Un ataque armado mortal aumenta la tensión entre Kosovo y Serbia
BELGRADO.- La tensión volvió a aumentar peligrosamente en el norte de Kosovo tras el asesinato anoche de un policía local víctima de un tiroteo con un grupo de hombres fuertemente armados y apoyados por vehículos blindados.
El agente fue atacado “desde diferentes posiciones con armas pesadas, sobre todo con granadas”, según la policía.
La tensión pone en jaque una vez más todos los esfuerzos de negociación y mediación, el último de los cuales fue un fracaso del nuevo encuentro cara a cara hace diez días entre el presidente serbio, Aleksandar Vucic, y el primer ministro kosovar, Albin Kurti.
Tras el deceso, el primer ministro de Kosovo calificó la emboscada como un acto de terrorismo y culpó al gobierno serbio. ”El crimen organizado, con apoyo político, financiero y logístico de funcionarios de Belgrado, está atacando nuestro país”, escribió en las redes sociales.
Por su parte, la presidenta de Kosovo, Vjosa Osmani, denunció “un ataque contra Kosovo” y también culpó a Serbia.
“Estos ataques demuestran, si aún fuera necesario, el poder desestabilizador de las bandas criminales, organizadas por Serbia, que han estado desestabilizando Kosovo y la región durante mucho tiempo”, escribió en un comunicado.
El presidente serbio anunció que tomaría la palabra por la tarde para “desacreditar todas las mentiras y teorías conspirativas de Albin Kurti, que solo crean el caos y el infierno” en Kosovo.
En el violento tiroteo que tuvo lugar la noche del sábado en el pueblo de Banjska, cerca de Leposavic, uno de los cuatro municipios más grandes del norte y de mayoría serbia, otros dos agentes kosovares resultaron heridos.
La patrulla intervino tras recibir información sobre un bloqueo de rutas realizado por dos camiones en un puente en Banjska.
Ataque al monasterio
Los tiroteos y enfrentamientos continuaron durante muchas horas a lo largo del día, cuando treinta hombres armados se atrincheraron en un monasterio del norte de Kosovo. Horas más tarde, el Ministerio del Interior informó que logró retomar el control de la zona.
Según el ministro, Xhelal Sveçla, seis individuos fueron detenidos: dos hombres uniformados, heridos, y otros cuatro que apoyaban al agrupo. Además, tres asaltantes fueron abatidos, precisó
Los cuatro sospechosos capturados estaban en posesión de equipos de radiocomunicaciones y se cree que estaban en contacto con el grupo de agresores armados que entró en acción en el norte.
Los agentes también encontraron una gran cantidad de armas y de municiones, explicaron, sin precisar dónde ni cuándo fueron abatidos los asaltantes.
Según la Iglesia ortodoxa, un grupo de peregrinos procedentes de Novi Sad, en Serbia, estaba dentro del monasterio cuando unos hombres con la cara tapada “asaltaron” el edificio “con un vehículo blindado y forzaron la puerta”.
El nuevo estallido de violencia en el norte de Kosovo -escenario de manifestaciones de protesta de la población local serbia la primavera pasada contra los nuevos alcaldes de etnia albanesa en los principales municipios serbios, y que culminaron con decenas de soldados de la KFOR heridos a finales de mayo- suscitó una firme condena pero también una enorme preocupación en todas las principales embajadas.
Los mediadores de la UE, Josep Borrell y Miroslav Lajcak, condenaron firmemente los enfrentamientos, mientras que el primer ministro Kurti se reunió en Pristina con los embajadores del grupo “Quint”, que incluye a Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia.
Borrell condenó en su cuenta de Twitter el “horrible ataque contra los policías” y ante el ataque en el monasterio, pidió “que los atacantes se rindan de inmediato y pongan en libertad a los peregrinos que están en el monasterio de Banjska para que puedan salir a salvo”.
El máximo responsable diplomático de la UE ha mantenido además conversaciones telefónicas con el primer ministro kosovar, Albin Kurti, y con el presidente de Serbia, Alexander Vucic.
El norte de Kosovo suele registrar incidentes de este tipo, pero las tensiones se dispararon en mayo después de que los dirigentes kosovares instalaron alcaldes de etnia albanesa en cuatro municipios de mayoría serbia.
Más de 30 soldados de la KFOR, la misión de paz de la OTAN para Kosovo, resultaron heridos en enfrentamientos con manifestantes serbios.
Serbia se niega a reconocer la independencia de su antigua provincia, cuya población de 1,8 millones de habitantes, de mayoría albanesa, incluye una comunidad de origen serbio de unas 120.000 personas, que viven esencialmente en el norte de Kosovo.
La guerra de Kosovo (1998-1999), entre fuerzas serbias e independentistas albanokosovares, dejó 13.000 muertos, la mayoría albaneses.
Desde entonces, las relaciones entre los dos antiguos enemigos han ido de crisis en crisis.
La comunidad internacional ha instado a ambas partes a reducir la tensión en varias ocasiones y ha subrayado que la adhesión de Belgrado y Pristina a la Unión Europea podría verse comprometida por este rebrote de violencia.
La parte serbia desea, como condición previa para cualquier discusión, obtener una forma de asociación de las comunidades serbias en el norte, mientras que la parte kosovar tiene como condición previa el reconocimiento por parte de Belgrado de la independencia de Kosovo.
En un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas la semana pasada, el presidente serbio acusó a Occidente de hipocresía, argumentando que el reconocimiento de Kosovo se basaba en los mismos argumentos que utilizó Rusia para invadir Ucrania.
Agencia ANSA, AFP y DPA