No soy un robot. El otro día vi ganar a un chico por primera vez en la qualy, y de repente estaba llorando, casi sin razón".Antes de jugar con Gael Monfils por la tercera rueda, admite: "Cada victoria y cada punto es importante ahora, porque quiero volver a ser un Top 100. ¿El futuro? Creo que me quedan por lo menos cinco años más en el circuito". Tras dejar las sombras, Gulbis busca recuperar el terreno perdido.