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Aumenta el rechazo a Bolsonaro, pero se consolida su base dura

RÍO DE JANEIRO.- Pulso firme contra la corrupción y la violencia y la promesa de revitalizar una economía alicaída. Seducido por esas promesas, Hícaro Teixeira, de 28 años, periodista, se encolumnó con entusiasmo detrás de la candidatura de Jair Bolsonaro en octubre de 2018. No le importó a Teixeira el historial de comentarios agresivos del presidente contra las minorías: "Creí que serían arrebatos que acabarían una vez que asumiera".

Transcurridos 18 meses del gobierno de Bolsonaro, y en medio de la crisis de la Covid-19, que ya se cobró más de 63.000 vidas en Brasil, su opinión cambió diametralmente. "Esto es un completo desastre, somos el único país que no ha tomado en serio el coronavirus. Dejé de apoyar al presidente por su falta de seriedad, el coqueteo con el autoritarismo y la radicalización de los electores, que ven comunismo en todo fuera de su burbuja", dijo a LA NACIÓN Teixeira.

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La pandemia está dejando una marca política. Mientras el rechazo a Bolsonaro se ha incrementado, el derechista ha conseguido frenar la sangría y sostener una base de apoyo, de acuerdo a una serie de sondeos y analistas.

El rechazo al presidente alcanzó el 44% de la población en junio, según una encuesta del 26 de junio de Datafolha. Es el número más alto desde el inicio del gobierno de Bolsonaro y marca un incremento de 14 puntos desde los primeros días de abril, cuando comenzaba a mostrarse la gravedad de la pandemia.

La aprobación del presidente, no obstante, se mantiene en alrededor de un tercio de los brasileños: 32% confían en el presidente, guarismo similar al de principios de abril.

"La máquina de propaganda bolsonarista es eficiente. Usa ostensiblemente redes sociales para movilizar a sus seguidores y mantenerlos en una burbuja informativa", dijo Paulo Calmon, politólogo de la Universidad de Brasilia. Con pequeñas bajas y subas, el gobierno se mantiene incólume en su base dura de apoyo.

En plena crisis de Covid-19, Brasil perdió dos ministros de Salud y la conducción sanitaria se mantiene en manos de un general, Eduardo Pazuello, sin formación ni experiencia en el área. Tampoco la salida del exjuez del Lava Jato Sergio Moro como ministro de Justicia dañó a la base de sustentación bolsonarista.

El coronavirus todavía aparece lejos de aplacarse en Brasil. Las muertes diarias alcanzaron en los últimos días una "meseta", según el Ministerio de Salud, en alrededor de 1200 fallecimientos los días de semana.

Según varios sanitaristas, la curva epidemiológica se infló de la mano de la falta de coordinación entre Brasilia y los estados, que adoptaron ninguna o pocas medidas de cuarentena.

"La estrategia de marketing bolsonarista consigue mantener la fidelidad de los seguidores, que se limitan a leer lo que publican en cuentas de Facebook, WhatsApp o Instagram oficiales y afines e ignoran la realidad", aseguró Calmon.

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Una reciente encuesta de la Universidad Federal de San Pablo muestra que la gestión del ultraderechista en la crisis abrió una brecha en la base electoral con bolsonaristas "arrepentidos", que salieron de las filas oficialistas por la gestión errática del gobierno. El trabajo mostró tres causas: el desdén del presidente a los muertos; el estilo agresivo de gobernar, plasmado en los choques con gobernadores, y la conducta de Bolsonaro con sus hijos, uno de ellos (Flavio) cercado por sospechas de corrupción.

La sangría de apoyo, sin embargo, se detuvo gracias al desembolso de ayudas sociales que contuvo la dispersión de apoyos. La decisión del gobierno de pagar un auxilio de emergencia a los más vulnerables empujó así una tendencia a la transformación de la base bolsonarista, afirma Leandro Consentino, profesor de ciencia política del Insper: mientras el derechista perdió apoyo entre sectores más educados, de la clase media, mejoró su apoyo entre capas humildes de los brasileños.