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Por qué Australia está furiosa con Djokovic aunque la justicia le ha dado la razón

El pasado 1 de noviembre de 2021 Australia comenzó una progresiva reapertura de sus fronteras tras dos años de cierre por el coronavirus, que se han caracterizado por sus numerosas medidas restrictivas. Unas circunstancias que provocaron que el país recibiera el apodo de la frontera australiana.

El Open de Australia, que se celebra entre el 9 y el 30 de enero de 2022, estaba marcado como el pistoletazo de salida a la nueva normalidad, pese a que la variante ómicron ha llevado a una cifra récord de casos en todo el mundo. Sin embargo, la controversia de Novak Djokovic ha ensombrecido un evento que pase lo que pase ya no va a ser lo mismo.

Dos personas contemplan una foto de Novak Djokovic en Melbourne. (Photo by WILLIAM WEST/AFP via Getty Images)
Dos personas contemplan una foto de Novak Djokovic en Melbourne. (Photo by WILLIAM WEST/AFP via Getty Images)

El país oceánico ha basado el éxito de la reapertura en la vacunación. Las medidas se han ido suavizando a medida que Australia iba consiguiendo diversos hitos en la inmunización colectiva. Actualmente, el 80% de la población está vacunada, una cifra que asciende al 92% de los mayores de 16 años. El requisito principal para acceder a la nación es estar vacunado y el tenista serbio se ha mostrado siempre como un gran escéptico de la vacunación.

Por tanto, tenemos por un lado a un gran campeón, ganador en nueve ocasiones del célebre torneo, que rechaza vacunarse. Y por el otro, a un país que basa su estrategia de reapertura en la vacunación. El choque, como es lógico, tenía que llegar.

E independientemente de que por el momento el juez le haya dado la razón al deportista, hay que tener en cuenta otros factores. Y es que durante 2020 y 2021 Australia ha sido uno de los países del mundo con las medidas más duras para contener la expansión del virus.

La sociedad ha sufrido restricciones y confinamientos muy prolongados que han hecho mella en la población. Y por eso que ahora un tenista, por mucho número 1 del mundo que sea, quiera acceder al país con sus propias condiciones no está sentando muy bien.

Los datos, que suelen mostrar la cruda realidad, dan ejemplo a lo que se ha vivido en el país. La ciudad de Melbourne, donde se disputa el Open de Australia, ha sufrido el confinamiento más largo del planeta. Han sido en total unos ocho meses y más de 260 días encerrados, de forma intermitente, en sus casas.

Calles vacías de Melbourne durante el confinamiento. (Photo by Daniel Pockett/Getty Images)
Calles vacías de Melbourne durante el confinamiento. (Photo by Daniel Pockett/Getty Images)

Un periodo de tiempo largo y duro que ha servido para que el país consiguiera mantener más o menos bajo control la pandemia, con una cifra de contagios y fallecidos inferior a otros países similares. Sin embargo, la llegada de la variante ómicron, al igual que en el resto del mundo, ha provocado una ola de contagios sin precedentes, haciendo que hospitales y recursos sanitarios estén al límite.

Un momento crítico en el que lógicamente no se entiende que Djokovic quiera entrar en el país haciendo gala de su política antivacunas. Y es que conviene recordar que durante los dos últimos años además de los confinamientos, Australia cerró a cal y canto sus fronteras, incluso para las decenas de miles de australianos residiendo fuera del país.

Solo en estos dos últimos meses las familias han podido volverse a reunir tras tanto tiempo de separación, con la vacunación como único peaje para poder acceder del país. Un contexto duro en el que se entiende que la actitud del serbio está muy alejada del sentimiento australiano después de lo que han vivido sus habitantes.

Hay otro factor que no ha pasado desapercibido y es la celeridad con la que se ha desarrollado el proceso de Djokovic. Hay refugiados y solicitantes de asilo que llevan esperando años en este tipo de centros a que se resuelva su petición de entrada al país, mientras que el deportista apenas ha necesitado unos pocos días.

Djokovic ya entrena en Australia. (Photo by KELLY DEFINA/POOL/AFP via Getty Images)
Djokovic ya entrena en Australia. (Photo by KELLY DEFINA/POOL/AFP via Getty Images)

Esta situación ha provocado protestas en las calles y denuncias por parte de los activistas, ya que hay personas que llevan muchísimo tiempo enfrascada con la burocracia australiana.

Aún no se sabe si Djokovic podrá jugar el torneo, pero en el caso de finalmente hacerlo, será la única excepción a la regla. Y es que cualquier aficionado que quiera acudir como público debe estar vacunado y mostrar el certificado pertinente para acceder.

Lo que parece claro es que la falta de empatía del tenista ha abierto una brecha para siempre con el país en el que ha alcanzado sus mayores éxitos con la raqueta.

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