Australia - Argentina: la noche en que volvió Maradona y “papá Mac Allister” salió desnudo en la TV
El domingo 31 de octubre de 1993 toda la Argentina madrugó. Del otro lado del mundo, el seleccionado nacional se jugaba el pasaje a Estados Unidos 1994 en el Repechaje contra Australia, una selección con escasa experiencia mundialista: apenas había ido a Alemania 1974. Después de seis semanas de exigentes entrenamientos y una charla “de diez minutos” con Oscar Ruggeri, Diego Armando Maradona volvía al equipo albiceleste. No jugaba desde la final de Italia 90 .
El Sydney Football Stadium, inaugurado cinco años antes, tenía una asistencia récord: 43.967 espectadores. En la cancha, además del Diez, había un duelo de colorados: a los 25 años, Carlos Javier Mac Allister hacía su debut en la selección. Le tocaba marcar a Robbie Slater, el jugador más desequilibrante de los locales. Entre Sergio Vázquez y Jorge Borelli se dividirían otro trabajo complicado: evitar que Graham Arnold, el 9 australiano, convirtiera un gol.
La historia de aquel encuentro es conocida: Argentina empató en Oceanía 1-1 (gol de Abel Balbo) y ganó en el Monumental por 1-0 gracias a una conquista de Gabriel Batistuta. La ominosa caída contra Colombia (0-5), que obligó al equipo dirigido por Alfio Basile a buscar la clasificación mundialista en Australia, quedaba atrás con el regreso de Maradona. Serían los únicos dos partidos por los puntos de Mac Allister con la camiseta del seleccionado argentino. Su tercera participación sería un amistoso en Miami contra Alemania. No hubo más: el Coco prefirió a José Chamot para el lateral izquierdo y el ex Argentinos Juniors, Boca y Ferro se perdió el Mundial del año siguiente.
El Colorado, sin embargo, se haría (más) famoso por convertirse en cronista de televisión por un día. Llevó el micrófono en el vestuario argentino tras el empate en la tierra de los canguros. El hoy padre de Francis, Kevin y Alexis estaba desnudo y así lo mostraron las cámaras. “La televisión australiana hasta recibió una multa por televisar aquellas imágenes” , contó Fernando Niembro, quien comentó aquel partido, en una entrevista con el diario Olé. Esa imagen se recuerda incluso hoy: fue el tipo de episodio que hoy se denominaría “viral”...
Maradona, claro, revolucionó Sydney. La cadena SBS, dueña de los derechos de TV para Australia, anunció que el partido iba a ser visto por 400 millones de personas en todo el mundo. Todo un récord. Graham Arnold, por entonces goleador de los Socceroos y futbolista del Lieja (Bélgica), recibió una mala noticia en pleno vestuario: Eddie Thompson, el entrenador del equipo, había decidido el regreso de Paul Wade, un aguerrido mediocampista. Sería él quien portara la cinta de capitán y no Arnold. Sería él quien tuviera la tarea más complicada de todas: marcar a un tal Maradona. “La única vez que le pude sacar la pelota, Argentina convirtió”, recordó Wade en una entrevista con la cadena ABC.
Y agregó: “Maradona se iba por la derecha, yo me interpuse y lo marqué. La pelota derivó en Milan Ivanovic. Pero Maradona se levantó, lo persiguió, le robó la pelota, tiró el centro y ellos hicieron el gol”, evocó el entonces número 6 de los australianos. Y así fue la jugada: la asistencia de Diego, milimétrica; el cabezazo de Balbo, preciso. Nada pudo hacer Mark Bosnich, la estrella naciente del fútbol australiano, que ya atajaba en la elite del fútbol inglés.
“Los medios de comunicación se volcaron con Argentina y Maradona. Fueron a su entrenamiento. Nadie nos vio a nosotros. Pudimos hacer lo que quisiéramos. ¡Era todo Maradona y Argentina!”, evocó Arnold hace dos años, cuando el Diez fue noticia en todo el mundo por su muerte. El hoy entrenador del seleccionado australiano agregó dos detalles desconocidos sobre aquel partido: qué pasó en los himnos y el regalo de Diego para sus rivales en Buenos Aires.
The day that Diego Armando Maradona came to Australia. pic.twitter.com/pQ0K3ylOQe
— Socceroos (@Socceroos) October 31, 2020
Sobre los himnos: “Gracias al silencio de los hinchas australianos, Diego pudo escuchar la canción argentina en un partido de visitante por primera vez. Prometió que no habría abucheos para nuestro himno en Buenos Aires, y así fue”, rememoró el entrenador australiano, que en 1993 no tenía canas, usaba bigote y patillas largas.
Además, evocó el presente del Diez a sus rivales, tras el 1-0 en el estadio Monumental gracias al gol de Batistuta: “Estaba en el lobby del hotel y un hombre se me acerca. Tenía como 15 taxis alineados en la puerta principal. Me dice: ‘El señor Maradona quiere invitarlos. Todo corre por su cuenta’. Podrían habernos llevado a cualquier lado, pero fuimos a un boliche nocturno. En el lugar había mucha gente esperando y, en eso, Diego sale y nos hace entrar a todos. Pasamos una gran noche”, rememoró Arnold al ser consultado sobre la muerte del Diez, en noviembre de 2020.
De ayer a hoy
El presente de Graham Arnold es muy distinto al de hace 29 años. Sigue con la camiseta australiana, pero desde 2018 lo hace como entrenador principal de su seleccionado. Paternalista con sus jugadores, apuesta por la juventud y la dinámica. Cree en el equipo por sobre las individualidades. Y se queja por la falta de inversión del fútbol australiano en las divisiones menores, sobre todo cuando ve los millones que destinan países como Japón o Qatar, que también compiten en la Confederación Asiática, como Australia.
Arnold sabe de memoria lo que es perder en una instancia decisiva: cuatro años después, ante Irán, los Socceroos se quedarían fuera de Francia 98 por...los goles de visitante. Los australianos ganaban 2-0 y se aseguraban la clasificación. Pero los iraníes reaccionaron y se pusieron 2-2. Arnold ingresó desde el banco de suplentes en reemplazo de Craig Moore y tuvo un par de chances para anotar. No pudo y, como en 1993, el hoy DT se fue con la cabeza gacha y sin premio.
El sábado, Arnold volverá a vérselas con un seleccionado argentino en una instancia decisiva. Los dirigidos por Lionel Scaloni vestirán la camiseta albiceleste, igual que en el repechaje rumbo a Estados Unidos 1994. En la cancha habrá un Mac Allister, como en Sydney; como en Buenos Aires. Esta vez no será Carlos (lo mirará en las tribunas del estadio de Al Rayyan), sino su hijo Alexis. Y el talentoso mediocampista no tendrá la ardua tarea de marcar al mejor de los australianos. Por el contrario, los oceánicos tendrán que evitar que el argentino convierta, como hizo ante Polonia. Arnold sabe que tiene trabajo. Como en el 93.